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martes, 20 de marzo de 2012

Soy cien veces feminista; ¿por qué no?




En la foto Aurelia Castillo precursora del Movimiento Feminista en Cuba

El centenario del feminismo en Cuba está pasando casi inadvertido, pese a que sería una de las cartas de triunfo para el logro de una sociedad más justa, equitativa y menos traumática, sostiene el estudioso Julio César González Pagés


Por Ana María Domínguez Cruz
digital@juventudrebelde.cu
19 de Marzo del 2012 21:47:13 CDT


«La mujer debe atender la casa, los hijos y a su esposo; el hombre hace otras cosas. Siempre ha sido así, porque la mujer es mujer y el hombre es hombre y eso nadie puede cambiarlo». Así le espetó la madre a su hija en una de las escenas más contundentes de la película cubana Retrato de Teresa, de 1979. La protagonista, en la figura de la actriz Daysi Granados, se enfrentaba diariamente no solo a su marido Ramón —Adolfo Llauradó—, sino a toda la sociedad que, erigida sobre los cánones de la masculinidad, esperaba de ella lo mismo que de todas las mujeres.

La doble jornada, en el trabajo y en la casa; las limitaciones por ser madre y esposa; las exigencias de sus complacencias y la nula posibilidad de aspirar a sus sueños constituían el móvil de lucha de la protagonista del filme, en el afán por cambiar esa realidad.

Tres décadas después, aun cuando mucho se ha logrado en el camino por hacer de la mujer partícipe activa en la construcción de la sociedad y de su propia vida, persiste el influjo de la hegemonía masculina, generadora de inequidad y violencia.

Así piensa el Doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés, a quien le resulta contradictorio que el centenario del feminismo en nuestro país, justo este año, no sea considerado una fecha de celebración y motivaciones y, por el contrario, pase casi inadvertido.

«La mujer puede ejercer su derecho al voto y hacer uso de la Patria Potestad; divorciarse legalmente de su cónyuge si así lo quiere; ocupar cargos de dirección o políticos y todo ello, unido a otros derechos, hoy son asumidos como parte de nuestra “normal” vida cotidiana, gracias a numerosas mujeres que, en el mundo entero y también en Cuba, desde 1912 específicamente, aunaron sus esfuerzos para eliminar la desigualdad social».

Incomprendidas antes de la Revolución por su ideología feminista, acusadas de desestabilizar el régimen y tildadas, tácitamente, de homosexuales, muchas en Cuba abogaron por la unión intersectorial con el objetivo de satisfacer sus demandas. «Por ello, cien años atrás, crearon en La Habana tres organizaciones abiertamente feministas: el Partido Nacional Femenino, el Partido de Sufragistas Cubanas y el Partido Popular Feminista, mediante los cuales hicieron valer sus derechos en una sociedad que por herencia histórica era —y es— patriarcal y machista», explicó el coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades.

La importancia del movimiento del feminismo en Cuba fue tal, asegura Pagés, que se le considera precursor del que más tarde se gestó en América Latina.

«Los congresos de 1923 y 1925 de la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas resultaron de trascendental significación, como lo fue que en la Constitución de 1940 tomaran cuerpo todos esos anhelos.

«Esa lucha feminista siempre se ejecutó desde la unión, no solo entre las mujeres de distintos sectores y clases sociales, sino también con hombres como Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Miguel de Carrión y Carlos Loveira, entre otros (catalogados como miembros adictos)». Ello permitió, asevera, que en 1959, cuando triunfó la Revolución, parte del camino hubiera sido ya desbrozado.

«Tuvieron lugar otros cambios necesarios, impulsados principalmente por la Federación de Mujeres Cubanas, que sin ser una organización declarada como feminista, desplegaba acciones de ese carácter, cuyos resultados son palpables hoy. Sin embargo, no ha sido suficiente».

No se trata de que no se reconozca, desde el punto de vista histórico —aunque a veces sí sucede— el mérito de estas feministas y sus resultados, agrega, sino de que en la Cuba de hoy persiste, desde el punto de vista social, cultural y psicológico, tanto en hombres como en mujeres, la ideología que pondera el machismo.

Derribar la muralla

El feminismo, erróneamente catalogado como «el machismo de la mujer», cobró auge a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y su esencia se basa en la igualdad de derechos y deberes de hombres y mujeres en los diferentes espacios.

Su contrario, ese que se reproduce desde los patrones familiares, desde hombres y mujeres, es el que genera todavía la división de azules y rosados para niños y niñas, respectivamente, así como el juego de las casitas por un lado y los soldaditos por el otro, la delicadeza y sumisión en unas y la rudeza y la superioridad, ¡sin lágrimas!, de otros.

Refiere Pagés que desde que Aurelia Castillo se refiriera al machismo en su artículo La muralla, publicado en El Fígaro, en tanto muralla de la inequidad que había que derribar, y Mariblanca Sabas Alomá se manifestara contra la asociación conceptual de feminismo y lesbianismo que le impusieran en su época, hasta nuestros días, la sociedad no ha cambiado lo suficiente, desde el punto de vista sociocultural.

«La mujer tiene oportunidades en el mundo laboral, político, público, cultural, pero sigue estando comprometida con sus roles en la vida doméstica, intransferibles al parecer y limitantes del resto. Continúa siendo mostrada, hasta en los medios de comunicación, como la subordinada al «macho», y sigue enfrentándose a la condena popular cuando intenta cambiar sus roles.

«Provengo de una familia sui géneris, lo confieso, y tal vez por ello me cuesta ser parte de eso. Mi abuela materna militó en una organización sufragista. Mis padres, emigrantes españoles, preconizaban una forma de vida, sobre todo desde la visión de mi madre, marcada por esa condición. A su vez, fuimos cinco hijos varones y nos educaron en la equidad, la igualdad de oportunidades, decisiones y responsabilidades, sin que el género lo determinara.

«Más tarde, durante los estudios universitarios aumentó mi interés por los temas relacionados con estas diferencias de género, patrones e influencias, entre otros, y hoy me siento orgulloso de haber contribuido desde las aulas, como profesor, a la formación de una conciencia antimachista en la mayoría de mis alumnos».

La familia es el núcleo de todo lo que se quiere construir, insiste el autor de Macho, Varón, Masculino, y es precisamente en esta donde el prejuicio se abre paso, y luego en la escuela y en la comunidad.

«La equidad, se quiera o no, se construye desde la cotidianidad, no desde las normativas o los decretos que, aunque progresistas y viables, no pueden evitar la reproducción de fobias y conceptos ambiguos desde la educación y la cultura. De hecho, existe hace casi una década la modificación de la Ley de la Maternidad, en la que se refleja que los padres también pueden optar por licencia para cuidar a sus hijos. Sin embargo, ¿cuántos hombres en el país se han acogido?

«Tiene que ver con el cómo educamos a nuestros hijos, con la manera en la que concebimos los productos comunicativos y proponemos una imagen de la mujer, erotizada y vampiresca, o por el contrario, sumisa y pura; la forma en la que llevamos nuestras relaciones de pareja y, por ende, con respecto a los demás», acotó.

—¿Se considera usted feminista?

—Sí, claro, lo soy, y en el año del centenario me declaro cien veces feminista, si es necesario; ¿por qué no? 
Comparto una ideología que otorga iguales derechos y deberes sin importar el género; por ello todo el que así piense es feminista también, sea hombre o mujer.

«Lo que sucede es que el término asusta y que es difícil no ser machista en un mundo erigido como tal. En Cuba, además, hay un desconocimiento bastante generalizado sobre el término, la ideología, sus propuestas. No solo porque no esté incluido en los planes de estudio de carreras como Historia y Filosofía, lo que me parece inaudito, sino también porque lo radicalizan demasiado y los patrones se reproducen a diario.

«Trabajo estos temas desde 1987 y aún como profesional estoy acostumbrado al “sabotaje”, podemos decirle así, tan solo por el hecho de ser hombre, porque en esa radicalización del pensamiento, no se permite poner en duda la hombría y hasta las mujeres, en muchos casos, aclaran que son femeninas y no feministas», enfatiza Pagés.

Ahora que el país se piensa diferente, para bien —añade el también consultor de la ONU para temas de masculinidad y violencia en Latinoamérica— es un buen momento para que se lleve adelante el debate sobre los derechos, más que sobre los roles, lo cual es imprescindible, en nombre de las mujeres que iniciaron esta lucha décadas atrás, y en el de las que aún padecen la carencia de expectativas.

«Si nos lo proponemos, Cuba puede teñirse de violeta, que es el color que identifica al feminismo, debido a que el 8 de marzo de 1908, cuando el dueño de una fábrica textil en Nueva York la incendió, con 129 trabajadoras dentro, para acabar con la huelga que ellas protagonizaban, el humo que emanó del incendio tenía esa tonalidad, por el color de las telas con las que trabajaban.

«Desde cualquier espacio puede desarrollarse una buena propuesta, tal como lo hace la cantautora cubana Rochy con su proyecto Todas contracorriente, encaminado a sentar las bases de una cultura de paz desde la música, eliminar estereotipos y luchar contra la violencia de género. Podemos hacerlo, y así seremos más los partidarios del feminismo, una de las cartas de triunfo para el logro de una sociedad más justa, más equitativa y menos traumática», concluyó el historiador.



lunes, 2 de enero de 2012

Gira Nacional de Rochy 2012




TODAS CONTRACORRIENTE
No a la violencia en la música.
Celebrando el 100 Aniversario del Feminismo en Cuba.
Conciertos, Talleres y Conferencias.


La música se ha convertido en los últimos tiempos en un trasmisor de valores violentos con una poderosa influencia en la sociedad. Muchos textos de las canciones presentan como característica valores negativos que incitan a la violencia contra las mujeres. Asimismo muchos temas musicales representan a las mujeres como símbolos sexuales, con una marcada tendencia a la homofobia, entre otros valores arcaicos.

Si embargo se puede desde el propio ámbito de la música revertir lo anterior. Su utilización puede formar parte de un mecanismo que combata estas dinámicas que afectan a la sociedad, y en especial a las mujeres, quienes son las principales víctimas de sucesos violentos.

Se hace necesario propiciar esfuerzos y espacios donde mujeres intérpretes protagonicen desde el escenario una lucha contra la violencia de género. Ir contra la corriente de la violencia de género, utilizando la música como medio eficaz para combatir este flagelo, constituye una manera de unir esfuerzos en la tarea de construir una sociedad basada en el respeto, la equidad y una cultura de paz. La gira nacional Todas contracorriente de Rochy Ameneiro, en enero-febrero de 2012 es muestra de lo que se puede hacer desde la música.

En cada provincia del país, incluida en la gira, se rendirá homenaje a una mujer destacada en la lucha por reivindicar a sus compatriotas y como una forma de homenajear el 100 aniversario del feminismo en Cuba. Las actividades contarán con el respaldo de la FMC en cada una de las localidades. Mujeres como Lucía Íñiguez, Mariana Grajales, Rosa la Bayamesa, Ana Betancourt, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Edelmira Guerra, Emilia Casanova, Marta Abreu y Magdalena Peñaredonda, entre otras, recibirán un homenaje en las provincias que la vieron nacer como parte del rescate de la memoria colectiva de las cubanas.

También como parte de la gira se convocarán en las Escuelas de Instructores de Arte de cada una de las provincias visitadas un taller titulado: Música y cultura: incidencia de videos clips y otras manifestaciones culturales en la tríada de la violencia, impartido por el Dr. Julio César González Pagés y su equipo de trabajo. En el taller se abordará cómo las letras de muchas canciones generan actitudes violentas, sobre todo en varones. También los arquetipos de los cantantes y músicos que se construyen a partir de modelos de hombres fuertes, viriles y violentos, donde muchas veces los mensajes que se reproducen en los videos clips contienen una amplia carga de valores violentos y sexistas. Los jóvenes aprenden muchas formas de violencia en ámbitos y escenarios de la música, en el que se producen y reproducen valores, códigos, estereotipos, que incitan al desenlace de actos violentos.

En los talleres se aplicarán encuestas para valorar la opinión y percepción de estas problemáticas en niños y jóvenes estudiantes para poder sugerir programas alternativos, donde se promuevan una cultura de paz. La gira nacional de Rochy TODAS CONTRACORRIENTE unirá en cada una de las provincias artistas de la AHS y de la UNEAC como parte de este proyecto cultural.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuba: Feminismo sin etiqueta




Por Dixie Edith .-


En la foto la feminista cubana Norma Guillaume y Julio César González Pagés apoyando la campaña de lucha contra el VIH-SIDA

"Soy feminista siempre y cuando eso signifique estar en contra de la discriminación de la mujer. Lucho contra los prejuicios y desigualdades que afectan a nuestro sexo, pero no suscribo la variante del feminismo ultrarradical, que aspira a desplazar por completo al hombre”, ha confesado la conocida escritora Aida Bahr.

Aunque sus obras suelen reflejar las problemáticas de las mujeres, la actual directora de la Editorial Oriente, radicada en Santiago de Cuba, en la zona oriental de la isla, tampoco se siente totalmente conforme con el término.

“Me parece absurdo sustituir una forma de discriminación por otra. No se trata de ocupar el lugar del hombre, sino de compartir, de acuerdo a las posibilidades y capacidades de cada quien”, agrega.

La socióloga Marta Núñez Sarmiento refiere que las corrientes feministas fueron estigmatizadas en Cuba durante muchos años, y aún persisten prejuicios hacia ellas.

El movimiento feminista en Cuba, nacido en las primeras décadas del siglo pasado, cumplió un papel revolucionario al permitir la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, tales como la Ley de la Patria Potestad (1917), La ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio Femenino (1934).

Intelectuales reconocidas en la isla y estudiadas en las escuelas como Vicentina Antuña, Mirtha Aguirre y Camila Enríquez Ureña, fueron abiertamente feministas y aportaron análisis esenciales a su estudio.

“Los primeros trabajos que leí sobre feminismo, fueron los textos de Camila (Henríquez Ureña) de finales de los años 30”, ha reconocido la doctora Luisa Campuzano, directora del Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas.

¿Por qué, entonces, la palabra genera inconformidad y rechazo?

“En enero de 1959, el feminismo que existía en Cuba era el feminismo liberal burgués La Revolución Cubana desmontó la estructura de clases existentes entonces y era lógico que dentro de ella, también se criticara a este feminismo”, explica el historiador Julio César González Pagés.

Para el profesor de la Universidad de La Habana y coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, se cometió un error histórico al relacionar todo el movimiento feminista con una etapa de feminismo burgués.

“Eso, de cierta forma, hizo que la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) optara por distanciarse de ese feminismo. Esa organización representaba campesinas, obreras, amas de casa, lo cual traía un evidente choque clasista”, agrega Julio César.

“Lo increíble, pero cierto, era que Cuba, donde por obra de la Revolución se había producido la incorporación plena de las mujeres al espacio público, sin embargo, seguía siendo un país culturalmente patriarcal y, como se dice en el lenguaje político del feminismo, un país machista”, reflexiona la doctora Campuzano.

Para la investigadora Iliana Benítez Jiménez, del Departamento de Sociología de la Universidad de Oriente, “por cuestiones tanto históricas, como puramente culturales, en nuestro país se ha rechazado el término feminismo a pesar de existir correspondencia entre los principios humanistas de este movimiento y los de nuestro proyecto social”.

La historia se remonta a los primeros años del siglo XX. Entonces las primeras feministas cubanas fueron muy criticadas por la sociedad, y sobre todo por la prensa, porque sus objetivos atacaban el poder de los hombres y ubicaban a las mujeres en un papel lejano al tradicional, como objeto de belleza y sumisión.

Hasta en libros de historia más recientes como el conocido tratado La República, de Julio Le Riverend; o Cuba: 1898-1958. Estructuras y procesos sociales, publicado en 1995 por el historiador Jorge Ibarra, el tema del feminismo es tratado de manera bastante ortodoxa.

Aún sucede en la isla que suele tratarse identificarse este movimiento como “el machismo de las mujeres”, lo cual hace muy complicado poder asumir la masculinidad desde la perspectiva de género, según especialistas.

Tan evidente se ha hecho el rechazo al término que Ileana, también Master en Técnicas de Avanzada para el Desarrollo Integral Comunitario, ha propuesto una revisión del término.

Evidentemente, no es reconocido en su auténtica esencia y el resultado es “que mujeres y hombres lo rechazan y con ello, el desarrollo e implementación de ideas muy justas que provienen de esta teoría”.

En opinión de la experta, ayudaría pensar en nuevas propuestas conceptuales menos rechazadas.

Julio César, sin embargo, ve el asunto de otra manera: “Si tú no replanteas los términos desde las ciencia sociales y los reivindicas, los políticos no tienen cómo”, asevera.

Este estudioso, que se autodefine como un hombre feminista, insiste en que la FMC nunca dejó de ser una organización feminista:

“Si yo estoy pidiendo que las mujeres tengan derecho sobre su cuerpo, que tengan derecho y acceso a la salud sexual y reproductiva, que tengan los mismos derechos que los hombres en cuanto al trabajo, eso es feminismo”, concluye.

A su juicio, el feminismo, más allá de una etiqueta, es una filosofía que no ha dejado de estar presente en Cuba.

“¿Qué no se ha logrado todo? No se ha logrado en ningún lugar del mundo, pero yo creo que en Cuba ha existido en el período revolucionario un feminismo al que le podemos poner el apellido que quieras: de izquierda, revolucionario, socialista, pero ha sido feminismo. Nos toca a nosotros ponerle la etiqueta.

FEMINISMO, SUFRAGISMO Y MACHISMO EN CUBA: TRES CONCEPTOS Y DOS MUJERES



Por Julio César González Pagés

En la foto Julio César González Pagés y Isabel Moya Directora de la Revista Mujeres


MOVIMIENTO FEMINISTA

Movimiento para luchar por los derechos de que carecían las mujeres cubanas. Su primera etapa puede enmarcarse entre 1880 y 1912, con el surgimiento de las ideas en torno al Feminismo Social, cuya pretensión era ayudar a la mujer sin alejarla de sus roles tradicionales. La segunda comienza en 1912 con la aparición de la variante de las sufragistas-feministas, con el objetivo fundamental de obtener el derecho al voto por encima de cualquier otro tipo de cuestionamiento. La tercera etapa surge en 1918 con el auge del Feminismo Liberal y la difusión de organizaciones femeninas de diferente índole, en la que el sufragio es objeto de un cuestionamiento más abarcador al añadir las variantes de clase social, nivel educacional y raza, además de pronunciarse por extender este derecho a las analfabetas. A partir de 1934 que se aprueba la ley que permite a las mujeres ser electoras y elegibles, este movimiento se dispersa, siendo la izquierda en esa década la nueva protagonista de este movimiento con nuevos planteamientos. El sufragio femenino fue un elemento fundamental en la conformación del Movimiento Feminista en Cuba, uno de los más importantes del Continente por su proyección universal. Con la firma de la Constitución de 1940 que garantizó el derecho al voto para los ciudadanos de ambos sexos, este movimiento se atomiza, ganando en pluralidad pero perdiendo la unidad en este objetivo común.



MOVIMIENTO SUFRAGISTA DE MUJERES

Surge en la primera década del siglo XX para luchar, fundamentalmente, por la obtención del voto femenino. Las organizaciones que se crearon para desarrollar este programa, no solo abordaron los problemas de la igualdad política sino también otros de carácter social y laboral, tales como el divorcio y la patria potestad, lucha que culminó con la aprobación de la Ley de la Patria Potestad en 1917 y la Ley del Divorcio en 1918, que tuvieron la primacía en Cuba antes que en el resto de los países de Hispanoamérica. La concesión del derecho al sufragio en 1919 por muchos países participantes en la Primera Guerra Mundial, incidió también en la ampliación del programa de lucha de este movimiento. Estas nuevas ideas se manifestaron con el surgimiento del “Club Femenino de Cuba”, vanguardia del discurso de la emancipación y promotor del surgimiento de la “Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba”, la que convocó a los dos congresos de mujeres que se celebraron en La Habana en 1923 y 1925, eventos de gran pluralidad de ideas y difusores principales del debate sobre el sufragio femenino en el ámbito nacional.



MACHISMO:

Término con el que se acuña la hiperbolización de la masculinidad y coloca al macho, entiéndase al hombre, como centro del universo. Utilizado muchas veces en contraposición al Feminismo, este conjunto de ideas socio-ideológico-cultural se ha encargado de preservar la hegemonía masculina como centro del poder. El Machismo ha sido validado en Cuba como una forma de la cultura y a pesar de ser muy criticado en las dos últimas décadas, parece gozar de gran arraigo en los diferentes grupos sociales tanto de la Isla como de la diáspora cubana. Desde el siglo XIX este término aparece como un cuño que acompaña a los niños convirtiéndolos en machos desde su nacimiento, los cuales se ven condenados a marcar diferencias durante la mayor parte de sus vidas. El macho, portador de la ideología del Machismo, se construye desde la infancia con la exigencia de demostrar constantemente la virilidad, la cual es impulsada con la frase: “demuestra que eres un hombre”. Machismo, hombría, masculinidad y virilidad, son términos con muchos puntos en común en la nacionalidad cubana, implacables con las mujeres que han tratado de transgredirlos hasta el punto de denominarlas con el término peyorativo de “marimacho”, es decir la usurpadora ridícula de algo que solo debe pertenecer al hombre. El Machismo es una corriente universal que ha tenido en el continente latinoamericano un marcado arraigo. Los estudios de género que se realizan en la actualidad promueven la reflexión en diversos eventos y foros, lo que permitirá un cambio en tan absurdas concepciones.



MARIBLANCA SABAS ALOMÁ. (1901-1983).

Periodista de estilo directo y preciso, contribuyó con su obra a defender los derechos de las mujeres cubanas. Fue delegada de los dos Congresos Nacionales de Mujeres celebrados en La Habana en los años 1923 y 1925. Sus libros y artículos gozaron de mucha fama en la década del 20 entre las feministas cubanas, grupo del que ella formó parte. Alcanzó gran popularidad, como ninguna otra mujer en Cuba, hasta el punto que su rostro fue utilizado por una Compañía fosforera en las cajillas de cerillas. Fue muy criticada por sectores radicales revolucionarios por aceptar un alto puesto de información y prensa en las oficinas del Palacio Presidencial durante la dictadura de Gerardo Machado. Fundó varias organizaciones progresistas y fue integrante de otras, entre las cuales se destacan el “Grupo Minorista” y “El Club Femenino de Cuba”. Fue redactora de las revistas Bohemia (1927-1930), Carteles (1928-1933) y de los periódicos Avance (1940-1946) y El Mundo (1961-1968).



OFELIA DOMÍNGUEZ NAVARRO. (1894-1976).

Periodista, abogada y maestra de profesión, dedicó su vida a la defensa de los ideales del Feminismo. Fue fundadora de importantes organizaciones de mujeres como la Alianza Nacional Feminista y la Unión Radical de Mujeres; así como participó como delegada en varios eventos femeninos celebrados en las décadas del 20 y el 30. Obtiene en 1922, en Santa Clara, la plaza de Notaria por oposición, siendo la primera mujer que en Cuba desempeñó dicho oficio. Por su abierta oposición al régimen del dictador Gerardo Machado, fue encarcelada y desterrada. Vivió en México donde ganó prestigio como abogada, por lo que fue llamada a defender a Jacques Monnard, asesino de León Trotski. Domínguez desarrolló una activa militancia en los grupos pacifistas cubanos durante la Segunda Guerra Mundial. Fue nombrada en 1946 vicepresidenta de la Federación Internacional de Abogados y en 1947 secretaria general de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU).

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Entre Luisa Capetillo y Filo Vidal: transgresión y defensa de la mujer

Por Jesús Gómez Mas.
Estudiante de 3er.
Año de Lic. en Historia,
Universidad de La Habana

Constituye un viejo argumento el que plantea que no se puede escribir sobre las mujeres porque las fuentes documentales o bibliográficas son escasas. Otros apuntan al poco protagonismo que tienen para la Historia General, dada su poca participación en los acontecimientos que esta narra de guerras y luchas por el poder político en diferentes etapas.

La renovación historiográfica feminista aportaría nuevas formas para los grupos de Historia Social, ofreciendo un nuevo enfoque a la inclusión de las mujeres, independientemente de los roles tradicionales adjudicados, donde la maternidad y la familia parecían ser los únicos importantes.

La reinterpretación de las fuentes tradicionales y la utilización de métodos provenientes de otras disciplinas de las Ciencias Sociales, permitieron abandonar maneras totalmente androcéntricas y cuantitativas de hacer historia.

Una de las contribuciones de la historia de mujeres, “ha sido precisamente la afirmación de que la mujer tiene una historia, y que esta historia no puede considerarse como un conjunto de datos olvidados cuyo destino sería incorporarlos a las categorías históricas tradicionales ni tampoco como simple contribución marginal a la supuesta historia definitiva –la historia del hombre vista desde una perspectiva masculina y un sistema de valores masculinos.”

Precisamente esta era una de las principales preocupaciones al abordar la investigación de dos importantísimas mujeres emigrantes acerca de las cuales se ha escrito muy poco o solamente de forma referencial. Las figuras de Filo Vidal y Luisa Capetillo serán los ejes fundamentales que motivan esta sencilla investigación.

El primer problema que tuvimos fue la escasa bibliografía existente sobre la actuación de dichas figuras feministas, la primera gallega y la otra puertorriqueña, durante sus estancias en Cuba; las cuales aparecen de modo periférico en estudios generales. Ello ocurre por la desvalorización de lo femenino, siendo una característica central del sistema social de género, en el que ha predominado la desigualdad entre los hombres y las mujeres. Las mujeres en tanto personas y las actividades definidas como femeninas, no tienen el mismo valor que las masculinas, ni tampoco lo tienen los espacios sociales donde estos roles se desempeñan: el mundo público y el mundo privado (familia). Debido a las relaciones de género basadas en la jerarquía, lo femenino, en cualquiera de sus niveles, ha desaparecido y se ha hecho invisible.

Sobre la actuación de Filo Vidal durante el Segundo Congreso Nacional de Mujeres de abril de 1925 y su defensa de la mujer emigrante quisiéramos comenzar nuestro estudio. Esta Asamblea, que fue inaugurada y clausurada en el Teatro Nacional, ubicado dentro del edificio del Centro Gallego, tuvo en la moción de la mencionada gallega, un discurso que más allá de defender una nacionalidad específica, hablaba de la necesidad de ayudar a las mujeres emigrantes sin distinción de su origen nacional o regional.

Vidal pidió en el Congreso lo siguiente:

“Primero- Hacer una llamada a las actuales sociedades de inmigrantes, de todos los países, para que presten su concurso por medios distintos, con el fin de recaudar fondos, para que se levante un edificio amplio y alegre que se denomine Casa de la mujer inmigrante”. (GONZÁLEZ PAGÉS, 2010)

Este punto pedido por la delegada se materializa años después por diferentes sociedades españolas, que constituyen asociaciones regionales para sus emigradas en específico. Un segundo punto pedido por Filo Vidal apuntaba sobre las características que debía tener la casa de la mujer inmigrante:


“Que dicho edificio se alce no lejos del puerto, como áncora de salvación, brindándole su hospitalidad cariñosa a la mujer emigrante, la cual abonará una cuota mensual que le dé derecho apenas desembarque, a poseer un hogar de sólida honradez y protección, donde se le acoja cubriendo sus necesidades, bajo el Patronato del Congreso Femenino de Cuba. Así evitará que la mujer emigrante caiga en manos poco escrupulosas de primos, vecinos y amigos que cuando no acaben con sus modestos ahorros, que traen para sus primeras necesidades, sabe Dios a costa de qué repugnancias íntimas, la inician en el vicio, dejándolas abandonadas después”. (GONZÁLEZ PAGÉS, 2010)

Son significativas las denuncias constantes que eran realizadas sobre familiares y amigos de las emigradas, que lejos de actuar solidariamente, se convirtieron en el calvario de las mismas, por someterlas a actos muy crueles de vejación.

El último punto de la ponencia de Filo era un llamado espiritual a la aceptación plural:
“Que en la casa de la mujer inmigrante sea admitida toda persona del sexo femenino, sin distinción de edades, ni de raza, para la cual el edificio constará de varios pabellones, teniendo por divisa suprema: Amor y Protección. Ello reanudará en provecho de la mujer y gloria del feminismo cubano, que llevará a cabo una bella y gloriosa obra, siendo una demostración para el orbe entero de lo que pueden las fuerzas del espíritu femenino”. (GONZÁLEZ PAGÉS, 2010)

Si algo puede resultar curioso en las ponencias de la feminista Filo Vidal es cómo propugna en cada una de sus palabras: la defensa de la mujer inmigrante en general, sin entrar en las particularidades de regionalismos o nacionalismos; aún cuando proviene de una España marcada por los exacerbados sentimientos autonomistas de cada territorio, donde no existió una identificación con la nación a la que pertenecen, sino que se dan a conocer de acuerdo a la región histórica de procedencia: vascos/as, navarros/as, asturianos/as, gallegos/as, canarios/as, entre otras.

Otra feminista, la lectora, periodista, escritora y organizadora obrera Luisa Capetillo, fue una de las más destacadas líderes feministas en la historia de Puerto Rico. En una de sus publicaciones del año 1911, elaboró muy detalladamente su visión de la relación hombre y mujer. A través de Mi Opinión sobre las libertades, derechos y deberes de la mujer, insistió en el gran potencial que poseía la mujer como agente de cambio social, “porque el actual sistema, con todos sus errores, se sostiene por la ignorancia y esclavitud de la mujer” (RAMOS, 1992). Ello muestra cómo Capetillo hizo hincapié en la importancia de desmontar la errónea concepción que la educación no es apta para la mujer, y que esta es una valiosa vía para que se liberen de la dependencia con respecto a los hombres.

En este sentido, cabe recordar las palabras de una periodista y escritora asturiana llamada Agar Eva Infanzón y Canel (mejor conocida como Eva Canel), quien estuvo en Cuba durante el año 1891, y después de quedar viuda expresó: “si mi marido no hubiese muerto, y por el contrario hubiese hallado la salud en estas latitudes como los médicos lo habían predicho, yo habría venido a Cuba a ser lo que había sido antes, una esposa sumisa”. Esto viene afirmar, lo que años después, indicaban las palabras de la feminista puertorriqueña de exaltar el papel de la educación como mecanismo para terminar con la esclavitud de la mujer y no esperar por las vías “naturales” -la muerte, en este caso- para obtener reivindicaciones.

A partir de 1911 y durante los próximos cinco años, Luisa Capetillo extendió su radio de acción a otras regiones del continente. Así, en 1913, llegó a Cuba para vivir cerca de dos años. Después, de regreso a Puerto Rico, publicó su último libro conocido, influido de las ideas modernas fruto de sus viajes, y en el que desarrolló sus concepciones sobre la moral y el amor, citando como muestra de su cultura general sobre la mujer, historias de mujeres-paradigmas como: Madame Curie, Juana de Arco, Concepción Arenal, Agustina de Aragón, entre otras.

De su estancia por Cuba, data, tal vez, su más célebre anécdota, pues utilizó la transgresión de las normas masculinas, salir vestida de hombre por la calle de Obispo, como recurso para llamar la atención y ser oída por la opinión pública. Resultados de dicha acción: Capetillo fue obligada a salir del país y se le prohibió su entrada futura. Pareciera tan insignificante el motivo de tal sentencia, pero el que una mujer se vistiera de hombre en un espacio público, fue percibido como una violación del orden impuesto por los hombres.

Si bien pudo constituir una simple burla al atelier femenino, de la manera en que ocurrió, fue visto como un atentado a la tan irritable masculinidad de los hombres, un intento de empoderamiento por parte de dicha mujer, un delito que absurdamente solo pudo ser pagado por el modo en que se sancionó, pues el poder no había sido concebido socialmente para la mujer y la vía por la que ésta puede adquirirlo es mediante la dirección de los hombres; vía que a lo largo de la historia ha constituido un atropello de los ideales liberales-democráticos y donde las estigmatizadas mujeres no han gozado de la capacidad jurídica y política para decidir sobre algo.

A tan relevante escándalo se le realizó una copla popular que retrató dicho momento:

“Doña Luisa Capetillo,
con razón o sin razón
ha armado tremendo lío
con su falda pantalón.”
(GONZÁLEZ PAGÉS, 2003)

En honor y recuerdo de sus luchas y aportaciones al feminismo, Don Martín Beltrán, panadero, organizador obrero y compañero de trabajo de Capetillo la llamó: “Mujer de otro mundo, que vino a abrir nuevos senderos”. Y es que eso vino hacer tan osada mujer al transgredir normas y violar estereotipos en una época en que las féminas debían corresponder con el sistema sexo-género, o sino eran condenadas al patíbulo, guiado por las leyes de la nueva inquisición: la sociedad moderna.

Bibliografía

ARAUJO, Nara: Viajeras al Caribe. La Habana: Casa de las Américas, 1983
GONZÁLEZ PAGÉS, Julio César. En Busca de un espacio: Historia de las mujeres en Cuba. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2003
------------------------------------------- Gallegas en Cuba. Bogotá: Editorial Karisma, 2010 (Edición digital)
RAMOS, Julio. Compilación de ensayos de Luisa Capetillo. Amor y Anarquía. Los escritos de Luisa Capetillo. San Juan: Ediciones Huracán, 1992