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martes, 26 de junio de 2012

Cuba: Movimiento feminista del siglo XX no figura en la historiografía nacional

De la redacción
(semcuba@ceniai.inf.cu)




Conferencia en el Colegio de San Gerónimo de la Habana  por el 100 Aniversario del Feminismo en Cuba

La Habana, julio (SEMlac).- A cien años de la fundación de las principales organizaciones feministas en Cuba, este movimiento constituye aún un tema pendiente en el debate académico cubano.
"El feminismo siempre se ha vinculado a un asunto menor, de poco sustento teórico-metodológico, pues todo discurso que transgreda el canon androcéntrico se califica de irracional y superficial", afirmó el historiador Julio César González Pagés durante una conferencia dedicada al centenario del movimiento feminista en Cuba.
Si bien el investigador reconoce la importancia del pensamiento y accionar de muchas cubanas durante los siglos XVIII y XIX, opina que es desde la actualidad que podemos catalogar de feministas a esas figuras. Por eso registra como el inicio del movimiento en la isla la creación, en 1912, de las primeras organizaciones que asumieron en su programa esta ideología.
Los partidos Nacional Feminista, el Popular Feminista y el de Asociaciones Feministas de Cuba fueron organizaciones que iniciaron las luchas por el derecho al voto, la aprobación de la ley del divorcio y la ley de patria potestad, entre otras reivindicaciones políticas y sociales.
Mujeres vinculadas a la cultura y la educación protagonizaron el nacimiento y desarrollo de estas organizaciones y la militancia feminista en el país. Sin embargo, ante el criterio de algunos de que este fue un movimiento de burguesas, González Pagés recuerda que un gran número de obreras se sumaron a la causa feminista.
Entre ellas sobresale el papel de las despalilladoras de tabaco y el liderazgo de Inocencia Valdés, Niñita, quien impactó por su oratoria durante el Segundo Congreso Nacional de Mujeres, en 1925.
Luego de la aprobación de la Constitución de 1940, que incluyó buena parte de las demandas feministas, el activismo decayó. No obstante, por esos años estuvo activo el Lyceum, una organización que desde la cultura promovió el desarrollo intelectual femenino y visibilizó lo mejor del pensamiento feminista.
Ante la invisibilidad del movimiento tras el triunfo de la Revolución en 1959, Pagés reconoce que los cambios sociales generados por el proyecto socialista, sus significaciones en el desarrollo de las cubanas y la revisión del feminismo liberal fueron mediadores importantes en el rechazo de los preceptos de esa ideología, el posterior distanciamiento de las tendencias más contemporáneas y la ausencia de una historiografía feminista.
"El movimiento feminista radical tuvo su desarrollo en los años 66, 67 y 68 del siglo XX, casi diez años después del triunfo revolucionario. Con lo cual el feminismo que revisó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) fue el feminismo liberal y este tenía un vínculo con el pensamiento burgués. La Revolución significó un movimiento de lucha de clases y de revocación de ideas pasadas. Por eso en el ideario de la mujer socialista no cabían concepciones burguesas", recuenta.
Pese a que la historiografía ocupa un papel fundamental en el rescate de la memoria histórica, el aporte del pensamiento feminista no figuró en documentos y libros editados en el país después de 1959.
Para su visibilización, González Pagés aboga por cambiar el canon historiográfico y configurar nuevas maneras de investigación, lo que implica un cambio en la propia metodología, pues, por ejemplo, el accionar femenino en el espacio público del siglo XX fue documentado por la prensa y publicaciones de las propias organizaciones, una bibliografía que rompe con las fuentes tradicionales.
Otro de los retos que profesores y estudiantes identifican es el desarrollo de una formación profesional acorde a los tiempos y consciente de los silencios y ausencias en la memoria nacional.
"No podemos pensar en un futuro del pensamiento feminista en Cuba si su historia y teoría no figuran en la formación curricular de nuestras universidades. Resulta muy difícil formar a personas con una visión no androcéntrica si, realmente, a lo largo de cinco años -salvo alguna excepción- no encontramos muchos personajes femeninos en la historia", alerta este investigador, con 26 años de experiencia en la materia.
No obstante, algunos cambios comienzan a ser perceptibles. Desde 1992 existe en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana un curso optativo sobre historia de mujeres; también crece cada año el desarrollo de tesis de licenciatura sobre estos temas y la publicación de varias investigaciones.
Entre quienes han dedicado su obra al estudio del tema en Cuba, está la historiadora Raquel Vinat, quien dialogó con González Pagés sobre el sacerdocio y la pasión que implican el estudio del feminismo.
Durante su intervención, Vinat llamó la atención sobre la importancia del conocimiento y el acercamiento desprejuiciado a estos temas, convocó a promover el debate público sobre estas cuestiones y catalogó de poco científicas las investigaciones que anulan a las mujeres y su participación en las distintas épocas históricas.
Para la historiadora, es tiempo de dar a reconocer el aporte de estudios que existen y esperan ser publicados. "Es tiempo de debatir y rescatar esta historia, pues corremos el riesgo de perderla. Tenemos que repensarnos también esas teorías internacionales, que son muy importantes, pero que en ocasiones no nos sirven, pues fueron elaboradas a partir de otro contexto y culturas. Nuestra teoría tiene que tener otro sabor", afirmó.
          
                        Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe-SEMlac
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lunes, 12 de marzo de 2012

Los 100 años del Movimiento Feminista en Cuba



Los centenarios casi siempre son festejados por todas las personas que sienten como suyo el homenaje de tan importante cifra. En el presente año el Movimiento Feminista Cubano está de centenario y puede pasar, salvo intentos individuales de artistas y escritores, que no sea tomado como una conmemoración “seria” que involucra a toda la Historia de la Nación.

A pesar de los reclamos individuales realizados por patriotas, como Ana Betancourt y Edelmira Guerra, o intelectuales, como María Luisa Dolz y Aurelia Castillo, la problemática femenina en Cuba, quedó arquetipada hacia comportamientos más generalizados del siglo XIX, cuando ser madre y esposa permitió una mayor aceptación social.

Las constituciones independentistas de Guáimaro, Jimaguayú y La Yaya, las Bases del Partido Revolucionario Cubano y el Manifiesto de Montecristi, fueron alabanzas de libertad, fraternidad y democracia que no tenían reivindicaciones para la mujer, las cuales fueron dejadas para cuando se lograra el futuro independiente. Sin embargo, cuando llegó este momento, de forma arbitraria, fueron excluidas de ser ciudadanas con derechos políticos.

El feminismo cubano en la primera década del siglo XX  solo estuvo marcado, en el debate político,  como una tendencia legitimada por intelectuales de reconocido respeto en el área de los derechos políticos para las mujeres, como Enrique José Varona, Francisco Caraballo Sotolongo o la feminista-independentista Magdalena Peñarredonda.

En 1912 se crearon en La Habana las tres primeras asociaciones abiertamente feministas que pedirán el sufragio femenino como reivindicación. El Partido Popular Feminista, el Partido de Sufragistas Cubanas y el Partido Nacional Feminista se convirtieron en las organizaciones pioneras del Movimiento Feminista en Cuba. Este movimiento se articuló  en una década y obtuvo significativas reivindicaciones como la Ley de la Patria Potestad (1917) y la Ley del Divorcio (1918). En 1921 surgió la primera Federación Nacional de Asociaciones Femenina de Cuba que permitió organizar los importantes Congresos Nacionales de Mujeres de los años 1923 y 1925.

Miles de mujeres de toda la Isla se sumaron al movimiento feminista organizado por las agrupaciones creadas en 1912. Maestras, obreras de la industria tabacalera, intelectuales, juristas, periodistas y mujeres comunes, encabezaron un movimiento que tenía más detractores que defensores en ambos sexos.

Las mujeres feministas cubanas en todas las partes del mundo llevan 100 años reivindicando su derecho. La idea emancipadora del feminismo aún es un tema no debatido en toda su magnitud en Cuba, el fantasma violeta de su color puede asustar al patriarcado machista donde quiera que esté.

Estoy desde ya festejando la centenaria cifra, las personas que dudan de los homenajes no importan que se sumen a la fiesta. La historia de estas mujeres jamás podrá ser invisibilizada, su huella marcó nuestra Historia, y nadie podrá, desde ninguna posición, restarle el protagonismo.

domingo, 12 de febrero de 2012

Los 100 años del Movimiento Feminista en Cuba




En la foto feministas cubanas reunidas en la Habana en la década de 1920



Por Julio César González Pagés

Los centenarios casi siempre son festejados por todas las personas que sienten como suyo el homenaje de tan importante cifra. En el presente año el Movimiento Feminista Cubano está de centenario y puede pasar que no sea tomado como una conmemoración “seria” que involucra a toda la Historia de la Nación.

A pesar de los reclamos individuales realizados por patriotas, como Ana Betancourt y Edelmira Guerra, o intelectuales, como María Luisa Dolz y Aurelia Castillo, la problemática femenina en Cuba, quedó arquetipada hacia comportamientos más generalizados del siglo XIX, cuando ser madre y esposa permitió una mayor aceptación social.

Las constituciones independentistas de Guáimaro, Jimaguayú y La Yaya, las Bases del Partido Revolucionario Cubano y el Manifiesto de Montecristi, fueron alabanzas de libertad, fraternidad y democracia que no tenían reivindicaciones para la mujer, las cuales fueron dejadas para cuando se lograra el futuro independiente. Sin embargo, cuando llegó este momento, de forma arbitraria, fueron excluidas de ser ciudadanas con derechos políticos.

El feminismo cubano en la primera década del siglo XX solo estuvo marcado, en el debate político, como una tendencia legitimada por intelectuales de reconocido respeto en el área de los derechos políticos para las mujeres, como Enrique José Varona, Francisco Caraballo Sotolongo o la feminista-independentista Magdalena Peñarredonda.

En 1912 se crearon en La Habana las tres primeras asociaciones abiertamente feministas que pedirán el sufragio femenino como reivindicación. El Partido Popular Feminista, el Partido de Sufragistas Cubanas y el Partido Nacional Feminista se convirtieron en las organizaciones pioneras del Movimiento Feminista en Cuba. Este movimiento se articuló en una década y obtuvo significativas reivindicaciones como la Ley de la Patria Potestad (1917) y la Ley del Divorcio (1918). En 1921 surgió la primera Federación Nacional de Asociaciones Femenina de Cuba que permitió organizar los importantes Congresos Nacionales de Mujeres de los años 1923 y 1925.

Miles de mujeres de toda la Isla se sumaron al movimiento feminista organizado por las agrupaciones creadas en 1912. Maestras, obreras de la industria tabacalera, intelectuales, juristas, periodistas y mujeres comunes, encabezaron un movimiento que tenía más detractores que defensores en ambos sexos.

Las mujeres feministas cubanas en todas las partes del mundo llevan 100 años reivindicando su derecho. La idea emancipadora del feminismo aún es un tema no debatido en toda su magnitud en Cuba, el fantasma violeta de su color puede asustar al patriarcado machista donde quiera que esté.

Estoy desde ya festejando la centenaria cifra, las personas que dudan de los homenajes no importan que se sumen a la fiesta. La vida de estas mujeres jamás podrá ser invisibilizada, su huella marcó nuestra Historia, y nadie podrá, desde ninguna posición, restarle el protagonismo.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Los 200 años de la prensa femenina en Cuba



Por Julio Cesar González Pagés

En 1811, con la salida del El Correo de las Damas, se inicio la prensa destinada a mujeres en Cuba. Preceptos morales, sexuales y de todo tipo eran resaltados por estas publicaciones que no escapaban de la visión patriarcal de la sociedad cubana decimonónica donde los roles maternales, maritales y de familia la ponían en una eterna minoría de edad.


El surgimiento de una abundante prensa femenina en la Isla en el siglo XIX, ya sea monárquica o independista, estuvo destinada a resaltar los valores familiares para las mujeres, teniendo en el género poético y en las ideas sobre la naturaleza, fertilidad y floración sus puntos centrales.


Escritoras como Gertrudis Gómez de Avellaneda y su Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello (1860) rompieron con los arquetipos creados para las cubanas en la Colonia donde el romanticismo y sus modelos de belleza etérea predominaron.

El 24 de febrero de 1895 con el número del El Fígaro dedicado a mujeres cubanas relacionadas con la educación y la cultura, y el impactante editorial de Aurelia Castillo titulado “Esperemos” se creó un nuevo tipo de opinión que relacionaba a las mujeres cubanas al feminismo denunciando: “las leyes tiraron una línea entre el hombre y la mujer, y sobre esa línea alzaron las costumbres elevadísima e infranqueable muralla. La mujer hubo de acatar leyes en cuya confección no tomaba parte (…)”

Partiendo de esta fecha como referencia las publicaciones con artículos dedicados a este tema empiezan a ser comunes y así surgen en el periodo de 1902- 1940: El Feminista Cubano, El Sufragista, Emancipada, Femenina, Feminista, La Mujer, La Mujer Moderna, La Sufragista, Lyceum entre otras.

Revistas y periódicos de varias provincias del país también estrenaban mujeres como directoras. Algunas de las más respetadas fueron Juana Cañizares en la Revista Ibis de Santis Spíritus; Rebeca Elías en la Revista Preludio de Guantánamo; Carme Guerra en la Revista Caibarién y Natalia Aróstegui en Pro-Arte Musical en la Habana.

La prensa cubana, de forma general, abrió espacio para el debate de las sufragistas y las feministas, entre las que pronto comenzaron a parecer divergencias en el apoyo a las gestiones gubernamentales sobre todo en el periodo del dictador Gerardo Machado (1925- 1933). Muchas de las más importantes figuras del periodismo feminista se dividieron en posiciones divergentes como fueron los casos de María Collado, Mari Blanca Sabas Aloma, Lolo de la Torriente y Hortensia Lamar.

Un medio de prensa particular con el que contaron las agrupaciones de reclamo al voto fue El Sufragista, con una frecuencia de publicación mensual, de restringida circulación entre las integrantes de estas agrupaciones, que dirigía la presidenta del Partido Nacional Sufragista (PNS), Amalia Mallén de Ostolaza, quién lo financiaba con sus fondos personales.

La mayoría de los artículos escritos en este tabloide eran de poco vuelo literario y de escaso análisis político, pues solo se pretendía con ello ganar adeptas. Entre los artículos que podemos resaltar están los escritos por Aida Peláez de Villaurrutia y Amalia Mallén bajo los títulos de “Necesidad del voto para la mujer” y “Estamos preparadas” ambos publicados, en 1923, por El Sufragista.

La prensa feminista también tendría en La Mujer Moderna órgano oficial del Club Femenino de Cuba, un medio eficaz para reflejar la polémica del sufragio extendido a otros grupos de intelectuales.

Una de las controversias más seguidas fue la propiciada por la tesis de “inferioridad de la mujer”, sustentada en su visita a la Habana por el médico español Gregorio Marañón, en un acto público en la Academia de Ciencias, y criticada por el intelectual cubano Francisco Ponte Domínguez en Matanzas quien convocado, por el Grupo Minorista expreso en una velada: “Mujeres que me oís,(…)con una talla intelectual y moral superior generalmente a la de su consorte no posee la sagrada función del sufragio por la pérfida de los directores de la sociedad cubana, él, el zángano de la colmena, no solo se burla y mofa de la inferioridad de la mujer sino que acude al electorado hasta…. Señores, ¡para dar su voto al mejor postor! “

Una vez obtenido de forma legal algunos de los sueños de las feministas en la Constitución de 1940 como lo son el sufragio, el divorcio y mejoras laborales el debate sobre la temática femenina se involucra hacia temas relacionados con la II Guerra Mundial y la idea expandida de “una vuelta a las casas para las mujeres”. La prensa y los medios de comunicación jugaron un papel fundamental cuando comenzaron a venderse un modo de vida norteamericana donde el “ama de casa “se glorifica y Revistas como Vanidades, Romances y Selecciones ,ayudaron a pensar que el consumo y el cuidado del hogar era la misión fundamental de las mujeres.

En 1959 con el triunfo de la Revolución y con la Federación de Mujeres Cubanas como protagónica se lucha por crear nuevos espacio de visibilidad mediática para las mujeres. En principio se funden viejas revistas y surgen nombres como Ellas en Romances. Otras ya son emblemáticas de los nuevos tiempos como Mujeres y la mas nueva Muchachas que han dado espacios a un tipo de cubanas que regularmente no se conocía en los medios de comunicación como son las macheteras, cafetaleras, militares, deportistas, y obreras.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Obtención del sufragio femenino en Cuba : ¿el fin de la lucha feminista?

Resumen
Uno de los momentos más importantes para las mujeres cubanas en el périodo Repúblicano fue la obtención del sufragio femenino, el cual fue manipulado de forma grotesca , en le período de gobierno del dictador Gerardo Machado(1925-1933).

El apoyo a Machado. ¿Una estrategia de las sufragistas?
Con la llegada al Palacio Presidencial del quinto mandatario repúblicano, Gerardo Machado, se abría una esperanza para las sufragistas en cuanto a la obtención del voto femenino de forma inmediata, dada la simpatía mostrada por aquél en este sentido y públicamente, en la inauguración del Segundo Congreso Nacional de Mujeres. Esta adhesión le permitió tenerlas de aliadas de manera especial, al ver abierta estas la posibilidad de obtener su reivindicación fundamental.
Tal empatía fue liderada por una organización de nuevo tipo para la mujer cubana, que se vinculaba directamente con la política oficial; el Partido Democrático Sufragista el que desde su acta de constitución señaló la devoción de sus miembras que,”.. con la iniciativa de la Señorita María Collado, de acuerdo con el General Gerardo Machado...", pretendía una doble finalidad: la de apoyar al Partido Liberal y la de "obtener el derecho electoral para la mujer". De esta manera el Partido Demócrata Sufragista se convertiría en la organización femenina de los liberales-machadistas apoyando todas sus actividades y "...prestando su cooperación efectiva y eficaz a la Agrupación Incondicionales al General Machado".
Esta incondicionalidad al Presidente del Gobierno por parte de las demócratas sufragistas fue secundada por otras organizaciones que igualmente pedían el voto como primera demanda. Estos fueron los casos del Partido Nacional Feminista (P.N.S), la más antigua de las organizaciones sufragistas en Cuba, y otras de más reciente conformación como la Liga Patriótica Sufragista y el Circulo Sufragista Independiente.
La mayoría de las integrantes de estas organizaciones pertenecían a sectores de la pequeña y media burguesía urbana que laboraban, en algunos casos, como maestras o empleadas públicas. Su reclamo del voto no contenía un discurso que fuera más allá de la urna y su participación en actividades públicas estaban dirigidas a resaltar sus roles maternales, maritales y domésticos.
La prensa cubana de forma general, abrió espacios para el debate de las sufragistas y las feministas, entre las que pronto comenzaron a aparecer divergencias en el apoyo a las gestiones gubernamentales. Una carta de María Collado publicada en varios periódicos mostraría su desacuerdo ante la hostilidad de grupos feministas y estudiantiles:
Esas mujeres, olvidan que ha sido el actual Presidente de la República, General Gerardo Machado y Morales el único de los jefes de nuestros sucesivos gobiernos que ha prestado atención a los derechos de la mujer en distintos aspectos, y olvidan también que, en ningún momento, las clases estudiantiles han hecho causa común con nosotras para reclamar las libertades de que carecemos.
Un medio de prensa particular con el que contaron las agrupaciones de reclamo al voto fue El Sufragista, de restringida circulación entre sus integrantes y dirigido por la presidenta del P.N.S. Amalia Mallén de Oztolaza, quien lo financiaba con sus reembolsos personales, teniendo una frecuencia de publicación mensual. La mayoría de los artículos escritos en este tabloide eran de poco vuelo literario y de escaso análisis político, pues sólo se pretendía con los mismos ganar adeptas.
La Convención Constituyente de 1928.
El mes de mayo de 1928 pareció ser la fecha clave para la decisión del sufragio femenino. Un nuevo proyecto de reforma constitucional sería debatido en las sesiones de la Convención Constituyente. La insistencia en este problema por parte de algunos legisladores cubanos había creado todo un precedente histórico, con los anteriores proyectos entre otros, los del Doctor Ricardo Dolz de 1913 y 1917, los cuales habían llamado la atención por su diafanidad en el asunto:
"No se conciben las revoluciones redentoras ni el establecimiento de una joven república en América, sin que tenga por corolario la concesión del voto a la mujer".
También el 20 de mayo de 1921 el entonces recién electo Presidente Alfredo Zayas, había recomendado en aquel momento algunas reformas a la Constitución que incluían entre ellas el sufragio femenino. El Senado nombró al efecto una comisión especial presidida por Cosme de la Torriente, por cuyas gestiones se sugería una importante enmienda del Artículo 38 que proponía "Todos los cubanos, los varones cuando sean mayores de 21 años y las mujeres en los casos y con la extensión que determinen las leyes, tienen derecho de sufragio".
El 28 de junio de 1921, al pronunciar Cosme de la Torriente su discurso proponiendo la enmienda, las tribunas del Senado se habían abarrotado de mujeres, pero no obstante esta euforia y el apoyo de prestigiosas figuras políticas como Juan Gualberto Gómez, Antonio Bravo y Correoso y Ricardo Dolz, la votación no alcanzó la tercera parte del número total de 24, aunque tuvo 11 votos a favor y 9 en contra.
Aquellos primeros intentos de 1921 habían influido de forma directa en el proyecto que se presentaría el 10 de mayo de 1928 en la sesión décima ordinaria de la Convención Constituyente que funcionaba desde el 14 de abril del mismo año. La Cámara parecía estar dividida de forma regional y no por partidos. Los defensores del voto de la mujer respondían al Partido Liberal en La Habana, mientras que los mas recitentes opositores eran liberales y conservadores orientales.
Los pronunciamientos del conservador oriental Manuel Camps eran un canto al genocidio, pues para él "los hombres deben seguir matando a las mujeres adúlteras porque tienen honor".Otra intervención, la del liberal oriental Luis Felipe Zalazar estaba dirigida a subestimar la inteligencia definiendo que "una razón para negar el voto es la incapacidad intelectual", a lo que añadía que la cubana no quiere el voto para ir a un colegio electoral acompañada de la viciosa y la prostituta, porque esto la convertiría en "una mujer de solar". Sus ataques también pretendían intimidar a las mujeres de mediana y superior cultura quienes en su opinión se dejarían influenciar por el sacerdote confesionario, el cual convertiría ese voto en arma poderosa contra la nacionalidad.
Entre risas, chistes y aplausos se llevaría la enmienda de Porfirio Andreú a votación, la cual quedó rechazada por 41 a 8, dando paso a una segunda propuesta del delegado liberal habanero Matías Duque que señaló sentirse derrotado de antemano, pero convencido del criterio que llevaba a favor del sufragio femenino, considerándolo factible en un país donde "... hombres locos (...) usan del derecho al voto". Los vaticinios de Duque se cumplieron y su moción fue rechazada por 40 a 4, dando paso a las declaraciones de otros delegados.

Pese a este resultado adverso que volvía a dejar el sufragio en manos de representantes y senadores, la opinión de un habilidoso político el representante Francisco Carrillo comenzaba a despejar los verdaderos móviles de la negación:
"Muchos diputados, no olvidan que al concederle el voto a la mujer crean mecánicamente un enemigo capaz por su inteligencia, por su actividad y por su predicamento entre las filas de su sexo, de perjudicarnos, de sustituirnos en la postulación y en la elección de los que logren ser nominados".

Otra vez Machado

El dilema del sufragio dará un giro vertiginoso cuando el 20 de mayo de 1929 se inicia el nuevo período presidencial de Machado, ahora por seis años, donde se agudizarán las diferencias entre sus partidarios y la oposición política interna, coincidiendo con una crisis económica mundial que afectará al país de forma devastadora.
En esta coyuntura, la unidad en algunas de las asociaciones feministas se comienza a quebrar ante el cansancio de muchas de ellas que veían como los políticos galanteaban con el voto a la mujer, teniendo declaraciones como la aparecida en el Diario de la Marina el 17 de julio de 1931:
"La mayor parte de los representantes, aunque otra cosa se crea, somos enemigos del sufragio femenino, somos políticos, profesionales de la política, y el voto a la mujer en estos tiempos de oposiciones sería un arma terrible contra nosotros. Nos barrería sin remedio”

La respuesta de las feministas tenían variados matices. Uno, el de las sufragistas, seguía siendo la incondicionalidad al Presidente Machado; el otro, colocado en una radical posición política, sería asumido por la Unión Laborista de Mujeres, cuyas socias tras oponerse a la dictadura renunciarían también al voto femenino:
Saben ya nuestros profesionales de la política del desprecio profundo que nos inspira su grosero comerciar con los intereses y el destino de todo un pueblo. Y saben de la amplitud de nuestro horizonte mental. De nuestra inconformidad con viejos moldes políticos, sociales y económicos. Que el día que los derechos ciudadanos sean para nosotras una realidad, en la Constitución, definitivamente desaparecerán acomodamientos y conveniencias bochornosas (...) Unión Laborista de Mujeres ha renunciado al derecho de sufragio que pretendiera conceder un Congreso ilegítimo. No puede verse, por tanto en sus palabra, resentimiento alguno.
El gobierno de Machado presionado ante los ataques de estas agrupaciones, realiza sus últimas maniobras por el sufragio en 1931. Primeramente designó a Eulalia Miranda como Comisionada del Distrito Central de La Habana, quien propuso el 24 de febrero la legislación del sufragio municipal para las habaneras, que suscitó de inmediato la repulsa de las asociaciones sufragistas y feministas coincidentes en lo restrictivo y discriminatorio de la medida.
La segunda maniobra constituyó un paso de mucho mayor alcance, se trata del otorgamiento del sufragio sin limitación por Ley Congresional en el mes de Julio, lo cual tampoco fue recibido con beneplácito, por muchas de las feministas que ya se encontraban en los diferentes frentes de oposición al gobierno de Machado. Sólo un reducido grupo de mujeres con María Collado como centro, se reunieron para festejar esta acción, que excluiría de hecho a miles de mujeres exiladas, presas o en la oposición. Este voto otorgado por una dictadura si las convirtió definitivamente en ciudadanas, aunque el país vivía un momento político con escasos matices de democracia.

Obtencion del sufragio femenino
La incontrolable oposición a la dictadura, la grave crisis económica, y la mediación norteamericana, llevaron al general Gerardo Machado a dejar el gobierno el 12 de agosto de 1933, después de un enfrentamiento que condujo al país a una caótica situación de inestabilidad política que no pudo ser frenada en sus primeros tiempos.
El gobierno instalado por la mediación fue el de Carlos Manuel de Céspedes, hijo del Padre de la Patria, derrocado el 4 de septiembre de 1933 por el denominado "movimiento de sargentos" a la cabeza del cual estaba un futuro dictador: Fulgencio Batista.
El 5 de septiembre asume el poder una Pentarquía, de existencia efímera, la cual designa al Dr. Ramón Grau San Martín como presidente provisional.
El gobierno de Grau tomó rápidas y significativas medidas de carácter nacionalista y antimperialista apoyado por el hombre de posiciones más radicales dentro del gobierno, Antonio Guiteras, Secretario de Gobernación durante el llamado "Gobierno de los Cien Días".
Fue Guiteras quien designó por primera vez en la República a dos mujeres para cargos de Alcaldesas: Elena Azcuy, en Guines, y Caridad Delgadillo en Jaruco. El 10 de enero de 1934 de forma sorpresiva, poco antes de la renuncia a la presidencia Grau, por un Decreto Ley otorgó a las mujeres el sufragio femenino sin restricciones.
El apoyo a los diferentes partidos tradicionales por parte de las mujeres se haría palpable durante las elecciones del 10 de enero de 1936, donde se elegirían por última vez en Cuba los cargos presidenciales y los correspondientes al Senado por sufragio indirecto a través de compromisarios. Este cambio promovería un voto preferencial para la designación de 36 senadores y 162 representantes.
Las elecciones presidenciales de 1936 fueron ganadas por la Coalición Tripartita, integrada por los partidos Unión Nacionalista, Liberal y Acción Republicana que tenían como candidato a Miguel Mariano Gómez. Dichas elecciones fueron las primeras donde las cubanas participaban en su doble condición de electoras y elegibles, ocupando las plazas de seis representantes y una consejala, con lo que rompían el esquema de participación tradicional política aunque es justo señalar que efímeramente ya había sido roto por las alcaldesas designadas por Antonio Guiteras.