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martes, 26 de junio de 2012

Cuba: Movimiento feminista del siglo XX no figura en la historiografía nacional

De la redacción
(semcuba@ceniai.inf.cu)




Conferencia en el Colegio de San Gerónimo de la Habana  por el 100 Aniversario del Feminismo en Cuba

La Habana, julio (SEMlac).- A cien años de la fundación de las principales organizaciones feministas en Cuba, este movimiento constituye aún un tema pendiente en el debate académico cubano.
"El feminismo siempre se ha vinculado a un asunto menor, de poco sustento teórico-metodológico, pues todo discurso que transgreda el canon androcéntrico se califica de irracional y superficial", afirmó el historiador Julio César González Pagés durante una conferencia dedicada al centenario del movimiento feminista en Cuba.
Si bien el investigador reconoce la importancia del pensamiento y accionar de muchas cubanas durante los siglos XVIII y XIX, opina que es desde la actualidad que podemos catalogar de feministas a esas figuras. Por eso registra como el inicio del movimiento en la isla la creación, en 1912, de las primeras organizaciones que asumieron en su programa esta ideología.
Los partidos Nacional Feminista, el Popular Feminista y el de Asociaciones Feministas de Cuba fueron organizaciones que iniciaron las luchas por el derecho al voto, la aprobación de la ley del divorcio y la ley de patria potestad, entre otras reivindicaciones políticas y sociales.
Mujeres vinculadas a la cultura y la educación protagonizaron el nacimiento y desarrollo de estas organizaciones y la militancia feminista en el país. Sin embargo, ante el criterio de algunos de que este fue un movimiento de burguesas, González Pagés recuerda que un gran número de obreras se sumaron a la causa feminista.
Entre ellas sobresale el papel de las despalilladoras de tabaco y el liderazgo de Inocencia Valdés, Niñita, quien impactó por su oratoria durante el Segundo Congreso Nacional de Mujeres, en 1925.
Luego de la aprobación de la Constitución de 1940, que incluyó buena parte de las demandas feministas, el activismo decayó. No obstante, por esos años estuvo activo el Lyceum, una organización que desde la cultura promovió el desarrollo intelectual femenino y visibilizó lo mejor del pensamiento feminista.
Ante la invisibilidad del movimiento tras el triunfo de la Revolución en 1959, Pagés reconoce que los cambios sociales generados por el proyecto socialista, sus significaciones en el desarrollo de las cubanas y la revisión del feminismo liberal fueron mediadores importantes en el rechazo de los preceptos de esa ideología, el posterior distanciamiento de las tendencias más contemporáneas y la ausencia de una historiografía feminista.
"El movimiento feminista radical tuvo su desarrollo en los años 66, 67 y 68 del siglo XX, casi diez años después del triunfo revolucionario. Con lo cual el feminismo que revisó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) fue el feminismo liberal y este tenía un vínculo con el pensamiento burgués. La Revolución significó un movimiento de lucha de clases y de revocación de ideas pasadas. Por eso en el ideario de la mujer socialista no cabían concepciones burguesas", recuenta.
Pese a que la historiografía ocupa un papel fundamental en el rescate de la memoria histórica, el aporte del pensamiento feminista no figuró en documentos y libros editados en el país después de 1959.
Para su visibilización, González Pagés aboga por cambiar el canon historiográfico y configurar nuevas maneras de investigación, lo que implica un cambio en la propia metodología, pues, por ejemplo, el accionar femenino en el espacio público del siglo XX fue documentado por la prensa y publicaciones de las propias organizaciones, una bibliografía que rompe con las fuentes tradicionales.
Otro de los retos que profesores y estudiantes identifican es el desarrollo de una formación profesional acorde a los tiempos y consciente de los silencios y ausencias en la memoria nacional.
"No podemos pensar en un futuro del pensamiento feminista en Cuba si su historia y teoría no figuran en la formación curricular de nuestras universidades. Resulta muy difícil formar a personas con una visión no androcéntrica si, realmente, a lo largo de cinco años -salvo alguna excepción- no encontramos muchos personajes femeninos en la historia", alerta este investigador, con 26 años de experiencia en la materia.
No obstante, algunos cambios comienzan a ser perceptibles. Desde 1992 existe en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana un curso optativo sobre historia de mujeres; también crece cada año el desarrollo de tesis de licenciatura sobre estos temas y la publicación de varias investigaciones.
Entre quienes han dedicado su obra al estudio del tema en Cuba, está la historiadora Raquel Vinat, quien dialogó con González Pagés sobre el sacerdocio y la pasión que implican el estudio del feminismo.
Durante su intervención, Vinat llamó la atención sobre la importancia del conocimiento y el acercamiento desprejuiciado a estos temas, convocó a promover el debate público sobre estas cuestiones y catalogó de poco científicas las investigaciones que anulan a las mujeres y su participación en las distintas épocas históricas.
Para la historiadora, es tiempo de dar a reconocer el aporte de estudios que existen y esperan ser publicados. "Es tiempo de debatir y rescatar esta historia, pues corremos el riesgo de perderla. Tenemos que repensarnos también esas teorías internacionales, que son muy importantes, pero que en ocasiones no nos sirven, pues fueron elaboradas a partir de otro contexto y culturas. Nuestra teoría tiene que tener otro sabor", afirmó.
          
                        Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe-SEMlac
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sábado, 23 de junio de 2012

Feminismo, un tema pendiente en el debate académico en Cuba

Por Mariela Pérez Valenzuela


En el tema de historia de mujeres y género hay un componente muy importante que tiene que ver con la sociedad, y que no podemos deslindar, que es el feminismo, una cuestión pendiente en el debate académico cubano.

Así lo consideró el doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés, a quien le resulta paradójico que el centenario del feminismo en la Isla no sea considerado una fecha de conmemoración y pase casi inadvertido.

Pagés lamentó que se haya vinculado a un tema menor y sostuvo que no es posible pensar en un futuro de pensamiento feminista en el país si no se contempla en los planes de estudio de carreras como Filosofía, según dijo durante una conferencia sobre Los Cien años del feminismo en Cuba, que cerró esta semana el Ciclo Mujeres en la historiografía de género y familia, celebrada en el Colegio de San Jerónimo en el centro histórico capitalino.

Como idea es anterior al siglo XIX, pero el término feminista es un debate de la década del 90 de ese siglo, de ahí que, alertó, se deba ser cuidadoso al señalar que fueron feministas figuras que no dijeron serlo, pero que su accionar las vincula a estos criterios.

Destacó el autor de Macho, Varón, Masculino la personalidad de Gertrudis Gómez de Avellaneda, una mujer que se mostró a favor del divorcio, tuvo varias parejas y demostró un espíritu independiente.

Para el también coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades, Avellaneda fue defensora de las ideas que después fueron conocidas como feministas, pero su discurso fue disminuido por políticos y escritores.

Fue vista, indicó, como una persona fuera de su época y la teoría feminista que aportó al discurso político cubano no es legitimada por la Academia nacional.

Pagés refirió que el aporte fundamental a los debates de historia se deben a mujeres como Aurelia Castillo, quien se refirió al machismo en su artículo La Muralla, publicado en El Fígaro, entendida como la inequidad que había que derrumbar.

La historiografía del siglo XIX, expresó, no habla en términos favorables al feminismo y desconoce la existencia de un movimiento de ese orden.

Autores que después se unen en la primera mitad del siglo XX ubican al feminismo como un mal necesario.

Llegado el siglo XX, explicó, empezaron a aparecer textos discretos escritos por hombres que comienzan a definir su alianza con el feminismo.

Consideró Pagés que 1912 fue un año muy importante porque se crearon en La Habana tres organizaciones de ese carácter: el Partido Nacional Femenino, el Partido de Sufragistas Cubanas y el Partido Popular Feminista, que reivindicaron los derechos de las mujeres en una sociedad puramente machista.

Más adelante, se detuvo en los congresos de 1923 y 1925 de la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas, los cuales resultaron de trascendental significación.

La lucha feminista, acotó ante un nutrido auditorio reunido en el Colegio de San Jerónimo, se llevó a cabo no solo entre las mujeres de distintos sectores y clases sociales, sino también con hombres como Juan Marinello, Miguel de Carrión y Carlos Loveira.

Cuando se aprueba la Constitución del año 1940, que reconoce casi todos los derechos de las mujeres, apuntó, no se dan cuenta de que la igualdad ante la ley no es la igualdad ante la vida.

A su juicio, lo que cambia el escenario de la discusión sobre estos temas es el feminismo socialista.

Reconoció a figuras como Mirta Aguirre, cuya obra, precisó, reivindica desde Anacaona hasta mujeres relacionadas con la historia de América, y Camila Enrique Ureña, cuyo discurso Feminismo, de 1939, considera un texto fundacional de la historiografía cubana.

La Revolución cubana triunfa 10 años antes que el movimiento radical feminista. Después del primero de enero de 1959 no se dispone de una historiografía definida al respecto, e insistió en que el feminismo es una ideología importante que merece un análisis.

Durante la conferencia fueron proyectadas 100 fotos representativas del movimiento feminista cubano.

Ver http://www.mujeres.co.cu/actualidad.asp?art=5308

jueves, 14 de junio de 2012

Conferencia: 100 años del Movimiento Feminista en Cuba




                           Conferencista: Dr. Julio César González Pagés
                      Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades
                                            Universidad de la Habana

Hace 100 años en la Habana se crean las tres primeras organizaciones sufragistas que dan origen al Movimiento Feminista en Cuba…….

En la mañana del martes 19 de junio celebraremos este acontecimiento con una conferencia que cierra el Ciclo Mujeres en la historiografía de género y familia del taller de historiografía cubana Francisco Pérez Guzmán de  la Casa de Altos Estudios Fernando Ortiz de la Universidad de la Habana coordinado por la Dra. Mercedes García y el Dr. Ricardo Quizá.

La actividad también será el colofón de la Gira Nacional Todas Contracorriente que lidera Rochy Ameneiro que rindió homenaje al feminismo en varias ciudades del país. Durante la conferencia se mostraran 100 fotos de feministas cubanas.

La entrada es libre

Lugar Colegio de San Gerónimo

Calle Obispo entre San Ignacio y Mercaderes

Habana Vieja.

Día 19 de junio de 2012

Hora 10 de la mañana.

martes, 20 de marzo de 2012

Soy cien veces feminista; ¿por qué no?




En la foto Aurelia Castillo precursora del Movimiento Feminista en Cuba

El centenario del feminismo en Cuba está pasando casi inadvertido, pese a que sería una de las cartas de triunfo para el logro de una sociedad más justa, equitativa y menos traumática, sostiene el estudioso Julio César González Pagés


Por Ana María Domínguez Cruz
digital@juventudrebelde.cu
19 de Marzo del 2012 21:47:13 CDT


«La mujer debe atender la casa, los hijos y a su esposo; el hombre hace otras cosas. Siempre ha sido así, porque la mujer es mujer y el hombre es hombre y eso nadie puede cambiarlo». Así le espetó la madre a su hija en una de las escenas más contundentes de la película cubana Retrato de Teresa, de 1979. La protagonista, en la figura de la actriz Daysi Granados, se enfrentaba diariamente no solo a su marido Ramón —Adolfo Llauradó—, sino a toda la sociedad que, erigida sobre los cánones de la masculinidad, esperaba de ella lo mismo que de todas las mujeres.

La doble jornada, en el trabajo y en la casa; las limitaciones por ser madre y esposa; las exigencias de sus complacencias y la nula posibilidad de aspirar a sus sueños constituían el móvil de lucha de la protagonista del filme, en el afán por cambiar esa realidad.

Tres décadas después, aun cuando mucho se ha logrado en el camino por hacer de la mujer partícipe activa en la construcción de la sociedad y de su propia vida, persiste el influjo de la hegemonía masculina, generadora de inequidad y violencia.

Así piensa el Doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés, a quien le resulta contradictorio que el centenario del feminismo en nuestro país, justo este año, no sea considerado una fecha de celebración y motivaciones y, por el contrario, pase casi inadvertido.

«La mujer puede ejercer su derecho al voto y hacer uso de la Patria Potestad; divorciarse legalmente de su cónyuge si así lo quiere; ocupar cargos de dirección o políticos y todo ello, unido a otros derechos, hoy son asumidos como parte de nuestra “normal” vida cotidiana, gracias a numerosas mujeres que, en el mundo entero y también en Cuba, desde 1912 específicamente, aunaron sus esfuerzos para eliminar la desigualdad social».

Incomprendidas antes de la Revolución por su ideología feminista, acusadas de desestabilizar el régimen y tildadas, tácitamente, de homosexuales, muchas en Cuba abogaron por la unión intersectorial con el objetivo de satisfacer sus demandas. «Por ello, cien años atrás, crearon en La Habana tres organizaciones abiertamente feministas: el Partido Nacional Femenino, el Partido de Sufragistas Cubanas y el Partido Popular Feminista, mediante los cuales hicieron valer sus derechos en una sociedad que por herencia histórica era —y es— patriarcal y machista», explicó el coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades.

La importancia del movimiento del feminismo en Cuba fue tal, asegura Pagés, que se le considera precursor del que más tarde se gestó en América Latina.

«Los congresos de 1923 y 1925 de la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas resultaron de trascendental significación, como lo fue que en la Constitución de 1940 tomaran cuerpo todos esos anhelos.

«Esa lucha feminista siempre se ejecutó desde la unión, no solo entre las mujeres de distintos sectores y clases sociales, sino también con hombres como Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Miguel de Carrión y Carlos Loveira, entre otros (catalogados como miembros adictos)». Ello permitió, asevera, que en 1959, cuando triunfó la Revolución, parte del camino hubiera sido ya desbrozado.

«Tuvieron lugar otros cambios necesarios, impulsados principalmente por la Federación de Mujeres Cubanas, que sin ser una organización declarada como feminista, desplegaba acciones de ese carácter, cuyos resultados son palpables hoy. Sin embargo, no ha sido suficiente».

No se trata de que no se reconozca, desde el punto de vista histórico —aunque a veces sí sucede— el mérito de estas feministas y sus resultados, agrega, sino de que en la Cuba de hoy persiste, desde el punto de vista social, cultural y psicológico, tanto en hombres como en mujeres, la ideología que pondera el machismo.

Derribar la muralla

El feminismo, erróneamente catalogado como «el machismo de la mujer», cobró auge a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y su esencia se basa en la igualdad de derechos y deberes de hombres y mujeres en los diferentes espacios.

Su contrario, ese que se reproduce desde los patrones familiares, desde hombres y mujeres, es el que genera todavía la división de azules y rosados para niños y niñas, respectivamente, así como el juego de las casitas por un lado y los soldaditos por el otro, la delicadeza y sumisión en unas y la rudeza y la superioridad, ¡sin lágrimas!, de otros.

Refiere Pagés que desde que Aurelia Castillo se refiriera al machismo en su artículo La muralla, publicado en El Fígaro, en tanto muralla de la inequidad que había que derribar, y Mariblanca Sabas Alomá se manifestara contra la asociación conceptual de feminismo y lesbianismo que le impusieran en su época, hasta nuestros días, la sociedad no ha cambiado lo suficiente, desde el punto de vista sociocultural.

«La mujer tiene oportunidades en el mundo laboral, político, público, cultural, pero sigue estando comprometida con sus roles en la vida doméstica, intransferibles al parecer y limitantes del resto. Continúa siendo mostrada, hasta en los medios de comunicación, como la subordinada al «macho», y sigue enfrentándose a la condena popular cuando intenta cambiar sus roles.

«Provengo de una familia sui géneris, lo confieso, y tal vez por ello me cuesta ser parte de eso. Mi abuela materna militó en una organización sufragista. Mis padres, emigrantes españoles, preconizaban una forma de vida, sobre todo desde la visión de mi madre, marcada por esa condición. A su vez, fuimos cinco hijos varones y nos educaron en la equidad, la igualdad de oportunidades, decisiones y responsabilidades, sin que el género lo determinara.

«Más tarde, durante los estudios universitarios aumentó mi interés por los temas relacionados con estas diferencias de género, patrones e influencias, entre otros, y hoy me siento orgulloso de haber contribuido desde las aulas, como profesor, a la formación de una conciencia antimachista en la mayoría de mis alumnos».

La familia es el núcleo de todo lo que se quiere construir, insiste el autor de Macho, Varón, Masculino, y es precisamente en esta donde el prejuicio se abre paso, y luego en la escuela y en la comunidad.

«La equidad, se quiera o no, se construye desde la cotidianidad, no desde las normativas o los decretos que, aunque progresistas y viables, no pueden evitar la reproducción de fobias y conceptos ambiguos desde la educación y la cultura. De hecho, existe hace casi una década la modificación de la Ley de la Maternidad, en la que se refleja que los padres también pueden optar por licencia para cuidar a sus hijos. Sin embargo, ¿cuántos hombres en el país se han acogido?

«Tiene que ver con el cómo educamos a nuestros hijos, con la manera en la que concebimos los productos comunicativos y proponemos una imagen de la mujer, erotizada y vampiresca, o por el contrario, sumisa y pura; la forma en la que llevamos nuestras relaciones de pareja y, por ende, con respecto a los demás», acotó.

—¿Se considera usted feminista?

—Sí, claro, lo soy, y en el año del centenario me declaro cien veces feminista, si es necesario; ¿por qué no? 
Comparto una ideología que otorga iguales derechos y deberes sin importar el género; por ello todo el que así piense es feminista también, sea hombre o mujer.

«Lo que sucede es que el término asusta y que es difícil no ser machista en un mundo erigido como tal. En Cuba, además, hay un desconocimiento bastante generalizado sobre el término, la ideología, sus propuestas. No solo porque no esté incluido en los planes de estudio de carreras como Historia y Filosofía, lo que me parece inaudito, sino también porque lo radicalizan demasiado y los patrones se reproducen a diario.

«Trabajo estos temas desde 1987 y aún como profesional estoy acostumbrado al “sabotaje”, podemos decirle así, tan solo por el hecho de ser hombre, porque en esa radicalización del pensamiento, no se permite poner en duda la hombría y hasta las mujeres, en muchos casos, aclaran que son femeninas y no feministas», enfatiza Pagés.

Ahora que el país se piensa diferente, para bien —añade el también consultor de la ONU para temas de masculinidad y violencia en Latinoamérica— es un buen momento para que se lleve adelante el debate sobre los derechos, más que sobre los roles, lo cual es imprescindible, en nombre de las mujeres que iniciaron esta lucha décadas atrás, y en el de las que aún padecen la carencia de expectativas.

«Si nos lo proponemos, Cuba puede teñirse de violeta, que es el color que identifica al feminismo, debido a que el 8 de marzo de 1908, cuando el dueño de una fábrica textil en Nueva York la incendió, con 129 trabajadoras dentro, para acabar con la huelga que ellas protagonizaban, el humo que emanó del incendio tenía esa tonalidad, por el color de las telas con las que trabajaban.

«Desde cualquier espacio puede desarrollarse una buena propuesta, tal como lo hace la cantautora cubana Rochy con su proyecto Todas contracorriente, encaminado a sentar las bases de una cultura de paz desde la música, eliminar estereotipos y luchar contra la violencia de género. Podemos hacerlo, y así seremos más los partidarios del feminismo, una de las cartas de triunfo para el logro de una sociedad más justa, más equitativa y menos traumática», concluyó el historiador.