Por Julio Cesar González Pagés
En 1811, con la salida del El Correo de las Damas, se inicio la prensa destinada a mujeres en Cuba. Preceptos morales, sexuales y de todo tipo eran resaltados por estas publicaciones que no escapaban de la visión patriarcal de la sociedad cubana decimonónica donde los roles maternales, maritales y de familia la ponían en una eterna minoría de edad.
En 1811, con la salida del El Correo de las Damas, se inicio la prensa destinada a mujeres en Cuba. Preceptos morales, sexuales y de todo tipo eran resaltados por estas publicaciones que no escapaban de la visión patriarcal de la sociedad cubana decimonónica donde los roles maternales, maritales y de familia la ponían en una eterna minoría de edad.
El surgimiento de una abundante prensa femenina en la Isla en el siglo XIX, ya sea monárquica o independista, estuvo destinada a resaltar los valores familiares para las mujeres, teniendo en el género poético y en las ideas sobre la naturaleza, fertilidad y floración sus puntos centrales.
Publicaciones como La moda o Recreo Semanal del Bello Sexo (1829); Ramillete Habanero (1854); La Noche (1864); El Céfiro (1866); Las Hijas de Eva (1874); El Recreo de las Damas (1876); o La Familia (1884) fueron solo algunos de los espacios creados por mujeres y hombres para hablar de estos temas.
Escritoras como Gertrudis Gómez de Avellaneda y su Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello (1860) rompieron con los arquetipos creados para las cubanas en la Colonia donde el romanticismo y sus modelos de belleza etérea predominaron.
El 24 de febrero de 1895 con el número del El Fígaro dedicado a mujeres cubanas relacionadas con la educación y la cultura, y el impactante editorial de Aurelia Castillo titulado “Esperemos” se creó un nuevo tipo de opinión que relacionaba a las mujeres cubanas al feminismo denunciando: “las leyes tiraron una línea entre el hombre y la mujer, y sobre esa línea alzaron las costumbres elevadísima e infranqueable muralla. La mujer hubo de acatar leyes en cuya confección no tomaba parte (…)”
Partiendo de esta fecha como referencia las publicaciones con artículos dedicados a este tema empiezan a ser comunes y así surgen en el periodo de 1902- 1940: El Feminista Cubano, El Sufragista, Emancipada, Femenina, Feminista, La Mujer, La Mujer Moderna, La Sufragista, Lyceum entre otras.
Revistas y periódicos de varias provincias del país también estrenaban mujeres como directoras. Algunas de las más respetadas fueron Juana Cañizares en la Revista Ibis de Santis Spíritus; Rebeca Elías en la Revista Preludio de Guantánamo; Carme Guerra en la Revista Caibarién y Natalia Aróstegui en Pro-Arte Musical en la Habana.
La prensa cubana, de forma general, abrió espacio para el debate de las sufragistas y las feministas, entre las que pronto comenzaron a parecer divergencias en el apoyo a las gestiones gubernamentales sobre todo en el periodo del dictador Gerardo Machado (1925- 1933). Muchas de las más importantes figuras del periodismo feminista se dividieron en posiciones divergentes como fueron los casos de María Collado, Mari Blanca Sabas Aloma, Lolo de la Torriente y Hortensia Lamar.
Un medio de prensa particular con el que contaron las agrupaciones de reclamo al voto fue El Sufragista, con una frecuencia de publicación mensual, de restringida circulación entre las integrantes de estas agrupaciones, que dirigía la presidenta del Partido Nacional Sufragista (PNS), Amalia Mallén de Ostolaza, quién lo financiaba con sus fondos personales.
La mayoría de los artículos escritos en este tabloide eran de poco vuelo literario y de escaso análisis político, pues solo se pretendía con ello ganar adeptas. Entre los artículos que podemos resaltar están los escritos por Aida Peláez de Villaurrutia y Amalia Mallén bajo los títulos de “Necesidad del voto para la mujer” y “Estamos preparadas” ambos publicados, en 1923, por El Sufragista.
La prensa feminista también tendría en La Mujer Moderna órgano oficial del Club Femenino de Cuba, un medio eficaz para reflejar la polémica del sufragio extendido a otros grupos de intelectuales.
Una de las controversias más seguidas fue la propiciada por la tesis de “inferioridad de la mujer”, sustentada en su visita a la Habana por el médico español Gregorio Marañón, en un acto público en la Academia de Ciencias, y criticada por el intelectual cubano Francisco Ponte Domínguez en Matanzas quien convocado, por el Grupo Minorista expreso en una velada: “Mujeres que me oís,(…)con una talla intelectual y moral superior generalmente a la de su consorte no posee la sagrada función del sufragio por la pérfida de los directores de la sociedad cubana, él, el zángano de la colmena, no solo se burla y mofa de la inferioridad de la mujer sino que acude al electorado hasta…. Señores, ¡para dar su voto al mejor postor! “
Una vez obtenido de forma legal algunos de los sueños de las feministas en la Constitución de 1940 como lo son el sufragio, el divorcio y mejoras laborales el debate sobre la temática femenina se involucra hacia temas relacionados con la II Guerra Mundial y la idea expandida de “una vuelta a las casas para las mujeres”. La prensa y los medios de comunicación jugaron un papel fundamental cuando comenzaron a venderse un modo de vida norteamericana donde el “ama de casa “se glorifica y Revistas como Vanidades, Romances y Selecciones ,ayudaron a pensar que el consumo y el cuidado del hogar era la misión fundamental de las mujeres.
En 1959 con el triunfo de la Revolución y con la Federación de Mujeres Cubanas como protagónica se lucha por crear nuevos espacio de visibilidad mediática para las mujeres. En principio se funden viejas revistas y surgen nombres como Ellas en Romances. Otras ya son emblemáticas de los nuevos tiempos como Mujeres y la mas nueva Muchachas que han dado espacios a un tipo de cubanas que regularmente no se conocía en los medios de comunicación como son las macheteras, cafetaleras, militares, deportistas, y obreras.