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martes, 17 de enero de 2012

“Contracorriente en la cuna del feminismo cubano”

En la foto Rochy, Julio César González Pagés, vecinos y trabajadores del memorial donde se guardan los restos, en Guaimaro, de la patriota Ana Betancourt




Con motivo de la gira nacional Todas Contracorriente de la cantante Rochy Ameneiro, acompañada por el Dr. Julio César González Pagés

Por Equipo de la Red Iberoamericana de Masculinidades

17 de enero/Camagüey. Con el derecho que le otorga haber sido una tierra que vio nacer a mujeres transgresoras, verdaderas precursoras del feminismo cubano, Camagüey acogió la gira nacional Todas Contracorriente, liderada por la intérprete Rochy Ameneiro, la cual, a su paso por cada provincia, lleva consigo el canto que dice NO a la violencia de género, a la luz de la celebración del centenario del movimiento feminista en Cuba.

Recibida por la Secretaria General de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) provincial, Betsy Rodríguez Cardoso, y por una representación de las autoridades municipales, la avanzada Contracorriente comenzó su periplo en un sitio emblemático, Guáimaro, con el justo homenaje a la relevante patriota Ana Betancourt en el Mausoleo que tiene su nombre. Escogido para la redacción y firma de la primera Constitución cubana en abril de 1869, durante el inicio de las guerras independentistas, en Guáimaro tuvo lugar un hecho histórico sui géneris, cuando una mujer adelantándose a su época, Ana Betancourt, intervino para abogar por los derechos de las mujeres al ejercicio pleno de la igualdad con respecto a los hombres.

La conmemoración sirvió para la entrega de obsequios, del artista plástico Lisnoy Acosta García, a dos de los principales artífices de la gira nacional Todas Contracorriente: la cantante Rochy Ameneiro y el Dr. Julio César González Pagés, cortesía de las autoridades locales y del director municipal de Cultura, el historiador Desiderio Borroto Fernández.

La necesidad de llevar a cabo una campaña nacional que se oponga a la violencia de género, el análisis de esta problemática y su incidencia en la música y los videos clips contemporáneos, así como el proyecto sobre la historia de las mujeres en Cuba en tres tomos, fueron aspectos que caracterizaron la Conferencia Magistral que ofreció el Dr. Julio César González Pagés, profesor de la Universidad de La Habana y coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades, en la sede provincial de la UNEAC, y que contó con la participación de la cantante Rochy Ameneiro, quien se refirió al significado de Todas Contracorriente, la cual ha procurado aunar esfuerzos, desde la música y los estudios académicos, para incentivar una conciencia social sensibilizada con la equidad de género, sobre todo en los/as artistas y futuros profesores/as e instructores/as de artes.

Convencido de que para prevenir la violencia actual hace falta una cultura de paz basada en visualizar a las mujeres en la historia, González Pagés, autor de la obra En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba, profundizó sobre las contribuciones imprescindibles de Camagüey a la lucha por los derechos de las mujeres, a partir del rescate de figuras tan importantes como Aurelia Castillo, Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien a su juicio, es la mujer, en cuanto a política, más sobresaliente del siglo XIX en Cuba, y para quien reivindicó una mayor atención y reconocimiento a su obra y pensamiento por medio de una merecida estatua o mausoleo, así como el reclamo de sus restos de España para su tierra natal; entre otras.

Es necesario apropiarse de la fuerza de las mujeres en la historia para poder cambiar la problemática de la violencia de género, sea en la música o los videos clips de reggaetón, que fragmentan a las mujeres y sus cuerpos”, expresó González Pagés.

El proyecto Todas Contracorriente y la gira nacional surgió de un contexto donde la producción musical y audiovisual limitaba la imagen de la mujer como objeto sexual; de ahí nuestro propósito de rescatar y promover canciones inteligentes, que expresen la identidad nacional ligada al feminismo”, manifestó también, en este sentido, la intérprete Rochy Ameneiro.

Fue la sede del proyecto cultural Ejo en la ciudad, la escogida para el encuentro del público camagüeyano con un repertorio regalado por Rochy y su grupo, que busca recontextualizar la creación musical a favor de la equidad entre mujeres y hombres, y concientizar sobre la obligación de ir en contra de toda expresión de violencia en detrimento de las mujeres.

En gran medida, gracias al decidido apoyo de la FMC provincial, Todas Contracorriente realizó otro programa de homenajes y reconocimientos a mujeres insignes de la historia del territorio, en el marco de la celebración del centenario del Feminismo en Cuba. Con tal propósito, se le rindió un merecido tributo a Amalia Simoni, en el Museo-Casa Natal que lleva su nombre, y que comprendió también un conversatorio con estudiantes de la Escuela de Música “José White” sobre la problemática de la violencia en la música.

Asimismo, presidido por el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Camagüey, Julio César García Rodríguez, y por una representación de las autoridades de la FMC y demás organismos provinciales, se desarrolló el habitual Taller “Música y cultura de la violencia”, impartido por el Dr. Julio César González Pagés, para más de trescientos estudiantes del Centro Mixto “Nicolás Guillén” (Escuela de Instructores de Arte y Escuela Pedagógica); el cual, a su vez, trató sobre la tríada de la violencia y su reproducción a través de la música, mediante los videos clips de reggaetón y otras expresiones de la música popular. La actividad cerró con la esperada actuación de Rochy y su grupo, que incluyó en el repertorio la invitación a estudiantes de la propia escuela.

Agradecemos que nos hayan tenido en cuenta; un proyecto que sirve para fortalecer, desde el arte y la cultura, los valores éticos y artísticos de nuestros estudiantes”, concluyó la directora general del Centro Mixto “Nicolás Guillén”, Marisela Martínez Marín.


jueves, 1 de septiembre de 2011

“Mujeres en la Historia de Cuba”







En la foto los historiadores Julio César González Pagés y Mildred de la Torre durante la conferencia en el Instituto de Historia de Cuba.





Por Dayron Oliva Hernández. Red Iberoamericana de Masculinidades


La Habana/26 de agosto. Convocado por el Instituto de Historia de Cuba, en honor al 50 aniversario de la Revista Mujeres, el Dr. Julio César González Pagés, coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades, ofreció una conferencia sobre el feminismo cubano.

Junto al público asistente, historiador@s e investigador@s del Instituto de Historia de Cuba, se reconoció la presencia -en calidad de invitadas- de la comunicóloga Isabel Moya, directora de la Revista Mujeres, y la cantante Rochy Ameneiro, quien lleva adelante el proyecto cultural Mujeres Contracorriente.

Las palabras introductorias estuvieron a cargo de la Dra. Mildred de la Torre, quien destacó el aporte de la significativa obra de González Pagés, y, a su vez, hizo un recuento de la presencia femenina en la historiografía cubana. Agregó, además, que emancipar históricamente a la mujer no es solo demostrar su protagonismo a través de sus quehaceres y conductas, sino es develar la historia de una nación y sus mecanismos de desigualdad.

Por su parte, González Pagés subrayó que la perspectiva de género nace de la lucha y la desigualdad de las mujeres; de ahí que, en su criterio, revelar la historia de las mujeres es visualizar la otra mitad de la historia de Cuba. El propio conferencista, autor de En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba, realizó un recorrido por la historia del feminismo cubano que las llegó a sumar más de 200 organizaciones feministas y femeninas; mencionó figuras emblemáticas como: Gertrudis Gómez de Avellaneda, María Luisa Dolz, Aurelia Castillo, entre otras.

Al recordar que desde el siglo XIX muchas mujeres con sus actitudes y el activismo político quisieron cambiar las cosas que atentaban en contra de ellas, González Pagés concluyó que: "La historia de las mujeres deben estar incluidas en la mirada histórica no por excepción".

viernes, 8 de abril de 2011

Debate sobre la presencia femenina en la historia de Cuba


Épica y mujeres es el tema propuesto para la próxima edición del espacio mensual Mirar desde la sospecha de la UNEAC, que intenta establecer un diálogo sobre los procesos de representación de género en la cultura y el arte cubanos y latinoamericanos contemporáneos.

La cita, convocada para las 3: 30 pm. del jueves 14 de abril en la Sala Caracol de la UNEAC (17 esq. D, Vedado), contará con un panel integrado por profesionales de reconocimiento en la historiografía cubana como Raquel Vinat de la Mata, Julio César González Pagés y Gladys Marel. Tanto la participación femenina en los procesos históricos en Cuba como la imagen de las mujeres cubanas que prevalece en los relatos e investigaciones historiográficos, serán aristas a discutir.

Mirar desde la sospecha ha tenido dos encuentros anteriores, en los que se ha profundizado en las Representaciones de género en el video clip cubano y las Políticas de la igualdad.El espacio tiene lugar los segundos jueves de cada mes en la UNEAC, con la participación de artistas e investigadoras/es que fomentan la reflexión sobre temas de la creación audiovisual, la literatura, la historia, la música, entre otros. Con iniciativas como esta se apuesta por un arte y cultura provocadores, que puedan movilizar el pensamiento y la sensibilidad, al tiempo que contribuyen a fomentar un canon artístico más inclusivo.

El encuentro es coordinado por la académica Danae C. Diéguez y las periodistas Helen Hernández Hormilla y Lirians Gordillo Piña, y cuenta con el auspicio de la UNEAC, el Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR) y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación(COSUDE).

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuba: Feminismo sin etiqueta




Por Dixie Edith .-


En la foto la feminista cubana Norma Guillaume y Julio César González Pagés apoyando la campaña de lucha contra el VIH-SIDA

"Soy feminista siempre y cuando eso signifique estar en contra de la discriminación de la mujer. Lucho contra los prejuicios y desigualdades que afectan a nuestro sexo, pero no suscribo la variante del feminismo ultrarradical, que aspira a desplazar por completo al hombre”, ha confesado la conocida escritora Aida Bahr.

Aunque sus obras suelen reflejar las problemáticas de las mujeres, la actual directora de la Editorial Oriente, radicada en Santiago de Cuba, en la zona oriental de la isla, tampoco se siente totalmente conforme con el término.

“Me parece absurdo sustituir una forma de discriminación por otra. No se trata de ocupar el lugar del hombre, sino de compartir, de acuerdo a las posibilidades y capacidades de cada quien”, agrega.

La socióloga Marta Núñez Sarmiento refiere que las corrientes feministas fueron estigmatizadas en Cuba durante muchos años, y aún persisten prejuicios hacia ellas.

El movimiento feminista en Cuba, nacido en las primeras décadas del siglo pasado, cumplió un papel revolucionario al permitir la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, tales como la Ley de la Patria Potestad (1917), La ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio Femenino (1934).

Intelectuales reconocidas en la isla y estudiadas en las escuelas como Vicentina Antuña, Mirtha Aguirre y Camila Enríquez Ureña, fueron abiertamente feministas y aportaron análisis esenciales a su estudio.

“Los primeros trabajos que leí sobre feminismo, fueron los textos de Camila (Henríquez Ureña) de finales de los años 30”, ha reconocido la doctora Luisa Campuzano, directora del Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas.

¿Por qué, entonces, la palabra genera inconformidad y rechazo?

“En enero de 1959, el feminismo que existía en Cuba era el feminismo liberal burgués La Revolución Cubana desmontó la estructura de clases existentes entonces y era lógico que dentro de ella, también se criticara a este feminismo”, explica el historiador Julio César González Pagés.

Para el profesor de la Universidad de La Habana y coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, se cometió un error histórico al relacionar todo el movimiento feminista con una etapa de feminismo burgués.

“Eso, de cierta forma, hizo que la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) optara por distanciarse de ese feminismo. Esa organización representaba campesinas, obreras, amas de casa, lo cual traía un evidente choque clasista”, agrega Julio César.

“Lo increíble, pero cierto, era que Cuba, donde por obra de la Revolución se había producido la incorporación plena de las mujeres al espacio público, sin embargo, seguía siendo un país culturalmente patriarcal y, como se dice en el lenguaje político del feminismo, un país machista”, reflexiona la doctora Campuzano.

Para la investigadora Iliana Benítez Jiménez, del Departamento de Sociología de la Universidad de Oriente, “por cuestiones tanto históricas, como puramente culturales, en nuestro país se ha rechazado el término feminismo a pesar de existir correspondencia entre los principios humanistas de este movimiento y los de nuestro proyecto social”.

La historia se remonta a los primeros años del siglo XX. Entonces las primeras feministas cubanas fueron muy criticadas por la sociedad, y sobre todo por la prensa, porque sus objetivos atacaban el poder de los hombres y ubicaban a las mujeres en un papel lejano al tradicional, como objeto de belleza y sumisión.

Hasta en libros de historia más recientes como el conocido tratado La República, de Julio Le Riverend; o Cuba: 1898-1958. Estructuras y procesos sociales, publicado en 1995 por el historiador Jorge Ibarra, el tema del feminismo es tratado de manera bastante ortodoxa.

Aún sucede en la isla que suele tratarse identificarse este movimiento como “el machismo de las mujeres”, lo cual hace muy complicado poder asumir la masculinidad desde la perspectiva de género, según especialistas.

Tan evidente se ha hecho el rechazo al término que Ileana, también Master en Técnicas de Avanzada para el Desarrollo Integral Comunitario, ha propuesto una revisión del término.

Evidentemente, no es reconocido en su auténtica esencia y el resultado es “que mujeres y hombres lo rechazan y con ello, el desarrollo e implementación de ideas muy justas que provienen de esta teoría”.

En opinión de la experta, ayudaría pensar en nuevas propuestas conceptuales menos rechazadas.

Julio César, sin embargo, ve el asunto de otra manera: “Si tú no replanteas los términos desde las ciencia sociales y los reivindicas, los políticos no tienen cómo”, asevera.

Este estudioso, que se autodefine como un hombre feminista, insiste en que la FMC nunca dejó de ser una organización feminista:

“Si yo estoy pidiendo que las mujeres tengan derecho sobre su cuerpo, que tengan derecho y acceso a la salud sexual y reproductiva, que tengan los mismos derechos que los hombres en cuanto al trabajo, eso es feminismo”, concluye.

A su juicio, el feminismo, más allá de una etiqueta, es una filosofía que no ha dejado de estar presente en Cuba.

“¿Qué no se ha logrado todo? No se ha logrado en ningún lugar del mundo, pero yo creo que en Cuba ha existido en el período revolucionario un feminismo al que le podemos poner el apellido que quieras: de izquierda, revolucionario, socialista, pero ha sido feminismo. Nos toca a nosotros ponerle la etiqueta.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Personalidad vs. Conducta. Una perspectiva de la obediencia desde un análisis de Las honradas

Por: Ramsés Tola García.
Estudiante de 4to. Año
de Lic. en Historia,
Universidad de La Habana


Resulta interesante para cualquiera que realice un acercamiento investigativo a Las honradas, el hecho de que el autor de la novela sea hombre (Miguel de Carrión) y ponga en voz femenina al rol protagónico (Victoria). Aunque Carrión haya sido un gran defensor, como lo fue, de los derechos de la mujer, lo primero que salta a la vista es que las escritoras no se atreven a diseñar tipos de mujeres (CARRIÓN, 1973, p.9), o mejor, a decodificar el tipo de mujer. Y es aquí donde estos circunstanciales problemas se interrelacionan con el presente trabajo. ¿Cómo las mujeres que están concluyendo el siglo XIX en Cuba se dejan guiar por la sociedad? Hasta qué punto esto es resultado de su desenvolvimiento en esta sociedad y hasta qué punto son ellas las que se están construyendo a sí mismas esa realidad que intentan enarbolar y que se desintegra por todos lados con el desarrollo de la vida moderna.

Esto se pudiera responder, en primer lugar, de la siguiente forma: estamos analizando una sociedad cerrada en cuanto a los cánones de vida y que por demás comienza un conflicto bélico, la cual para lograr su estabilidad se afianza a una identidad que a su vez va formando una cultura. Dónde está el conflicto, no se conforma cualquier cultura; sino un tipo de cultura, o sea: estereotipos de funcionamiento social.

Este cuadro es a su vez la representación del mundo, imago mundi, que tienen de sí los individuos que se están convirtiendo en sujetos sociales y por lo tanto se están apropiando de este tipo de realidad. Una realidad puramente masculina, donde el otro puede siempre porque es hombre, donde la mujer o mejor: lo femenino es la imagen constitutiva del hogar, mientras lo masculino referencia el trabajo; una realidad donde ella calla cuando él manda. Donde es la mujer recatada, modesta, agradable y seria; porque ellas no deben reír muy fuerte. Donde el patriarca domina todo cuanto existe y diluye en ideología su accionar en la sociedad. Donde cada cual tiene y debe conservar su posición, o mejor, su representación.

Para explicar pudiéramos decir que la unidad más significativa de las estructuras sociales no es la persona sino el rol (que responde a los patrones culturales vigentes), que es aquello que constituye y define la participación en los procesos interactivos (MIRANDA, 2003, p.14). Es necesario por ello entender la interrelación e interdependencia existente entre el rol y la personalidad, y a un tiempo su independencia; en la medida en que se construye la segunda es necesario representar el primero.

Victoria no tiene que preocuparse por el tiempo porque su marido pasa lejos la mayor parte del día y por lo tanto, ella puede dedicarse a escribir. En este caso nos damos cuenta de que la protagonista está produciendo y reproduciendo en su vida cotidiana, el estereotipo de mujer que critica en el subconsciente. Pues además asume como algo natural el hecho de que su esposo llegue a casa y no le diga lo qué estuvo haciendo en el día. Bajo ese tipo de funcionamiento comienza la novela y así se desarrollará en toda su extensión. De niñez regularmente normal –con todo lo que significa ser la hermana menor de tres hijos–, provinciana perteneciente a la clase media santaclareña, de familia tradicionalista y católica; lo que cobra mayor importancia en la formación de la personalidad sumisa que se desea mostrar para una joven de sociedad –pueblo e imagen que debe respetar y representar.

Desde su adolescencia (etapa que más nos interesa para denotar los mecanismos según los cuales se construye una sociedad a través de una “niña”) va a comenzar a cuestionarse el medio en que sobrevive y la diferencia de género que establece la sociedad, saliéndose de la diferenciación de sexo que se hace desde la naturaleza. ¡Niña, niña! Deja eso… Gastón es hombre y puede hacerlo… ustedes deben darse su lugar (CARRIÓN, 1973, p.17). ¿Cuál es, o cuál puede ser el lugar de una joven de diez años de edad? Se llega a sobredimensionar de forma tal esta cuestión que en determinado momento se invierte la situación: y si Gastón (hermano de Victoria) realiza ciertas acciones lo reprenden y juzgan de: mariquita.

Nos enfrentamos a otro conflicto, el sistema de educación al que se someten desde nacidos (buena parte de la clase media y, en general, la clase alta); no es al régimen de la escuela oficial, sino al de la casa… al ambiente familiar. Esto no significa que en el hogar se construyan más súbditos que en las escuelas oficiales, sino que la familia va a contextualizar en las nuevas generaciones la vida social que procura; mientras que la escuela responde a un proceso de institucionalización –donde también se va a representar la sociedad, pero en menor peso en cuanto al comportamiento humano que ofrece el núcleo familiar. Su madre institutriz, que les educa en la gramática, historia, aritmética; ayudada por la tía Antonia, quien se encarga de la enseñanza del catecismo y el bordado. ¿Qué más pudieran pedir esas niñas?, poseen una educación con todas las leyes para poder hacer lo que se debe hacer. Pues como su propia madre dijera, las mujeres y los niños son muy semejantes y ambos tienen que ser cuidadosamente guiados en la vida. Lo interesante es que nuestra protagonista concuerda con su madre en este parecer y que el medio en que se desenvuelve desarrolla también esta perspectiva de educación.

A pesar de los esfuerzos de toda la familia, Victoria se va a ir enfrentando poco a poco con los nuevos modos de vida que serán también modos de pensamiento. Del aislacionismo, el siglo XX irá conformando una conciencia socializante donde lo importante no será tanto la vista de las personas, sino la comunicación entre estas.
Pero a pesar de todos los esfuerzos por apartar a Victoria de los nuevos vicios, no podrán evitar que enfrente la adolescencia con ese nexo que le va a ir mostrando el mundo moderno: Graciela. Aquí podemos idearnos el cuadro psicológico: una es educada bajo la tutela de su madre y de su tía (estereotipo de solterona: ferviente devota, que vive aislada de la sociedad, dedicada por completo a sus animales: gatos), mientras la otra ha de enfrentar la realidad sola con su madre (huérfana de padre), lo que le va a ofrecer a la segunda una mayor libertad e independencia a la hora de entender y revisar ciertos aspectos cotidianos.

De esta forma, si entendemos que los roles a representar no son estrictamente cerrados puede suceder que actores con diferentes personalidades puedan satisfacer, dentro de los límites bastante amplios, y sin demasiado esfuerzo, las expectativas asociadas con roles aproximadamente semejantes (MIRANDA, 2003, p.15). Como es el caso de Graciela y Victoria, convertidas en protagonista y antagonista, solo en lo que respecta a la personalidad.

Llegado el momento, nos llega el conflicto bélico (la guerra de 1895-1898), lo cual significó un cambio de vida para las cubanas, que tuvieron que asumir el exilio (GONZÁLEZ PAGÉS, 2003, p.34). Como es lógico, una vez en Nueva York, aunque debían adaptarse a otro estilo de vida, continuaron socializando los esquemas sobre los cuales habían fundamentado su existencia. Gastón, fue enviado a una academia militar –muy cerca del centro-; mientras que las hermanas a un colegio católico –en las afueras de la periferia. Como es de esperar, en el pensamiento de nuestra protagonista se produjeron ciertas variaciones; y más cuando cada vez que se reunían entre ellas (las otras alumnas) era para hablar de hombres. Pero esto no la llevó, paradójicamente, a cambios en la conducta.

Lo más significativo de esta etapa es que allí se formará la idea –en la mente de Victoria- de ver a los hombres como el perpetuo enemigo y el eterno deseado (CARRIÓN, 1973, p.47). Así, la imagen del hombre como ese animal que da caza a la mujer; va a ir conformando la mentalidad de una adolescente a la que se le impone una realidad que constantemente está dejando de ser. Su defensa natural va a ser aislarse, a través de Walter Scott y Charles Dickens; buscando en la literatura lo que la sociedad no le puede mostrar y lo que el seno familiar le ha hecho ver.

Aunque, y aquí tenemos otro problema, ella no se desprende totalmente de ciertos pensamientos; los cuales se deben esconder con vergüenza. Este es el ejemplo de todo lo que tiene que ver con la pubertad y la repugnancia que le producen los desechos vaginales, o incluso la repulsión hacia la idea del matrimonio y lo que implica la noche de bodas para una mujer. Lo dicho anteriormente, desmiente la tan usada teoría que muchos aplican a Carrión y que el propio autor asume, exponiendo que “las que aparentan ser las honradas en realidad son las impuras, y viceversa.” Digo esto teniendo en cuenta que, al menos en su adolescencia, Victoria no hace más que aferrarse a un comportamiento –sea cual sea la razón- con plena conciencia de ello a medida que se conforma en ella “la dignidad de la mujer”.

Analizando otra cuestión y según la visión del siglo XXI, pidiéramos ver con malos ojos el hecho de que en esa etapa –la pubertad-, Victoria se preocupe en demasía por su figura y por estar corpulenta –como Alicia- y por contemplarse, pero viéndolo desde las funciones lógicas de la evolución; pudiéramos decir que esto forma parte de la obsesión psicológica de todo joven por “ser grande” –aunque esto, en sí, implique la asunción de una expectativa que es producto de lo que representan “los grandes” en la vida social-, por ello no debemos confundirnos en el juicio.

Al paso de los años –ya en Cuba, en La Habana- la protagonista se enfrenta al tan temido matrimonio. Pero cuando Joaquín Alvareda se dispuso a consumar el acto, Victoria tuvo que reprimirse para no escupir de asco y despecho sobre la alfombra de la alcoba nupcial (CARRIÓN, 1973, p.151). Aunque para la mayoría de los hombres esto pudiera parecer descabellado, resulta totalmente normal en la personalidad de Victoria; porque como ella misma dice, no aborrece a su esposo sino que acusa a los hombres de sensuales y materialistas.

Mucho le va a costar a Victoria acostumbrarse a que por derecho su esposo puede tocarla a su antojo, porque para eso se casaron. Sorpresa se va a llevar cuando escuche más tarde decir a Graciela refiriéndose a su matrimonio: ¡Somos concubino! solo eso. (CARRIÓN, 1973, p.163)

Luego todos ríen por su puerilidad. A pesar de todo, jamás dejó que su semblante expresara el menor signo de contrariedad o de fastidio (CARRIÓN, 1973, p.215), porque eso es lo que debía mostrar; y lo que todos esperaran que mostrase; representando no ya el estereotipo, sino enarbolando lo que para sí era arquetipo de señora. Ambas categorías, llegado el momento, se enfrentarán; llegando a confundirse de manera tal que: la sociedad creyendo enarbolar el arquetipo de mujer, al dirigir y normar el comportamiento en cuanto a las expectativas sociales; solo estará conformando el estereotipo de lo que se representa en la mente cotidiana como mujer.

El problema funcional de los sistemas sociales puede resumirse en los problemas de asignación, integración e interacción. (MIRANDA, 2003, p.15)

Durante el tiempo muerto, Joaquín y Victoria volverán a su rutina sobre la lectura y el bordado –respectivamente-, claro, siempre y cuando la esposa no tenga otra cosa que hacer en la casa.

Bibliografía:

CARRIÓN, Miguel de. Las honradas, Ediciones Huracán, La Habana, 1973.
GONZÁLEZ PAGÉS, Julio César. En Busca de un espacio: Historia de las mujeres en Cuba. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2003
MIRANDA A., Miguel. Pragmatismo, interaccionismo y trabajo social. 2003. Tesis de Doctorado en Antropología social y cultural, Universitat Rovira I Virgili, Tarragona-España.

Feminismo y poder a través de la figura de Ofelia Domínguez

Por Greyser Coto Sardina.
Estudiante de 4to.
Año de Lic. en Historia,
Universidad de La Habana


“Pues es necesario que despierten todas las mujeres del letargo en que viven y se pongan en pie para que los hombres vean que la mujer es un factor tan importante e imprescindible como ellos, en lo político, económico y en lo social y que deben la equiparación para ocupar los cargos públicos, porque triste es confesarlo pero es así: los gobernantes consideran que las mujeres son incapaces para ocupar cargos de verdadera responsabilidad” (SUÁREZ, 1997)


Los estudios sobre mujeres en Cuba, incluso de género de manera general, han sido en alguna medida poco trabajado, solo hará unos 30 años; existe una preocupación desde el punto de vista intelectual en investigar las historias que han estado ocultas durante muchísimo tiempo. Los estudios de mujeres desde el inicio de este siglo han cobrado auge y constan profesionales que se han dedicado a trabajarlos seriamente, incluso a reivindicarlos como parte real de nuestra historia nacional. El trabajo más allá de los objetivos precisos que más adelante se presentan, es también una forma de contribuir y de ayudar a que los estudios de género sigan empleándose, proliferando y aportando a la historia no solo de nuestro país sino también a la universal.

Como se expone en el título, este breve proyecto, a partir del acercamiento desde el punto de vista histórico, a la figura de Ofelia Domínguez, pretende entrelazar dos componentes claves que definen a esta mujer, el feminismo y algunas cuestiones respecto al poder político. Ofelia ha sido una de las mujeres más importantes en relación con los asuntos de la lucha feminista en muchos aspectos no solo político sino también sociales desde principios del siglo XX; fue altamente reconocida tanto en Cuba como fuera, pues su obra reviste vital trascendencia para el continente latinoamericano, asumiendo posiciones para nada contemplativas referente a la esclavitud femenina (y los derechos del niño), la llevó a fundar organizaciones y representar a las mujeres cubanas y del continente en innumerables congresos dentro y fuera de la Isla.

Ahora, antes de entrar en la parte del análisis histórico sería crucial definir este pequeño proyecto desde el punto de vista teórico-conceptual y por tanto concretar los objetivos más puntuales dentro del mismo:

1-Analizar la posición asumida tanto en su práctica como en la ideología por Ofelia Domínguez, a favor de la emancipación política (y civil) de la mujer cubana partiendo (y como un móvil preliminar en su lucha política) del argumento de abogar a favor de sufragio femenino, visto en el periodo de 1910-1940.
2- Presentar de manera general su perspectiva acerca de los derechos femeninos entre los años anteriormente expuestos.
3-Valorar hasta qué punto el poder constituye un elemento clave dentro de su ideario y sobre todo su cuestionamiento o no, acerca del empoderamiento de la mujer dentro del periodo enunciado.
Bajo la necesidad de definir las herramientas principales para entender el trabajo, se precisa dejar explícito algunos puntos para la posterior comprensión del mismo.

En esencia, entender el sufragio como una de las manifestaciones del feminismo histórico…; por tanto, la lucha de mujeres como Ofelia Domínguez, parte de este presupuesto, el sufragio es el primer paso que viabiliza la radicalización posterior del quehacer político de esta cubana. Como explica Mary Nash:
“La lucha por el sufragio ha representado en muchos países un eje vertebrador del feminismo político al plantear la demanda de los derechos políticos individuales de las mujeres en clave de la igualdad. También, cabe entender sus manifestaciones en términos de cultura política y la cultura de género de cada sociedad.

Al entender el feminismo histórico como movimiento social de manifestaciones plurales, de diversas modalidades de estrategias de resistencia y agencia social, el sufragismo representó una vía decisiva en su desarrollo (…) Existen diferentes manifestaciones del feminismo histórico, entre ellas el sufragismo (…)” (GONZÁLEZ, 2006, p. XVIII)
Es decir, el tema del sufragio se ve como el catalizador para abogar a favor de los derechos de la mujer en temas de política; hay que partir del presupuesto teórico de ver al sufragismo como componente que permite desarrollar esta lucha, como punto inicial de la lucha política; en el caso de Ofelia Domínguez así sucede, la base es acceder a la política por medio del voto.

El término feminismo podríamos entenderlo como un movimiento combativo iniciado en el siglo XIX, que ha agrupado sobre todo a las mujeres en torno a las consignas de liberación; que presenta demandas como: concesión de derechos políticos, reconocimiento de la personalidad civil femenina, emancipación económica, etc. Aunque ciertamente no se considera la lucha de la mujer hacia el hombre, puesto que su lucha por procurarse un lugar en la sociedad trató en la medida de lo posible, de unir al hombre a esta batalla. “El feminismo va alcanzando una proyección un tanto política, cuando se parte de que hay que modificar los códigos vigentes, era importante luchar por tener un lugar en la sociedad, lo que a principios del siglo XX tomó aspecto de la lucha por el sufragio” (SUÁREZ, 1997)

Para trabajar la figura de Ofelia Domínguez a partir de la visión que se exponen en los objetivos del trabajo, pues me ha servido de mucho dos libros, los cuales considero esenciales, En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba, del Dr. Julio César González, y la Introducción del libro de Mary Nash Mujer y movimiento obrero en España 1931-1939. Ambos me permitieron definir fundamentalmente los elementos esenciales sobre los cuales versa mi trabajo, y principalmente me brindaron las armas teóricas para luego poder enfrentarme al contenido de la investigación. El expediente de Ofelia Domínguez, algunas Tesis sobre el tema en general y otras obras también me sirvieron de mucho para el desarrollo del trabajo.
Ofelia Domínguez, nacida en 1984, en la antigua provincia de Las Villas, se graduó de Derecho, y se doctoró en Derecho Civil, al tiempo que estuvo vinculada a las labores del magisterio en las zonas rurales de su provincia. Como profesora, conoció la triste situación de la vida campesina y las penurias de las mujeres en este medio, y asumió posiciones radicales a favor de la emancipación de la mujer; desde entonces siendo muy joven se definía como feminista incondicional.

Con la creación en el año 1918, del Club Femenino de Cuba, pasó a ser la Secretaria del mismo en su provincia; creó escuelas para niños pobres; su participación en los Congresos Nacional de Mujeres fue bastante activa; participó además en el Congreso Panamericano del Niño celebrado en Panamá, donde se destacó por las propuestas sugerentes y evidentemente mal vistas, pues no solo exige amputar en los códigos penales de los países presentes, el papel de figura imponente del pater de familia, sino exigir la instrucción sexual en las escuelas desde el nivel elemental hasta la universidad.

Estuvo en Congreso de Unificación Penal en México; fue creadora de la Alianza Nacional Feminista, etc. En todo en cuanto estuvo defendió los derechos elementales de las mujeres, como resultado fue objeto de constates persecuciones, y sufrió cárcel en varias ocasiones sobre todo durante el gobierno de Machado, a quien se le enfrentó directamente, como consecuencia fue exiliada, en México, por ejemplo, cooperó con diversos espacios periodísticos, y en Cuba también escribió para Bohemia y fue fundadora de la Revista Villa Clara la cual dirigió; decir además que su labor periodística no fue menos intensa.

Si bien en el Congreso de Mujeres de 1923 abogó por la necesidad del cambio de la legislación Civil y Penal, cuestionándose la situación jurídica de la mujer cubana. Durante todos los Congresos, el punto del derecho al sufragio se hace constante. Ofelia en función de esto creó el Comité de Defensa del Sufragio Femenino en contra de las leyes de Congreso que se negaba a cumplir las aspiraciones femeninas; lo que hizo que la lucha en torno a la obtención del sufragio se radicalizara. A pesar que hubo polémicas, como consecuencias de las diferentes posiciones adoptadas por las mujeres, sobre todo ante un periodo tan convulso como la dictadura machadista y el inicio de la Revolución de 1930, siempre se habló de la necesidad de obtener el sufragio, siendo este el inicio de las posteriores aspiraciones políticas.

Durante la década de los cuarenta, Ofelia ocupa diferentes cargos políticos como la dirección del Departamento de Propaganda de Guerra de la Defensa Civil dentro del Ministerio de Defensa Nacional; fue nombrada Vicepresidenta de la Federación Internacional de Abogados, y se designó miembro de la Comisión Permanente de Derechos Internacionales, etc.

Como es evidente, ella fue ejerciendo cargos y responsabilidades que la llevan de ser la representante villareña al I Congreso de Mujeres, a ser una figura política en Cuba, en especial, posterior a la dictadura de Machado, debido a la significación de esos cargos para el país.
Ahora, es importante ver el cambio que sufre el quehacer político y social de Ofelia; sus discursos, sus ponencias y sus cartas, son esenciales para comprender este proceso.

felia aparece en el II Congreso de Mujeres, con una ponencia, que versaba sobre la situación jurídica de la mujer, para 1928, como parte de la Alianza Femenina de Cuba, pide concretamente los derechos políticos y también civiles de la mujer. La ponencia “La situación Jurídica de la mujer en Cuba” que es un llamado al despertar de la conciencia de las mujeres y a que se sumen a las filas de las organizaciones femeninas, así como darle a conocer el fundamento legal de la serie de incapacidades que la limitan; aquí se presentan diferentes postulados, en los que enuncia la necesidad de desenvolvimiento de la mujer dentro del matrimonio, exigir el derecho a tener personalidad propia, más allá de ser casada, en los tribunales; que el divorcio sea visto como una ley de liberación y no como un escándalo público; que no se consultan a las mujeres para dictar leyes, ni para elegir gobernantes, por tanto por medio del sufragio se podría manifestar su voluntad. Decía Ofelia: “La ley civil te incapacita, te convierte en menos de edad (…) ante la Ley penal tu responsabilidad alcanza lo inaudito.” (DOMÍNGUEZ, 1971)

Durante los años entre 1930-1933, en el contexto de la lucha antimachadista, a Gerardo Machado le empezaron a presionar y tuvo que enfrentarse a las demandas populares, siendo una de las principales el derecho al voto de la mujer; el empuje feminista alcanzó una fuerza incomparable, pero la propia Ofelia y un grupo importante de mujeres se opusieron rotundamente a que el voto femenino fuera ofrecido de manos de un gobierno ilegítimo y que carecía de credibilidad; lo que explica que el voto y el acceso a los cargos públicos, en alguna medida, haya sido concedido en el año 1934, también visto este además como resultado de años de lucha revolucionaria tanto de hombres como de mujeres.

La visión política de Ofelia, le permitió asumir una posición irreversible respecto a la lucha en contra del régimen dictatorial de Machado (de hecho es increíble que en los textos de Historia de Cuba no se recojan, documentos como Al constituirse el Comité Pro presos de Cuba escrito por la propia Ofelia, que resume un análisis excelente de la situación cubana durante los años de Machado y pos machado, desde el exterior y el interior del país, no solo a partir de la política sino de la visión de la economía cubana del periodo). Consciente de su momento histórico y de la gran influencia que la Revolución de 1930 ejerció en ella dice:

“…estas luchas han traído en mi un cambio muy marcado a mi estructura ideológica. He tenido que vivir como vivo, acorralada, perseguida para poder comprender bien como se hiere al pueblo en su carne y en sus sentimientos. Me he ido sintiendo pueblo. El feminismo con sus aspiraciones políticas y civiles se me antoja ya estrecho molde para luchar. El espíritu de la época reclama algo más justo y equitativo. Le confieso que vivo un momento en que la posición de Rusia me atrae (...)” (DOMÍNGUEZ, 1971)

Hasta este punto quizás se puede dar por concluido uno de los puntos del trabajo; la labor de Ofelia en función de los derechos básicos de la mujer, en función de obtener el voto, de que se lleguen a cargos públicos, pues queda plasmada en sus ponencias, en la fundación de organizaciones.

Pero por otro lado, ¿hasta qué punto Ofelia Domínguez como una mujer que está dentro de la política del país se cuestiona el poder político de los hombres? ¿Aboga por buscar las vías para que la mujer tenga más acceso o no al poder político? ¿Se cuestiona porque tantas mujeres son postuladas y una mínima parte son elegidas? ¿Se inclinó a favor del empoderamiento de la mujer en el país? Ofelia como abogada bien defendió, y es indiscutible, los derechos de la mujer como ciudadana y de hecho a favor de esto desplegó toda una labor práctica increíble, pero como parte del Gobierno, como mujer de política, no queda clara su posición respecto al empoderamiento de la mujer; sus cartas a Paulina Luisi (Presidenta, en esa época, de la Alianza Uruguaya de Mujeres) demuestran la voluntad feminista y el querer cambiar la situación de la mujer en el continente, deja entrever no obstante algunos matices respecto al tema, consiente que la lucha de las mujeres, tiene que ser guiada, encabezada por estas pero hasta ahí, no existe la definición de lo que se quiere después : “Le aseguro que ningún hombre honrado se atreve a discutir los derechos de la mujer en nuestra patria, por eso estoy contenta sobre todo por nuestra juventud, hombres y mujeres a la par.” (DOMÍNGUEZ, 1971)

“¿No es verdad que estamos en un momento de intensas crisis de América? Algo nuevo ha de operarse, yo siento la emoción de lo nuevo, de lo inesperado… se hace necesario un reencuentro entre las nuestras… sería interesante una reunión modesta pero selecta. ¡Si pudiéramos nosotras, las mujeres sacudir nuestro continente!” (DOMÍNGUEZ, 1971). Es justo este, un punto importante, el papel de la mujer, o las aspiraciones de Ofelia respecto al papel femenino de la dirigencia de un proyecto tan grande como el de transformar la “situación caótica” del continente, se nos presenta con tono romántico, poco probable, a pesar de que pueda ser su aspiración no deja margen sino para entenderlo como esperanza y solo eso.

Si bien no niega la capacidad de la mujer de sacudir el continente, de estremecerlo y lograr un giro (asumo que esté incluida la política), o el cambio que la época requiere, tampoco se ve como algo realizable, solo con un matiz ilusorio. A partir de lo investigado Ofelia Domínguez nunca tuvo un proyecto, una idea concreta respecto a hacer un cambio en la vida política en Cuba. Entendió el poder solo como el poder del voto, como el poder de acceder a algunos cargos políticos en la vida pública, pero no como la dirección de una mujer desde el poder, vista esta como máxima dirigente del país. De hecho, algunas de sus afirmaciones quedan muy imprecisas, ejemplo durante la elaboración de la Constitución de 1940, expresó: “La mujer debe ir a la próxima constituyente a borrar las inferioridades que le afecten, contribuyendo al mismo tiempo al triunfo pleno de las demandas populares… La actuación de la mujer debe ser determinante. Allí tiene una amplia y grande tarea que realizar en beneficio suyo y a favor de Cuba” (SUÁREZ, 1997)

A manera de valoración general y quizás a modo de conclusión podríamos afirmar que, sin duda, Ofelia Domínguez fue una de las mujeres cubanas que más hizo en función de lograr la igualdad en todos los sentidos de los hombres y mujeres no solo en su país sino fuera de este, clamando a la unidad y la libertad de conciencia de las mujeres latinoamericanas. Habría que decir, más allá de los logros de las feministas cubanas y de los hombres que apoyaron la causa de ellas, que Ofelia nunca se cuestionó, o tal vez nunca fue un elemento clave en sus lineamientos identificarse con el acceso de la mujer el poder político o sencillamente cuestionarse al hombre en el poder.

Si bien se logra para las mujeres el voto, la posibilidad de acceder a la vida publica, lograr la legalidad dentro de todos los organismos, etc., siempre con sus pro y sus contra, no hubo una perspectiva política que llegue más allá, queda claro en una figura como Domínguez que fue brillante dentro del Gobierno, pero que jamás vio entre sus aspiraciones el acceso de la mujer a la presidencia y quizás desde allí pues mejorar las condiciones o estipular leyes a favor de la mujer, solo queda como misión cumplida el hecho de que se cuente con las mujeres para ver el destino de la nación.

No obstante afirmar esto de manera más rotunda requiere de un estudio más preciso y vasto del movimiento feminista y de la figura de Ofelia Domínguez como uno de sus puntales.

Asumo que una valoración objetiva acerca de su personalidad por muy completa que fuese siempre le quedaría algo que añadir, ella dedicó casi todos los años de su vida a la lucha por emancipar a la mujer y sus logros fueron más que aceptados para su época. Ofelia muere en 1976, y ha quedado sin duda en nuestra historia como pionera de la defensa de los derechos civiles y políticos de la mujer.

Bibliografía:

DOMÍNGUEZ N., Ofelia. 50 años de una vida. La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1971
GONZÁLEZ, Jorge F. Las luchas por el sufragio femenino bajo el régimen de Machado. 2007. Trabajo de Diploma-Facultad de Filosofía e Historia-Departamento de Historia, Universidad de La Habana, La Habana
GONZÁLEZ PAGÉS, Julio César. En Busca de un espacio: Historia de las mujeres en Cuba. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2003
Memoria del Primer Congreso Nacional de Mujeres. Centro de Capacitación de la FMC
NASH, Mary. Mujer y Movimiento obrero en España 1931-1939. Barcelona: Editorial Fontomara, 1981
SUÁREZ F., Liane. La mujer cubana entre 1940-1952. 1997. Trabajo de Diploma-Facultad de Filosofía e Historia-Departamento de Historia, Universidad de La Habana, La Habana

LUISA CAPETILLO: UNA HISTORIA, UNA OPINIÓN

Por Laura Benazir Hernández García.
Estudiante de 4to.
Año de Lic. en Historia,
Universidad de La Habana.

“Doña Luisa Capetillo
Con razón o sin razón
Ha armado tremendo lío
Con su falda pantalón”
(FMC, No. 74)

Con esta copla popular fue conocida en su época Luisa Capetillo, al convertirse en la primera mujer puertorriqueña en vestir pantalones de hombre en público; pero indudablemente más que esto fue, como la llama Don Martín Beltrán, panadero, organizador obrero y compañero de trabajo de Capetillo: “una mujer de otro mundo, que vino a abrir nuevos senderos” (FMC, No. 74). Es ella clara expresión de la cultura de la resistencia y de las formas de lucha que ha revestido el combate por la emancipación de la mujer y por el cambio social.

Por esto escribo, con el objetivo de ofrecer en unas pocas páginas de historia de vida un fragmento de la impresionante vida y la acción transformativa de esta mujer, prácticamente sumida en la anonimia; demostrando la inmensa contribución femenina a las principales transformaciones en la historia de las sociedades humanas, fundamentalmente en los proyectos nacionales y de construcción social en sus países.
Nacida en Arecibo en octubre de 1879, hija de una francesa que llegó a Puerto Rico como institutriz, y de un español descendiente de una familia acaudalada pero finalmente convertido en proletario, Luisa Capetillo recibió en su hogar una educación más liberal de lo que podía esperar una mujer de su época. No solamente aprendió pronto a leer y escribir sino que bebió en la cultura de sus padres, formada en el romanticismo decimonónico francés y el socialismo libertario que dio vida a los inicios del feminismo, fuertemente influida por las ideas democráticas y los ideales anarquistas.

En esta época tiene lugar en toda América Latina una explosión de protagonismo de las mujeres anarquistas, bajo la consigna: “Ni Dios, ni patrón, ni marido”. En Buenos Aires, Argentina, durante el año 1895 circula entre las mujeres el folleto Propaganda anarquista, bajo la firma de la librepensadora italiana Ana María Monzón, que abordó temas como el amor libre, la familia, las distintas formas de violencia conyugal y la explotación femenina en el trabajo fabril. En 1901 aparece en Guanajuato, México, el primer número del periódico Vesper, editado por la periodista revolucionaria y anarquista mexicana Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, con el objetivo de combatir al gobierno de Porfirio Díaz, y que establece vínculos posteriormente con los hermanos Ricardo y Jesús Flores Magón, figuras centrales del anarquismo en ese país y fundadores del Partido Liberal Mexicano. Así vemos cómo se desarrolla la lucha femenina en busca de una alternativa de resistencia para las mujeres trabajadoras, denunciando primeramente las pésimas condiciones laborales, las jornadas excesivas y los miserables y desiguales salarios que reciben. Así intentan estas “libertarias” encontrar su lugar en una sociedad históricamente patriarcal, a la vez que desde su universo persiguen la justicia social.
En 1894 existen en varias ciudades de Puerto Rico numerosas uniones femeninas en las que se incrementan los temas de las demandas: la asunción de la igualdad en un sentido amplio y el enfrentamiento a la explotación capitalista y a las desigualdades entre los sexos, desde el feminismo, asumido como condición de ideología.

Es precisamente este el contexto en que se forma la personalidad de Luisa, marcada además por su condición de “querida” del Marqués de Arecibo, con dos hijos reconocidos legalmente pero fuera del matrimonio, por lo que sufre en carne propia los prejuicios de la época.

Ya para 1904 Luisa inicia su labor con varios periódicos de su pueblo natal. Luego comienza a hacer trabajos para la industria de la aguja desde su domicilio, para así poder ganarse la vida por su propia cuenta y no tener que depender del padre de sus hijos. En 1906 empieza a trabajar como lectora en las fábricas del tabaco, profundizando su educación con la lectura de las novelas de Zola, Tolstoi, Hugo, Balzac, Dumas y otros; obras de contenido social y político de Marx, Engels, Bakunin, y otros escritores de ideales avanzados; y de los periódicos y revistas de índole socialista, anarquista, y sindicalistas.
Como explica en sus diarios, Luisa Capetillo hizo su "debut sindical" en 1907, cuando participó en una importante huelga agrícola de Arecibo, en ebullición con las ideas del obrerismo y del anarquismo, por el temprano contacto de sus trabajadores con la literatura revolucionaria que llegaba a la ciudad puerto. En 1908, asume la defensa de los derechos de la mujer, solicitando que la Federación Libre del

Trabajo apoye el derecho al voto para todas las mujeres, no solo las educadas, convirtiéndose en la primera sufragista puertorriqueña.
Desde sus claves ideológicas y sin unirse a ninguna de las organizaciones feministas de su época, Luisa fue la primera mujer puertorriqueña en escribir acerca de las ideas feministas y las teorías de los derechos de la mujer, uniéndolo a sus esfuerzos de lograr la unión y organización del movimiento laboral, como único vehículo de las mujeres pobres para garantizar su instrucción, cohesión y unidad, y así obtener justicia e igualdad.

A partir de 1911 y durante los próximos 5 años, Luisa extiende su radio de acción a otras regiones, vinculada a la Federación de Torcedores de Tabaco, con filiales en varios países de la Cuenca del Caribe, incluyendo la costa sureste de los Estados Unidos. Como internacionalista obrera residió en Tampa, Florida, y Nueva York, donde colaboró con el periódico Cultura Obrera. De allí pasa a Cuba, donde fue considerada una "anarquista peligrosa" al pasearse por las calles de La Habana usando ropa de hombre. Además visitó México y la República Dominicana, donde se le impidió hablar en un teatro porque se había solidarizado con un grupo obrero.
Luisa Capetillo ejerció su militancia sindicalista al tiempo que se formaba como feminista, y fundió ambos conceptos en uno, y no sólo predicó el obrerismo y el feminismo sino que vivió de acuerdo con sus principios, expuestos firmemente en sus cuatro libros publicados: Ensayos Libertarios; Mi Opinión sobre los Derechos, Responsabilidades y Deberes de la Mujer; La Humanidad en el Futuro e Influencias de las Ideas Modernas.

En su primer libro Ensayos libertarios publicado en 1907, y dedicado a los trabajadores de ambos sexos, Luisa profesa su culto a la justicia, la paz y la fraternidad universales. Además, postula la necesidad de una nueva educación exenta de ritos y dogmas, sentando las bases de la equidad en la felicidad y la autosuficiencia. Concede en este libro importancia vital a la instrucción para el logro de la libertad y la igualdad:

“La instrucción es la base de la felicidad de los pueblos. Instruid bajo el dosel de la verdad: rasgad el velo de la ignorancia, mostrando la verdadera luz del progreso, exenta de ritos y dogmas. Practicad la fraternidad, para estrechar los lazos que deben unir la humanidad de un confín a otro sin distinción de razas ni creencias. La ignorancia es la causa de los mayores crímenes e injusticias”. (VALLE, 2010)

En su próximo libro La Humanidad en el Futuro, elabora su ideal de sociedad futura, de la “nueva escuela”, de la que saldrían “hombres y mujeres incapaces de vivir a costa de la explotación, del fraude y la ignorancia”. (VALLE, 2010)

Posteriormente en 1911, elabora más en detalle su visión de la relación hombre-mujer. En Mi Opinión sobre las libertades, derechos y deberes de la mujer insiste en el gran potencial que tiene la mujer como agente de cambio social porque “el actual sistema, con todos sus errores, se sostenía por la ignorancia y la esclavitud de la mujer” (VALLE, 2010), y esto solo puede ser transformado a partir de su educación.
En el primer capítulo de la obra discute la condición de la mujer en el hogar, la familia y el gobierno. Opina que la mujer debe ser instruida, pero no solamente en los quehaceres domésticos y el arte de saber confeccionar con perfección una prenda de vestir, sino también debe instruirse en las ciencias, la aritmética, la geografía y la literatura universal. Se pregunta cómo es posible que, de un lado, se le entregue a la mujer la responsabilidad de la crianza de los hijos y, de otro, se le niegue acceso a la educación liberalizante. Cree Capetillo que la mujer debe instruirse para que eduque a sus hijos con corrección; para que obtenga el respeto de su marido y compañero; y para que, en caso de que sobrevenga la separación de los cónyuges, la mujer esté preparada para sobrellevar la responsabilidad económica e intelectual del hogar: “La mujer tiene derecho a separarse del marido infiel y para esto debe saber trabajar, si es que desea conservar su libertad”. (VALLE, 2010)
Respecto a su posición en cuanto a los derechos de hombres y mujeres, Luisa define así:

“Para ser equitativa la ley humana, debe consagrar la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, y todo privilegio concedido al uno o a la otra es contrario a la justicia. La emancipación de la mujer sigue al progreso de la civilización: su esclavitud camina con la barbarie. Por otra parte, los sexos no se deben más que a la organización física, y puesto que los espíritus pueden adoptar uno u otro, no existe diferencia entre ellos sobre este particular, y por lo tanto deben gozar de los mismos derechos.” (VALLE, 2010)

De aquí se traslada a uno de los principios más controvertidos de su ideario, el del llamado “amor libre”, aun cuando para ella pareció siempre significar una relación carente de ataduras legales, pero no “libertinaje promiscuo”. La pensadora feminista hace claro en repetidas ocasiones que el hombre y la mujer deberán unirse sin contrato alguno, siempre por amor y no por conveniencia de las familias. Luego, debe aspirar, en la unión entre el hombre y la mujer, a que exista el respeto y el apoyo mutuos. Para ella no debe existir la doble moralidad, mediante la cual el hombre puede serle infiel a la mujer mientras ella se ve obligada a quedarse en el hogar soportando una situación de inferioridad. Para Luisa Capetillo, como el matrimonio debe ser por amor, así debe permanecer, y en caso de romperse la unión, la mujer no debe quedar abandonada, sino ubicada en un nuevo rol, educada para trabajar en un oficio satisfactorio y apta para unirse a otro ser humano.

"Yo digo que el amor debe ser absolutamente libre, tanto para la mujer como para el hombre; y todavía añado: el amor no puede verdaderamente existir más que con la condición de ser libre. Sin la libertad absoluta, el amor es prostituido (…) La inmoralidad es la prostitución legal o no; es el celibato forzado de la mujer; es la venta del cuerpo femenino; es la sumisión de la esposa; es la mentira del marido hacia la que ha cesado de amar. Pero el amor libre no puede ser fuente de inmoralidad puesto que es una ley natural; el deseo sexual tampoco puede ser inmoral toda vez que es un deseo natural de nuestra vida física. Si la necesidad sexual fuera inmoral, en éste caso no hay más que anatemizar de inmoral el hambre, el sueño y todos los fenómenos fisiológicos que rigen el cuerpo humano". (VALLE, 2010)
Otro de los planteamientos feministas de Luisa Capetillo es el hecho de que no se debe estereotipar la educación de la niña, de la mujer. Cree que no se deben enseñar unos elementos a las niñas y otros a los varones, sino que estos deben formarse en una educación libre, en todas las materias, incluyendo las ciencias, las artes, la educación física, la gimnasia y la calistenia.

Igualmente defendió el lugar de la mujer en la sociedad del futuro, como parte integrante de esta y protagonista también de sus principales transformaciones: “Hoy no es aceptable eso del silencio y el retiro, en la mujer, pues hoy la mujer en Europa aspira a compartir los puestos públicos y a gobernar, administrar pueblos, sin perder su personalidad femenina, ni sus deberes de madre y esposa”. (VALLE, 2010)
Con la publicación de su libro Mi Opinión, Luisa Capetillo se convierte en la primera puertorriqueña que organiza sus ideas feministas y las publica como una tesis teórica.

Para 1916 está de vuelta en Puerto Rico, y publica su último libro conocido Influencia de las Ideas Modernas en el que desarrolla sus ideas sobre la moral y el amor. La obra está integrada por una diversidad de escritos en los que hay representaciones dramáticas, notas de diario y reflexiones fisiológicas. A lo largo de todo el libro queda evidenciada su sólida y extensa cultura general sobre la mujer en la historia. Respalda sus planteamientos en defensa del progreso femenino citando las vidas y obras de mujeres como Madame Curie, Juana de Arco, Concepción Arenal, Agustina de Aragón, etc. Además puntualizó las habilidades humanas y profesionales que potencialmente se encuentran en la mujer, preguntándose:

“¿Por qué calificar de prostitutas y viciosas a mujeres que están a más alto nivel moral que los hombres?

Veo reinas, emperatrices, mujeres inteligentes que piden reivindicación. Se ha exagerado de un modo abusivo su conducta y procedimiento. Una mujer libre, como Ana Bolena, ¿por qué acusarla de prostituta?, y a otras que no escribo sus nombres porque aún existen familiares.

Los historiadores no han tenido otro motivo para exagerar la conducta de las mujeres de otras épocas que la preponderancia de los hombres y el ser ellos los legisladores, historiadores y cultivadores de todas las artes, ciencias, literatura (…) Acostumbran entre ellos algunos "bombos" exagerados para ensalzar y elevar reputaciones, y con indiferencia para las mujeres cultas, libres e ilustradas, creyendo que éstas eran inferiores y no estaban capacitadas para realizar cualquier trabajo intelectual de diferente índole o procedimientos.
No acepto como viciosa ni perversa a mujer alguna conceptuada así por cualquier historiador que equivocadamente haya creído que la mujer no tiene derecho a usar de su completa libertad sin ser conceptuada viciosa, liviana, etc., en tanto el hombre ha podido hacer y realizar e inventar los más absurdos y ridículos caprichos sin que pudiese ser mal calificado, despreciado, impedido de concurrir a todas partes sin temor de no ser atendido, respetado y solicitado. La ley del embudo, a la cual nosotras pondremos término para tranquilidad de los justos y para rendir culto a la verdad y a la justicia que merece nuestro sexo.” (VALLE, 2010)
Con una pluma considerada feroz por muchos contemporáneos, Luisa demuestra la falta de fundamento de las actitudes superiores de los hombres perpetuadas por la tradición y la costumbre.

“¿La mujer debe ser mujer? ¡La mujer es para el hogar, no debe ser macho!, ¡a zurcir medias y calzones!, ¡a dormitar al amor de la lumbre tejiendo calceta! ¡Quién la manda a dar opiniones, ni a meterse en política, ni a pretender que la elijan diputada! ¡Eso no se puede soportar! ¿No le hemos permitido ya que ingrese en las cátedras para doctora en leyes o medicinas? Pues no se conforma, ya quiere ser juez, alcalde, jefe de policía, legisladora. Para eso la hemos dejado estudiar, para que quiera echarnos a un lado, pretendiendo acaparar nuestros puestos y querer superarnos. No sé cómo estas mujeres se olvidan de su debilidad y de su indiscreción, no se les puede confiar nada, ni enseñar algo, pues seguida quieren sustituirnos. ¿Pero cómo la mujer va a imitar al hombre? Si no puede, si es inferior, ¡hasta la naturaleza la condena a estar recluida durante el parto y la lactancia! Así se expresa la mayor parte de los hombres y ese es el concepto que le merece la mujer, olvidándose de su mujer, su madre y sus hijas. Pero no hay temor que la sangre llegue a los ríos ni a que las discusiones turben la placidez del hogar, pues la mujer no deja de serlo porque haga política ni exponga su opinión, así sea legisladora o detective. La mujer siempre será mujer, siempre que sea buena madre o mala, tenga esposo o amante. Es mujer, y no es ser mujer solamente estando empolvada y llena de cintas y encajes. Como no deja de ser un hombre el que perteneciendo a ese sexo aprenda a cocinar, a zurcir, a barrer y a coser. ¡Cuántos hombres lo hacen...! La mujer no pretende ser superior al hombre; al menos esa no es la intensión ni el fin de sus aspiraciones. Ella superará al hombre por su conducta y el cumplimiento de su deber”. (VALLE, 2010)

CONCLUSIONES

De esta manera se expresó claramente, sin miedos ni vergüenzas el pensamiento de vanguardia de esta mujer; que se atrevió a usar pantalones en público retando las costumbres y convencionalismos sociales, llamando la atención de manera audaz y original sobre sus ideales, convencida del derecho de toda mujer a comportarse, hablar y vestirse de acuerdo a sus principios.

Hoy en día cuando la cuestión de la mujer se encuentra en el centro de los proyectos reformistas o revolucionarios, el valor de estos propósitos depende en buena medida del papel que por su condición se le otorgue a la mujer dentro de sus planes y programas. Por tanto, los derechos de la mujer no son ya únicamente una cuestión de leyes o códigos, sino que constituyen el testimonio vivo de la evolución de estas sociedades, y del incuestionable y cada vez más protagónico lugar que alcanzan las mujeres en ellas. Así, los derechos de la mujer constituyen rasgo definitorio y decisivo del carácter de los proyectos sociales posibles, imaginables, utópicos…
Dentro de su visión anarquista Luisa Capetillo fue una transgresora en el sentido más diverso, impregnando su lucha por la reivindicación de la mujer en la sociedad con los principios de justicia social, trascendiendo las fronteras de la cuestión de género.

Luisa Capetillo vivió lo que predicó, lo que escribió para la posteridad. Ejerció la libertad en el amor y en la amistad, en el trabajo y en la escritura. Fue vegetariana y vistió pantalones. Una vida dedicada a la defensa de los derechos de la mujer, cuya herencia vivimos todas hoy.
Al informar su muerte, el periódico Unión Obrera del 15 de abril de 1922 leía: “Su entierro fue pobre, como son regularmente para los apóstoles líderes de las causas grandes de la humanidad.” (FMC, No. 74)

BIBLIOGRAFÍA:

AZIZE V., Yamila. La mujer en Puerto Rico, ensayos de investigación. San Juan: Ediciones Huracán, 1987
BENSADEN, Ney. Los derechos de la mujer: desde los orígenes hasta nuestros días. México: Colección Popular, 1980
GUERRA, Lucía. La mujer fragmentada: historias de un signo. Colombia: Edición Casa de las Américas, 1994
RICARDO, Yolanda. La resistencia en las Antillas tiene rostro de mujer. República Dominicana: Academia de Ciencias, 2004
VALLE F., Norma. Mi patria es la libertad. Disponible en: www.kaosenlared.net. Acceso en: 18 nov. 2010
VARGAS, Virginia. El movimiento feminista latinoamericano: entre la esperanza y el desencanto. S/L: S/E, 1990
FONDOS:
Centro de Capacitación de la FMC. Fondo Luisa Capetillo, Expediente No. 74

“Sin derecho a tener historia: el mundo de la prostitución en los primeros años de República”

Por Dayana Romero Benavides.
Estudiante de 4to. Año de Lic.
en Historia,
Universidad de La Habana

Introducción

El tema de la prostitución siempre ha sido y sigue siendo algo polémico, hablar abiertamente de ello hace un par de siglos te podía llevar a prisión, y actualmente, si conversamos sobre el tema, no podemos evitar bajar la voz e incluso sonrojarnos, como si no fuese una práctica común y altamente numerosa en la sociedad.
Muchas prostitutas han jugado importantes roles en la historia de la humanidad, ¿no lo era María Magdalena? Lo fue también Madame Bobary, concubina del rey Luís XV de Francia, y tuvo gran influencia en él y en el destino de su país, solo por citar algunas. Y nuestro país no es menos.

Ligados a nuestra historia tenemos numerosos personajes relacionados con el mundo de la prostitución, ¿qué cubano no ha oído siquiera mencionar a Alberto Yarini? El más famoso chulo que ha tenido Cuba, pero que era a su vez representante y portavoz del Partido Conservador, y provenía de unas de las familias más influyentes de La Habana. Pero actualmente nos seguimos empeñando en intentar ocultar ese pasado “bochornoso”, y silenciarles a personas pasadas y presentes que desean contar una historia.

Respecto a esto no puedo evitar mencionar una anécdota reciente, de cuando estaba realizando esta investigación. En el Centro de Investigación de la Mujer (donde tienen un fondo documental y bibliográfico importantísimo, y donde su bibliotecaria es una excelente trabajadora y persona) pedí un libro acerca del Primer Congreso de Mujeres de Cuba, y la bibliotecaria me lo trajo muy dispuesta. Más tarde le pregunté si tenía algún libro o documento sobre “La Bella Chelito”, “La Macorina”, o sobre otras prostitutas. No pudo disimular el disgusto y se limitó a contestar: “Aquí no tenemos nada sobre esas personas”. Esto nos ofrece la medida de que a estas mujeres no solo se les censura su profesión, sino que también su historia.
En fin, este trabajo está dedicado a todas esas mujeres sin historia, y en honor a una leyenda.

Desde su origen, en tiempos en que las jóvenes se ofrecían a los dioses por intermedio de los sacerdotes para obtener favores divinos, la prostitución ha estado regida, directa a o indirectamente por condiciones económicas que escapan a la voluntad o al deseo de los seres humanos. Nuestro país no está exento de estas prácticas. Este es un hecho que nos ubica en que hoy el dos o el tres por ciento de las mujeres trabajadoras de todo el mundo, se dedican al oficio “más antiguo”, obligadas por el desempleo, el hambre endémica, las migraciones, las pocas posibilidades de desarrollo, la escasas o nula educación, el predominio del patriarcado, la violencia doméstica que las devalúa ante sus propios ojos, la soledad, entre otras causas.

Lamentablemente, actualmente en nuestro país, la mayoría de los jóvenes que se prostituyen (o que “jinetean”, término más “cubano”) no lo hacen lanzados por la pobreza extrema, sino que básicamente lo que los impulsa ha sido la opción de ganar, sin demasiado esfuerzo físico, lo que sustentaría sus modelos de felicidad: una moneda de alto poder adquisitivo en el bolsillo, ropas y zapatos de moda, joyas, cosméticos, comidas, artículos electrodomésticos, paseos, estancias en hoteles y playas, y en no desdeñable medida, la posibilidad de casarse con un extranjero e irse del país. Pero, ello se escapa de la temporalidad que nos concierne en este trabajo.

Viajemos en el tiempo, situémonos en la Cuba, y más específicamente, en La Habana de los primeros años del pasado siglo. En 1899 ya se había oficializado el fin de la Guerra Necesaria por nuestra independencia y que a su vez, en su última etapa, había acontecido la intervención de los Estados Unidos en la misma y su posterior ocupación militar de la Isla.

Para ese entonces las condiciones de la vida material en Cuba podían considerarse desesperadas, especialmente en áreas rurales. La destrucción o abandono de las explotaciones agrícolas, así como el éxodo y la mortalidad entre la población rural resultaban las más señaladas características del campo cubano. Los cálculos arrojan un déficit poblacional de casi 400 000 personas en los años de guerra (1895-1898), que incluyen tanto las defunciones como los dejados de nacer en tan turbulento lapso.

La población masculina había mermado considerablemente, como consecuencia de la guerra, dejando detrás numerosas viudas, solteras desamparadas sin un cabezada familia que las mantuvieses, y en una situación económica paupérrima, y viéndose obligadas en su mayoría a emigrar a la capital en busca de alguna ocupación. Eran estas mujeres, en su mayoría analfabetas, sin saber hacer nada más que los oficios del hogar, y en situación desesperada. Si realizamos la ecuación: entrada masiva de extranjeros (por la intervención norteamericana) más, viudas y jóvenes solteras desamparadas, más, pobreza extrema, más, autoridad poco rigurosa, más, surgimiento y/o aumento del juego y de ilegalidades, el resultado indudablemente nos da igual a prostitución.

Era esta Habana una amalgama de tramas y subtramas que conformaban un universo singular, pleno de corrupciones e ilegalidades. Así, podía descubrirse en el Campo de Marte (hoy Parque de la Fraternidad) que la prostitución era legal, pues las meretrices estaban oficializadas y tenían un carné que les garantizaban la tranquilidad, y las que no tenías la manipulada cartilla compartían sus fondos con los policías de la zona. En aquellas oscuridades podían encontrarse vendedores ilícitos de drogas o de cualquier cosa, y la “impureza social” se ofertaba como algo trivial.

Pero la mayoría no entraban en ese mundo porque quisieran, a casi todas lo que les daba el impulso era ver a su familia muriéndose de hambre. Entonces, cuando se decidían, salían a buscarse un chulo que les comprara ropa y zapatos y que les pusiera a trabajar en una accesoria. Claro que éstos en su mayoría eran unos abusadores y les quitaba casi todo lo que ganaban, pero no tenían como meterse en el negocio si no era así.

Aquello no era nada fácil, pues tenían que meterse en la cama y complacer a hombres de todos tipos y figuras: blancos, negros, mulatos, chinos, gallegos o de donde fueran; limpios, sucios, a veces apestando a rayos, y no solo a aguardiente y a tabaco malo. Tenían que aguantar lo que viniera, porque sino el chulo les armaba “una buena” y hasta las golpeaban. Cuando podían los dejaban por otro, pero en el fondo era lo mismo, ya que todo el mundo las explotaba, no solo el chulo de turno, sino que hasta los médicos les sacaban un par de pesos cada vez que podían, sin contar a los policías, tan malos como los chulos.

La policía se lanzaba contra ellas por etapas. La acusación era siempre la misma: ofensa a la moral o por alteración del orden y escándalo en la vía pública. Nunca las acusaban de prostitutas. La ley no contemplaba el ejercicio de ese oficio como un delito; por tanto, no podían atacarlas por ahí. Si no les pagaban al policía de posta medio peso o una cajetilla de cigarros americanos, las llevaban presas. Los sábados, como era día de más movimiento en el negocio, tenían que pagar un peso.

Las formas de cazar a un “marchante” –posible cliente- no eran siempre iguales. En el bar, podían primero invitarlas a un trago, aunque también solían decirles simplemente: “Vamos a pasar un rato”. Les podían hacer una seña o mandar al cantinero que les sirviera una cerveza, o el recado para que la prostituta se le acercara. Otros no eran tan decididos, y ellas tenían que recurrir a las mejores sonrisas y decirles: “¿Me invitas a un trago? ¿Quieres pasar un rato bueno?”.
No era raro echar una partida de cubilete antes del encuentro. En las casas, sobre todo en la época en que había tela metálica en las ventanas y apenas se reconocían a las que estaban detrás, solían llamar la atención diciéndoles a los hombres toda clase de frases provocativas y sugerentes. Las “fleteras” (que andaban por las calles) también usaban frases parecidas; a veces atraían a los clientes mediante señas.

Este sistema se empleaba, de modo particular, cuando ellas se aventuraban por calles que no eran habituales para el negocio, o sea, que no estaban incluidas en zonas de tolerancia. Entonces guiñaban un ojo, o hacían un leve gesto con la cabeza, el puño cerrado o la lengua. También se insinuaban con preguntas o palabras de doble sentido. Otras, desde media cuadra de distancia, venían diciendo lo que eran, no sólo por el vestir descuidado y apretado en forma excesiva, sino porque llamaban en alta voz.

La entrada de franceses al país se incrementó en la época, convirtiéndose éstos en los chulos de más poder. Se les conocía como souteneurs o apaches, y con ellos trajeron a muchas francesas como mercancía para sus negocios. Eran estas francesas muy gustadas y preferidas por muchos, no solo por la palidez característica de su piel, ni por estar mejor vestidas y perfumadas, sino también por prácticas y técnicas más atrevidas que empleaban que a la mayoría de las cubanas les aborrecía.
En aquellas “sórdidas covachas” ocurría lo inconcebible en lo que a sexo se refiere, incluyendo perritos amaestrados utilizados por las fogueadas prostitutas francesas. Llegaba el hombre, y la mujer inquiría, a veces con palabras (“con perrito o sin perrito”), otras con habilidades conocidas de sobra, lo deseado: la forma habitual de cohabitación era la menos disfrutada, pues la mayoría de los asiduos preferían la novedad del sexo oral, que no se aventuraban a solicitar a las esposas. Así las francesas incorporaron además el sexo anal, desdeñado en las parejas matrimoniales por inmoral, pero que como innovación significaba un atractivo extraordinario para sus clientes. Las cubanas, durante un buen tiempo, no se ocupaban de esos juegos sexuales y se escandalizaban y escandalizaban a más no poder, agredían al hombre palangana en mano, mientras le gritaban que esa gimnasia podían irla a disfrutar con sus progenitoras.

Era en esa época la barriada de San Isidro la más popular zona de tolerancia. Era una trama de “inmundicias” y delincuencias, eran esas las “calles del vicio”, de todos los vicios. Por las calles Paula, San Isidro, Cuba, Habana, Compostela, Desamparados, etc.; las meretrices esperaban a sus clientes dentro de las accesorias y los hombres caminaban por la acera en busca de la preferida . La fama del barrio trascendían las fronteras del país, llegando a ser conocido en España, Francia y Estados Unidos.

Pero cuando se dice San Isidro, hay que hablar de Alberto Yarini. Con sombrero de castor carmelita oscuro y saco de dril blanco, pantalón a rayas, manejando con cuidados de orfebre el nuevo lazo en la corbata. Seleccionaba el color del chaleco, la leotina de oro, el pasador, el cinto, los zapatos, los mejores zapatos de glasé, los franceses de color avellana. Estudiaba con cuidado, a veces durante horas, su melena recortada, partida exquisitamente a la izquierda y con un mechón de pelo encrespado sobre la frente. Atrevido y soez como las caras esencias con que se perfumaba, hacía alarde de un arte especial para rendir a las mujeres y una mano muy dura para controlarles el dinero.

Hijo de Cirilo José Aniceto Yarini Ponce de León y de Juana Emilia Ponce de León, vio la luz Alberto Yarini Ponce de León, en 1882, quien, a pesar de su corta vida, se convertiría en una leyenda . Cuentan de él, quienes lo conocieron que fue un gran hombre, de los buenos, y muy buen amigo, de los que ayudan cuando más se les necesite, sin condición de ninguna clase, sin nada a cambio, a pesar de que era político, conservador. Él lo mismo hablaba con un negro, que con un chino, con cualquiera. Él era un rey. Y fue su reino de meretrices, de jugadores, chulos, ladrones; de criminales, estafadores, aduladores, vagos, matones. Fue su imperio de gente pobre: de carpinteros y estibadores, de albañiles y bodegueros, de marineros y panaderos, de lavanderas, cocineras y policías.

Este guayabito de apellidos célebres, el de palabra fácil, persuasiva, se convirtió de un solo paso en Presidente del Comité Conservador de San Isidro, con fuerza política en toda la zona de Belén. En su reino, Yarini se regodeaba por las calles saludando con gestos de caballero intachable, regalando monedas a los chiquillos y dando palmadas a los que lo adulaban y exaltaban, como a él degustaba. Era un hombre que debía cuidarse, porque sus rivales, los apaches foráneos, sabían ser implacables. El traficante de mujeres Louis Letot, Jean Petitjean, Ernest Laviere Paris, Quoerrier, Benedetti, Finet, entre otros, quienes andaban por el barrio con trajes de casimir, eran adversarios suspicaces y celosos del negocio, pero Yarini no tenía guardaespaldas.

Hacía tiempo que los problemas entre los chulos cubanos y los franceses se iban complicando cada vez más. No era que entre las prostitutas cubanas se estuviera despertando un sentimiento de nacionalismo, ni en especial un gusto por los cubanos en las francesas. Ya habían ocurrido broncas y navajazos entre ambos bandos. Era una guerra no muy silenciosa, que marchaba hacia líos mayores. Los franceses habían mantenido el control total de la trata de blancas. Cada cierto tiempo un francés viajaba a Francia en busca de mercancía fresca. Todo esto se hacía con la aprobación de las autoridades.

Sobre la muerte de Yarini se ha hablado más de lo que en verdad se ha escrito. Cada cual da su interpretación; se hace eco de los rumores que han llegado hasta nosotros. Se dice que se ha querido ver más de dos cosas en el asesinato, cuando en realidad todo se reduce a una fórmula muy simple: a Yarini lo mataron porque le quitó una mujer a un chulo francés. Pero, probablemente, ahí debió de haber otras razones. Cuando Letot (principal enemigo y rival del “guayabito”) regresó de Francia y se enteró de que Bertha Fontaine (conocida como la “Petit Bertha”, se dice que fue la más hermosa mujer de San Isidro) se le había ido con Yarini, declaró que había venido a Cuba a explotar mujeres, no a morir por ellas.

Letot era un hombre hábil, no se le podía pasar por alto que Yarini era el presidente de de los conservadores en el barrio. Pero los demás chulos franceses hicieron mucha presión para que Letot se enfrentara con Yarini. El 21 de noviembre de 1910, Alberto Yarini se levantó más temprano que de costumbre y fue al velorio de la madre de Domingo J. Valladares, Presidente del Comité Conservador del Barrio de Marte. Al regresar almorzó con sus mujeres, Celia, Elena y la Petit Bertha y durmió una pequeña siesta. Más tarde se dirigía hacia sus accesorias, ubicadas en Compostela y Habana. Al pasar Compostela se le une José Basterrechea (más conocido como Pepito, su más fiel e íntimo amigo ) y ambos cruzaron la calle y fueron a la accesoria número 59. Luego entraron en la 60, donde se encontraba Elena Morales, ambos entraron con ella y conversaron un momento. Ella se dirigió a la puerta, para ver qué pasaba en la calle, ya que se escuchaba un revuelo. Yarini salió detrás de ella, cuando vieron que Letot estaba de pie frente al acceso principal de la casa, por lo que la meretriz volvió a entrar rápidamente. Al ver a Yarini, y sin pronunciar ni una palabra ni darle tiempo a nada, el francés comenzó a disparar, a la vez que una lluvia de balas caía desde la acera de enfrente y de los tejados y azoteas, en los que se habían apostado otros ocho extranjeros. Yarini sacó su revólver, pero no le dio tiempo a usarlo. Detrás de él venía Pepito Basterrechea, con un revólver en la mano. Basterrechea, al darse cuenta de que agredían al amigo, hizo varios disparos sobre Letot, uno de los cuales hirió mortalmente al francés en el centro de la frente. Letot murió al instante, Yarini el día 22 a las diez y media de la noche en el hospital, no sin antes firmar una nota en la que se declaraba culpable de la muerte de Letot, y defendía la inocencia de Basterrechea. Fue ese uno de los entierros más concurridos de nuestra historia, en la que participaron, según se dice, decenas de miles de personas, de todas las clases, razas y posiciones .
Contra la prostitución se pronunciaron los medios de comunicación en innumerables ocasiones, de vez en vez un periodista la emprendía con las prostitutas, rehacían denuncias públicas, e incluso se decía por unos días que se iban a cerrar los barrios de tolerancia.

Pero una de las más reconocidas personalidades que se pronunciaron contra la prostitución fue Hortensia Lamar. Fue ella una de las más destacadas oradoras durante el Primer Congreso Nacional de Mujeres realizado en La Habana en 1923, quien fue como presidenta y representante del Club Femenino. A continuación citaré unos fragmentos de su discurso:

“(…) Sería prolijo un estudio o relación detallada de las causas determinantes y mantenedoras de la prostitución universal, hechos ya por distinguidos sociólogos. Solo mencionaré a grandes rasgos las más poderosas constantes; ellas son: la sórdida miseria de los parias de la sociedad que viven hacinados en horribles tugurios en los barrios bajos de las ciudades populosas, contaminándose unos a otros, y legando con la inconsciencia de bruto, en la bestialidad del instinto sin freno y sin alma, la modesta predisposición al vicio. Esa infancia con lacras hereditarias, crece y se desarrolla en un medio en que la bajeza, la grosería y la obscenidad son las normas de la vida. (…)
(…) Las mujeres que nos interesamos en la defensa del hogar, de la institución de la familia y en la salud y normal desarrollo de la raza, pedimos: como medida de profilaxis social, la clausura de todos los burdeles; pena de prisión de todo el que ejerza la prostitución, mujer u hombre, que tanta culpa tiene la que vende su cuerpo como el que lo compra; prisión correccional, que tenga tanto de clínica, como de escuela, en el campo, en contacto con la Naturaleza, tanto la de hombres como la de mujeres. Pedimos la clausura de las llamadas Academias o escuelitas de baile, que no son otra cosa que escuelas de corrupción de menores. Pedimos pena de prisión correccional para los padres que permitan a sus hijos frecuentar esas escuelas de vicio. Legislación penal para los traficantes de drogas heroicas y para los traficantes y explotadores de mujeres, en el asqueroso comercio. Estos son dos comercios que van íntimamente ligados. (…)
(…) Aquí también existe ese tráfico horrible, esa compra-venta de seres humanos, la criminal, repugnante trata de blancas con infelices e indefensas extranjeras traídas como mercancía, por lo cual se ha pagado en el lugar de origen el precio convenido al agente, y que luego aquí va subiendo de valor, según la calidad y la demanda que haya, y a veces sacada a subasta, después de la cual queda en poder del traficante que ha de explotarla, obteniendo todas las ganancias que su asqueroso comercio traiga del vicio. (…) El Club Femenino de Cuba, integrado por mujeres que han sentido una dulce e infinita compasión por esas pobres hermanas víctimas de la última y más abyecta de las esclavitudes; mujeres que tienen el firme propósito de continuar trabajando por el mejoramiento de la humanidad, empezando por la propia patria, han acordado fundar bajo los auspicios de la Institución referida una Liga contra la trata de blancas, de la prostitución y corrupción de menores. Con este fin haremos en breve un llamamiento a todas las clases sociales. (…)” (MEMORIAS, 1924)

Era esta, a grandes rasgos, la intervención de Hortensia Lamar. Fue este un discurso valiente y bastante osado para la época, pero que representa unas ideas bien claras.
Sin más, espero haber cubierto las expectativas. La prostitución es un oficio que, en mi opinión no dejará de existir, quizá desaparezca cuando el ser humano deje de mostrar interés por el sexo, lo cual imagino que estará ligado con el fin de la humanidad.

Bibliografía

CAÑIZARES, Dulcila. San Isidro 1910: Alberto Yarini y su época. La Habana: Ed. Letras Cubanas, 2000
ELIZALDE, Rosa M. Flores desechables: ¿prostitución en Cuba? La Habana: Ed. Abril, 1996
Facetas de la vida de Cuba Republicana. La Habana: Oficina del Historiador de la Ciudad, 1954
FERNÁNDEZ R., Tomás. Historias de mujeres públicas. La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1998
Memoria del Primer Congreso Nacional de Mujeres. La Habana: Imprenta La Universal, 1924
ROIG de L., Emilio. Males y vicios de Cuba Republicana. La Habana: Ed. Oficina del Historiador, 1961

Tina Modotti

Por David Novo Curiel.
Estudiante de 4to. Año
de Lic. en Historia, Universidad de La Habana


Assunta Adelaida Luigia Modotti, nació en Italia en 1896 en Udine, una pequeña ciudad de fábricas textiles en el norte de Italia, cercana a Trieste, el puerto del Mar Adriático. Su padre, Giuseppe Modotti, era de profesión mecánico y socialista radical con ideas revolucionarias, perteneciente, claro está, al Partido Socialista. y su madre, Assunta Mondini, estaba dedicada a las tareas del hogar.

De niña es llevada a Austria, con la intención de vivir en un ambiente político más libre; pero al no conseguirlo, tuvieron que regresar a Italia. Se educó en escuelas italianas y austriacas, pero debido a los escasos recursos económicos de su familia, a los 12 años se vio obligada a trabajar en una de las fábricas textiles de su ciudad natal.

Luego de un tiempo el padre y la hermana mayor de Tina emigran a Estados Unidos, atraídos por el ideal del "sueño americano". Mientras el padre trabajaba de obrero y la hermana en un taller de costura en California, como costurera en Italia, Tina se hacía cargo de la manutención de su madre y sus hermanos pequeños, viviendo en condiciones muy extremas, pero con un gran sentido de justicia e igualdad derivado de la postura política familiar.

Alrededor de los 17 años parte a Norteamérica, comienza a trabajar de costurera en Magnin's, pero gracias a su destacada belleza, pronto se transforma en modelo, incluso de sus propias confecciones. De sus características lo que más llamaba la atención era su frágil figura, el delicado rostro y la mirada triste. Pronto incursiona como actriz en el cine mudo. Por ese tiempo conoce a Roubaix de L'Abrie Richey, mejor conocido como Robo, quien al cabo de un tiempo, sería su esposo. Robo se desenvolvía en un gran ambiente bohemio, pues era pintor y poeta; constantemente organizaba reuniones en el patio de su casa, donde se tocaban temas como la revolución rusa, el amor libre, los convencionalismos, la moralidad y las aventuras de Pancho Villa.

Robo, al igual que muchos extranjeros alrededor de 1922, queda atrapado por la magia de los sitios exóticos y su cultura, por lo que decide viajar a México, donde desgraciadamente cae enfermo y muere de fiebre amarilla. Tina, quien se había quedado en Estados Unidos, no lo alcanza con vida.

Tina, con su atrayente tipo de femme fatale, se enamora de Edward Weston su marido los había presentado- mientras Robo permanecía en México. Tina, quien posaba tanto para su marido como para Weston, decide viajar a México acompañada de este último. Una vez establecidos, y envueltos por la multiplicidad de colores y ambientes, Tina descubre otra faceta de sí misma y abandona la melancolía y suavidad de Robo, por la explosión sensual y artística del fotógrafo.

Logra convencer a Weston para que la tome como discípula, y poco a poco va logrando una obra de gran calidad. El fotógrafo tenía ideas abstraccionistas muy avanzadas para su época y esta influencia es notoria en la obra de Tina. Weston regresa a Norteamérica y Tina, que ya se había codeado con el mundo cultural de la época, decide quedarse, sintiendo un gran compromiso con los indígenas, pues desde la primera vez que realizó un viaje al Istmo de Tehuantepec -junto a Diego Rivera, Frida y otros intelectuales de la época-, quedó maravillada.

Tina estaba en plenitud de su sexualidad, no se inhibía por su desnudez, a ella le gustaba juguetear desnuda; le molestaban las ataduras, los botones, los cinturones o cualquier prenda que le estorbara para moverse. Tenía una forma muy especial de caminar, de hablar, todo en ella era llamativo, y más para los mexicanos poco acostumbrados a una mujer con esas características. La mayoría de las mujeres del país ni pensarlo, ellas no podrían ser como Tina.

Tina se impresionó tanto con México que quiso plasmarlo en imágenes fotográficas como un homenaje, aunque no sólo captaba sus formas estéticas, sino que retrataba la visión de un país lleno de miseria e injusticia.

Conmovida por la explotación en la que vivía la clase trabajadora de la posrevolución mexicana, Tina se convierte en revolucionaria activista desde principios de los años veinte, desarrollando fuertes lazos con miembros del grupo de la Unión Mexicana de Artistas, entre los que se encuentran Manuel Álvarez Bravo, Diego Rivera, Charlot, Orozco y Siqueiros.

En 1927 se afilió al Partido Comunista Mexicano y desde ese año hasta 1940 trabajó como editora colaboradora y fotógrafa de la revista Folklor Mexicano. Durante su estancia en México escandalizó a la mojigata sociedad de aquella época por ser una mujer que vivía bajo el mismo techo con un hombre que no era su marido ni su hermano, que salía a la calle después de las ocho de la noche y compartía la mesa en lugares públicos con varios varones; además de tener la costumbre de bañarse desnuda en la azotea de su casa cuando llovía.

En 1928 conoció a Julio Antonio Mella, dirigente estudiantil cubano, en una manifestación en protesta por la ejecución de Sacco y Vanzetti, con el cual comienza un romance y es considerado el amor de su vida, este joven estudiante cubano de fuertes ideales de izquierda, era el encargado de ayudar a sus compatriotas que huían de la isla.

Desafortunadamente Mella es asesinado en 1929. Para ese entonces, Tina ya había publicado en algunas revistas y periódicos de izquierda como la Revista de los Estridentistas, que a pesar de especializarse en literatura, coincidía con algunos principios de este movimiento artístico-, lo cual la vinculaba a esta postura política, indicio que llevó a culparla del asesinato del joven cubano.


Sin embargo, se le declara inocente poco después del crimen. Al año siguiente la acusan de haber tomado parte en el intento de asesinato de Pascual Ortiz Rubio, presidente de México, por lo que es expulsada del país. De allí salió acompañada del líder comunista Vittorio Vidali, rumbo a Alemania.


Continúa su trabajo en el exilio en Berlín, donde se hace miembro de la Unión de Fotógrafos de Prensa y publica sus imágenes en Der Arbeiter-Fotograf. Abandona la fotografía por el activismo político mientras se encuentra en Moscú entre 1931 y 1934 trabajando para la Cruz Roja Internacional de la URSS.


Al comenzar la Guerra Civil se trasladó a España para formar parte del Quinto Regimiento. Cuando llegó, renunció a realizar una sola fotografía. Para ella no era compatible el arte con la violencia de los acontecimientos. Se sentía incapaz de retratar lo que veía y optó por la lucha armada. No obstante, Vidali, como dirigente de las Brigadas Internacionales, le ordenó cambiar las armas por el espionaje, ya que sus conocimientos de italiano eran muy beneficiosos dada la nacionalidad de las fuerzas que apoyaban a los franquistas. También colaboró en los hospitales con el Socorro Rojo. Tuvo que coincidir con Gerda Taro en Almería, pues a Modotti se le encargó el seguimiento de la tragedia en esa ciudad. Sus reportajes se publicaban en Ayuda, órgano de prensa del Socorro Rojo Internacional, y los firmaba con alguno de los pseudónimos que utilizó en España: María, Carmen Ruiz o Vera Martini.


Regresa a México en 1939, donde continúa su actividad política mediante la Alianza Antifascista Giuseppe Garibaldi con un nombre falso; fotografió, trabajó y continuó su labor política hasta su muerte en 1942, debida a un ataque cardiaco.

En su lápida, ubicada en el panteón Dolores de la Ciudad de México se lee un verso de Pablo Neruda:
“Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes;
Tal vez tu corazón oye crecer la rosa
De ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa”.