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martes, 13 de noviembre de 2012

EL SIGLO DEL FEMINISMO




Por Liudmila Peña Herrera

Puertas adentro, no eran más que delantal y miel, vientres fértiles y ternura para hijos y amantes. Puertas afuera, la vida hervía con el fuego de los misterios por descubrir.

Así, la sociedad patriarcal fue construyendo los hilos de sus mujeres-marionetas. Los alargaba y acortaba a su antojo, para solo permitirles los escasos movimientos que eran dable a las féminas en aquella sociedad. Por eso, algunas se negaron al silencio y la exclusión. Si se luchaba por la igualdad de derechos, había que liberarlas de una función social que las hacía prisioneras de lo doméstico: su labor era procrear y cuidar de la casa y los hijos, bajo el yugo legal del padre o el esposo. Surgía un movimiento que luego tomaría el nombre de feminismo, el cual perseguía todas las reivindicaciones por las que se luchaba para el género masculino, incluyendo el derecho al sufragio.

Muchas fueron las eventualidades que sorteó el movimiento antes de llegar a Cuba. Entre ellas, el incendio de una fábrica textil en Nueva York, a manos de su propio dueño, para acabar con la huelga de sus trabajadoras. Dentro había 129 mujeres. Desde entonces, el violeta es el color que  identifica la lucha, pues el humo del incendio llevaba esos tonos, por la coloración de las telas con las que trabajaban aquellas newyorkinas.

TIERNAS Y REBELDES

Según Julio César González Pagés, investigador del tema, en la Isla se habla de movimiento feminista a partir de 1912, cuando se fundan en La Habana las tres primeras asociaciones de ese corte: el Partido Popular Feminista, el Partido de Sufragistas Cubanas y el Partido Nacional Feminista.

Aun siendo aprobadas las leyes de la Patria Potestad (1917) y la del Divorcio (1918), las féminas cubanas no se habían situado en el lugar que les correspondía dentro de la sociedad. Por eso, convocaron a los Congresos Nacionales de Mujeres en 1923 y 1925, donde participaron maestras, obreras, intelectuales y periodistas.

Así, el Congreso  Nacional Femenino de 1923, primero de su tipo  en  América  Latina, contó con la participación de 31 instituciones femeninas. Además de la demanda por el voto femenino, destacó la lucha por la creación de nuevas escuelas, reformas en la legislación legal por la equiparación de los derechos del hombre y la mujer, amparo jurídico para las féminas y los niños, creación de tribunales para menores, protección del trabajo femenino, la lucha contra las drogas y la prostitución, según refiere la Doctora en Ciencias Pedagógicas Sofía de Varona, en su investigación “La labor del maestro en el proceso de formación y desarrollo de la identidad nacional cubana”.

No obstante, mucho antes de 1912 hubo muchachas tiernas y rebeldes que se fueron a la manigua sin pedir colchón de plumas ni candelabros ni sedas. En la propia ciudad de Holguín se cuentan tantos nombres de mujer que transgredieron cánones e imposiciones por defender sus ideales, como en cualquier otra parte del país, aunque no hubiese célula u organización “feminista” que las agrupase.

Apenas dos días después del alzamiento en La Demajagua, Juana de la Torre, rompiendo con los prejuicios de la época, brindó refugio al maestro Manuel Hernández Perdomo, sobre quien pesaba una orden de detención, sin brindar pretextos a sus contemporáneos. Así atrajo sobre ella la vigilancia de los guardias, encerrándose en la casa, mientras el independentista lograba huir y se frustraba la acción de los colonialistas.

Años después, la joven María Machado traicionaría a su padre, el General Emilio March, al mando de la Tercera División del Ejército Español, con cuartel en la ciudad de Holguín, para entregar los pormenores de la plaza a los mambises, entre los que detallaba el emplazamiento de los fortines, el número de los soldados que la guarnecían, los cañones de que disponían y otros datos que permitieron el éxito de la acción realizada el 30 de agosto de 1897, a las órdenes de Calixto García.

Otra muchacha generosa fue Mercedes Sirvén Pérez-Puelles, la única mujer que obtuvo los grados de Comandante del Ejército Libertador. Sola, agarrada a su fusil, desandaba la joven, distribuyendo medicamentos a diferentes hospitales de guerra. Por si no bastara, estableció el suyo en la finca Palmarito de Gamboa, al sur de Las Tunas. Y ahí están sus grados, que no dan toda la fe de su arrojo, mas prueban que demostró cuánto podía hacer una mujer, al punto de obtener una distinción que muchos hombres anhelaron.

FÉMINAS DE HOLGUÍN

Dos años antes del Primer Congreso Nacional de Mujeres, se había constituido en Holguín el club femenino “Alma Holguín”, cuyos objetivos eran la superación de la mujer y el respeto de sus derechos constitucionales, destaca Sofía de Varona. Luchaban porque se valorara a las féminas como compañeras del hombre y se reconocieran sus mismos derechos. La presidenta era María Rosa Magas.

De hecho, el 10 de marzo de 1933, se fundó la Asociación Femenina Holguinera, presidida por Elisa Pérez Santiesteban, con el fin de apoyar a la mujer y la niñez, a través del fomento de la cultura y las obras benéficas. Por eso, no extraña que la presencia de las mujeres holguineras resaltara en el magno evento. Entre ellas, las maestras Ana Margarita Aguilera Ripoll y María Deulofeu Cuervo.
 
Esta última se unió a la Joven Cuba y al Movimiento Guiterista, como prueba de que las féminas eran parte de la preocupación nacional por el destino de la Isla. Fue la primera mujer miembro del ejecutivo municipal del Partido Unión Nacionalista y la primera concejal del territorio en las elecciones de 1936. En tanto, Ana Margarita Aguilera, participante del Congreso Nacional Femenino, celebrado en La Habana, en 1939, enfocó sus intervenciones en el mejoramiento del ambiente social de sus contemporáneas, desde el punto de vista de la educación


Marilola X

Y el arte, cómplice de lo prohibido, también se agarró de la mano del feminismo. Marilola X (María Dolores Suárez Ricardo), preocupada por los problemas sociales que dolían fuera y dentro de los hogares cubanos, es llamada peyorativamente como “feminista”. Los versos revelan su increíble personalidad: “Oh! La diaria rutina: Repetir de las cosas. /El domingo a la iglesia, el lunes a pecar…/ otro día quitar el búcaro de las rosas, / porque las rosas tristes dan ganas de llorar.”

De su mano nació, en 1931, la Revista Nosotras. Otra escritora, Martha García Ochoa, la acompañaría en su gestación y desarrollo. La periodista Betsy Segura Oro, en su texto “Letras de Mar y Olas…” afirma que su objetivo era“representar a la mujer cubana y dar publicidad en la literatura de la región nororiental, a las creaciones de las holguineras”.

La lucha por la emancipación de la mujer tuvo tantas figuras representativas en este territorio como los cráteres de olvido donde han permanecido muchas. Por eso, si fuese desmedido atrevimiento llamar feministas a aquellas primeras mujeres que cortaron los hilos y se lanzaron a actuar y luchar y vivir en la manigua, entre machetes, plomo y pólvora; al menos, podríamos comenzar a redimir su ejemplo, semilla que germinó después en acciones y voces contundentes dentro y fuera de las fronteras de Holguín.





martes, 26 de junio de 2012

Cuba: Movimiento feminista del siglo XX no figura en la historiografía nacional

De la redacción
(semcuba@ceniai.inf.cu)




Conferencia en el Colegio de San Gerónimo de la Habana  por el 100 Aniversario del Feminismo en Cuba

La Habana, julio (SEMlac).- A cien años de la fundación de las principales organizaciones feministas en Cuba, este movimiento constituye aún un tema pendiente en el debate académico cubano.
"El feminismo siempre se ha vinculado a un asunto menor, de poco sustento teórico-metodológico, pues todo discurso que transgreda el canon androcéntrico se califica de irracional y superficial", afirmó el historiador Julio César González Pagés durante una conferencia dedicada al centenario del movimiento feminista en Cuba.
Si bien el investigador reconoce la importancia del pensamiento y accionar de muchas cubanas durante los siglos XVIII y XIX, opina que es desde la actualidad que podemos catalogar de feministas a esas figuras. Por eso registra como el inicio del movimiento en la isla la creación, en 1912, de las primeras organizaciones que asumieron en su programa esta ideología.
Los partidos Nacional Feminista, el Popular Feminista y el de Asociaciones Feministas de Cuba fueron organizaciones que iniciaron las luchas por el derecho al voto, la aprobación de la ley del divorcio y la ley de patria potestad, entre otras reivindicaciones políticas y sociales.
Mujeres vinculadas a la cultura y la educación protagonizaron el nacimiento y desarrollo de estas organizaciones y la militancia feminista en el país. Sin embargo, ante el criterio de algunos de que este fue un movimiento de burguesas, González Pagés recuerda que un gran número de obreras se sumaron a la causa feminista.
Entre ellas sobresale el papel de las despalilladoras de tabaco y el liderazgo de Inocencia Valdés, Niñita, quien impactó por su oratoria durante el Segundo Congreso Nacional de Mujeres, en 1925.
Luego de la aprobación de la Constitución de 1940, que incluyó buena parte de las demandas feministas, el activismo decayó. No obstante, por esos años estuvo activo el Lyceum, una organización que desde la cultura promovió el desarrollo intelectual femenino y visibilizó lo mejor del pensamiento feminista.
Ante la invisibilidad del movimiento tras el triunfo de la Revolución en 1959, Pagés reconoce que los cambios sociales generados por el proyecto socialista, sus significaciones en el desarrollo de las cubanas y la revisión del feminismo liberal fueron mediadores importantes en el rechazo de los preceptos de esa ideología, el posterior distanciamiento de las tendencias más contemporáneas y la ausencia de una historiografía feminista.
"El movimiento feminista radical tuvo su desarrollo en los años 66, 67 y 68 del siglo XX, casi diez años después del triunfo revolucionario. Con lo cual el feminismo que revisó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) fue el feminismo liberal y este tenía un vínculo con el pensamiento burgués. La Revolución significó un movimiento de lucha de clases y de revocación de ideas pasadas. Por eso en el ideario de la mujer socialista no cabían concepciones burguesas", recuenta.
Pese a que la historiografía ocupa un papel fundamental en el rescate de la memoria histórica, el aporte del pensamiento feminista no figuró en documentos y libros editados en el país después de 1959.
Para su visibilización, González Pagés aboga por cambiar el canon historiográfico y configurar nuevas maneras de investigación, lo que implica un cambio en la propia metodología, pues, por ejemplo, el accionar femenino en el espacio público del siglo XX fue documentado por la prensa y publicaciones de las propias organizaciones, una bibliografía que rompe con las fuentes tradicionales.
Otro de los retos que profesores y estudiantes identifican es el desarrollo de una formación profesional acorde a los tiempos y consciente de los silencios y ausencias en la memoria nacional.
"No podemos pensar en un futuro del pensamiento feminista en Cuba si su historia y teoría no figuran en la formación curricular de nuestras universidades. Resulta muy difícil formar a personas con una visión no androcéntrica si, realmente, a lo largo de cinco años -salvo alguna excepción- no encontramos muchos personajes femeninos en la historia", alerta este investigador, con 26 años de experiencia en la materia.
No obstante, algunos cambios comienzan a ser perceptibles. Desde 1992 existe en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana un curso optativo sobre historia de mujeres; también crece cada año el desarrollo de tesis de licenciatura sobre estos temas y la publicación de varias investigaciones.
Entre quienes han dedicado su obra al estudio del tema en Cuba, está la historiadora Raquel Vinat, quien dialogó con González Pagés sobre el sacerdocio y la pasión que implican el estudio del feminismo.
Durante su intervención, Vinat llamó la atención sobre la importancia del conocimiento y el acercamiento desprejuiciado a estos temas, convocó a promover el debate público sobre estas cuestiones y catalogó de poco científicas las investigaciones que anulan a las mujeres y su participación en las distintas épocas históricas.
Para la historiadora, es tiempo de dar a reconocer el aporte de estudios que existen y esperan ser publicados. "Es tiempo de debatir y rescatar esta historia, pues corremos el riesgo de perderla. Tenemos que repensarnos también esas teorías internacionales, que son muy importantes, pero que en ocasiones no nos sirven, pues fueron elaboradas a partir de otro contexto y culturas. Nuestra teoría tiene que tener otro sabor", afirmó.
          
                        Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe-SEMlac
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semcuba@ceniai.inf.cu

sábado, 31 de marzo de 2012

Acordes para una cultura de paz







Con cierta frecuencia y desde hace algún tiempo, una buena parte de la música cubana y sus intérpretes, suelen visibilizar  diferentes actitudes violentas contra la mujer. Al tanto de ese fenómeno que se instala como un terrible flagelo en toda la sociedad, la cantante cubana Rochy Ameneiro decidió liderar el proyecto Todas Contracorrientes.

Así, junto a sus músicos y otros intelectuales como el Dr. Julio César González Pagés, al frente de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinades,  Rochy emprendió el pasado 4 de enero una gira nacional cuyo programa incluyó, además de sus conciertos, numerosos talleres, conferencias y homenajes a diferentes mujeres que lucharon por la reivindicación de los derechos femeninos en Cuba.

Luego de concluir el programa de actividades, la cantante ofreció a Mujeres, sus valoraciones sobre el significado que para ella misma, tuvo la ejecución del proyecto y el impacto personal del proyecto.

“Aunque diseñamos la gira con unos propósitos específicos, lo cierto es que llegó a mi vida para quedarse. Es un trabajo que me ha enriquecido en todos los sentidos: humano, personal, como cantante;  y que se debe continuar con más personas. Soy la líder del proyecto,  pero no la única que puede hacerlo.

“Gracias al contacto con los públicos de todo el país, me di cuenta que los que estamos vinculados al arte, tenemos herramientas importantes para poder incidir en la población y la sociedad. Esta gira fue como un punto de partida para muchas otras cosas que se pueden hacer.

“Por ejemplo, de nuestras visitas a los monumentos en las provincias donde estuvimos, surgió una propuesta que queremos trasmitirle al Ministerio de Turismo. Es decir, sería importante que entre las rutas diseñadas para los turistas, esa entidad tenga en cuanta una ruta de mujeres.

“Por otra parte, los talleres que el Dr. Julio César impartió en las Escuelas de Instructores de Arte y que yo cerraba con un concierto, nos ofrecieron la visión de que la juventud sí desea escuchar otros tipos de música, quiere otras alternativas y polemizar, y no solo lo que le ofrecen los medios de difusión aun cuando estos tienen una gran responsabilidad en la formación de valores de jóvenes y adolescentes.”

En este punto, Rochy enfatizó lo oportuno de haber impartido los talleres, justamente, en esas Escuelas, donde hoy se forman los profesores que, en un futuro cercano, serán los decisores del tipo de formación y gustos artísticos que poseerán las diferentes generaciones de cubanos y cubanas.

“Otras de las experiencias favorables, extraídas de la presentación nacional del proyecto TODAS CONTRACORRIENTE, es que mientras más personas se involucren mucho mejor será lo que logremos: artistas, académicos, instituciones, publico en general, deben tomar conciencia de que esta es una responsabilidad de todos y todas. La cultura de paz no es una utopía, ella sí es posible.”

Tan posible como las necesidad de estructurar una sociedad, sustentada en la armonía, la equidad, el amor y el respeto entre géneros.