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miércoles, 15 de diciembre de 2010

“Feminismo, sexualidad y género"

Por: Dayron Oliva Hernández.
Red Iberoamericana de Masculinidades

Con el auspicio de la Red Iberoamericana de Masculinidades y la Cátedra de Género y Comunicación “Mirta Aguirre” del Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”, estudiantes de tercer y cuarto años de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, realizaron un amplio debate a partir de la historia republicana cubana (1902-1958), en saludo a la Jornada y al Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer.

Como parte del cierre del curso optativo Género y sexualidad en la República del profesor Julio César González Pagés, coordinador general además de la Red Iberoamericana de Masculinidades, los/as estudiantes reflexionaron a través de destacadas figuras entre ellas Ofelia Domínguez, Pilar J. de Tella, Hortensia Lamar, Rosario Guillaume, Miguel de Carrión, acerca de cómo el importante movimiento feminista cubano abordó el cambio social para la mujer, no solo desde el sufragio sino teniendo en cuenta su desfavorecida situación social ante los hombres, los estereotipos sexistas y los temas para la obtención de derechos como la educación, el divorcio, el trabajo, la protección a la mujer inmigrante, etc. También se trataron temas sensibles como la prostitución femenina, la homosexualidad y se tuvo en consideración obras significativas de la producción literaria de esa época que, en sentido general, nos pone en perspectiva histórica cuánto se ha avanzado en nuestra sociedad en relación a la equidad de género.

El blog FEMINISMO EN CUBA pone hoy estos trabajos a su consideración

“Sin derecho a tener historia: el mundo de la prostitución en los primeros años de República”

Por Dayana Romero Benavides.
Estudiante de 4to. Año de Lic.
en Historia,
Universidad de La Habana

Introducción

El tema de la prostitución siempre ha sido y sigue siendo algo polémico, hablar abiertamente de ello hace un par de siglos te podía llevar a prisión, y actualmente, si conversamos sobre el tema, no podemos evitar bajar la voz e incluso sonrojarnos, como si no fuese una práctica común y altamente numerosa en la sociedad.
Muchas prostitutas han jugado importantes roles en la historia de la humanidad, ¿no lo era María Magdalena? Lo fue también Madame Bobary, concubina del rey Luís XV de Francia, y tuvo gran influencia en él y en el destino de su país, solo por citar algunas. Y nuestro país no es menos.

Ligados a nuestra historia tenemos numerosos personajes relacionados con el mundo de la prostitución, ¿qué cubano no ha oído siquiera mencionar a Alberto Yarini? El más famoso chulo que ha tenido Cuba, pero que era a su vez representante y portavoz del Partido Conservador, y provenía de unas de las familias más influyentes de La Habana. Pero actualmente nos seguimos empeñando en intentar ocultar ese pasado “bochornoso”, y silenciarles a personas pasadas y presentes que desean contar una historia.

Respecto a esto no puedo evitar mencionar una anécdota reciente, de cuando estaba realizando esta investigación. En el Centro de Investigación de la Mujer (donde tienen un fondo documental y bibliográfico importantísimo, y donde su bibliotecaria es una excelente trabajadora y persona) pedí un libro acerca del Primer Congreso de Mujeres de Cuba, y la bibliotecaria me lo trajo muy dispuesta. Más tarde le pregunté si tenía algún libro o documento sobre “La Bella Chelito”, “La Macorina”, o sobre otras prostitutas. No pudo disimular el disgusto y se limitó a contestar: “Aquí no tenemos nada sobre esas personas”. Esto nos ofrece la medida de que a estas mujeres no solo se les censura su profesión, sino que también su historia.
En fin, este trabajo está dedicado a todas esas mujeres sin historia, y en honor a una leyenda.

Desde su origen, en tiempos en que las jóvenes se ofrecían a los dioses por intermedio de los sacerdotes para obtener favores divinos, la prostitución ha estado regida, directa a o indirectamente por condiciones económicas que escapan a la voluntad o al deseo de los seres humanos. Nuestro país no está exento de estas prácticas. Este es un hecho que nos ubica en que hoy el dos o el tres por ciento de las mujeres trabajadoras de todo el mundo, se dedican al oficio “más antiguo”, obligadas por el desempleo, el hambre endémica, las migraciones, las pocas posibilidades de desarrollo, la escasas o nula educación, el predominio del patriarcado, la violencia doméstica que las devalúa ante sus propios ojos, la soledad, entre otras causas.

Lamentablemente, actualmente en nuestro país, la mayoría de los jóvenes que se prostituyen (o que “jinetean”, término más “cubano”) no lo hacen lanzados por la pobreza extrema, sino que básicamente lo que los impulsa ha sido la opción de ganar, sin demasiado esfuerzo físico, lo que sustentaría sus modelos de felicidad: una moneda de alto poder adquisitivo en el bolsillo, ropas y zapatos de moda, joyas, cosméticos, comidas, artículos electrodomésticos, paseos, estancias en hoteles y playas, y en no desdeñable medida, la posibilidad de casarse con un extranjero e irse del país. Pero, ello se escapa de la temporalidad que nos concierne en este trabajo.

Viajemos en el tiempo, situémonos en la Cuba, y más específicamente, en La Habana de los primeros años del pasado siglo. En 1899 ya se había oficializado el fin de la Guerra Necesaria por nuestra independencia y que a su vez, en su última etapa, había acontecido la intervención de los Estados Unidos en la misma y su posterior ocupación militar de la Isla.

Para ese entonces las condiciones de la vida material en Cuba podían considerarse desesperadas, especialmente en áreas rurales. La destrucción o abandono de las explotaciones agrícolas, así como el éxodo y la mortalidad entre la población rural resultaban las más señaladas características del campo cubano. Los cálculos arrojan un déficit poblacional de casi 400 000 personas en los años de guerra (1895-1898), que incluyen tanto las defunciones como los dejados de nacer en tan turbulento lapso.

La población masculina había mermado considerablemente, como consecuencia de la guerra, dejando detrás numerosas viudas, solteras desamparadas sin un cabezada familia que las mantuvieses, y en una situación económica paupérrima, y viéndose obligadas en su mayoría a emigrar a la capital en busca de alguna ocupación. Eran estas mujeres, en su mayoría analfabetas, sin saber hacer nada más que los oficios del hogar, y en situación desesperada. Si realizamos la ecuación: entrada masiva de extranjeros (por la intervención norteamericana) más, viudas y jóvenes solteras desamparadas, más, pobreza extrema, más, autoridad poco rigurosa, más, surgimiento y/o aumento del juego y de ilegalidades, el resultado indudablemente nos da igual a prostitución.

Era esta Habana una amalgama de tramas y subtramas que conformaban un universo singular, pleno de corrupciones e ilegalidades. Así, podía descubrirse en el Campo de Marte (hoy Parque de la Fraternidad) que la prostitución era legal, pues las meretrices estaban oficializadas y tenían un carné que les garantizaban la tranquilidad, y las que no tenías la manipulada cartilla compartían sus fondos con los policías de la zona. En aquellas oscuridades podían encontrarse vendedores ilícitos de drogas o de cualquier cosa, y la “impureza social” se ofertaba como algo trivial.

Pero la mayoría no entraban en ese mundo porque quisieran, a casi todas lo que les daba el impulso era ver a su familia muriéndose de hambre. Entonces, cuando se decidían, salían a buscarse un chulo que les comprara ropa y zapatos y que les pusiera a trabajar en una accesoria. Claro que éstos en su mayoría eran unos abusadores y les quitaba casi todo lo que ganaban, pero no tenían como meterse en el negocio si no era así.

Aquello no era nada fácil, pues tenían que meterse en la cama y complacer a hombres de todos tipos y figuras: blancos, negros, mulatos, chinos, gallegos o de donde fueran; limpios, sucios, a veces apestando a rayos, y no solo a aguardiente y a tabaco malo. Tenían que aguantar lo que viniera, porque sino el chulo les armaba “una buena” y hasta las golpeaban. Cuando podían los dejaban por otro, pero en el fondo era lo mismo, ya que todo el mundo las explotaba, no solo el chulo de turno, sino que hasta los médicos les sacaban un par de pesos cada vez que podían, sin contar a los policías, tan malos como los chulos.

La policía se lanzaba contra ellas por etapas. La acusación era siempre la misma: ofensa a la moral o por alteración del orden y escándalo en la vía pública. Nunca las acusaban de prostitutas. La ley no contemplaba el ejercicio de ese oficio como un delito; por tanto, no podían atacarlas por ahí. Si no les pagaban al policía de posta medio peso o una cajetilla de cigarros americanos, las llevaban presas. Los sábados, como era día de más movimiento en el negocio, tenían que pagar un peso.

Las formas de cazar a un “marchante” –posible cliente- no eran siempre iguales. En el bar, podían primero invitarlas a un trago, aunque también solían decirles simplemente: “Vamos a pasar un rato”. Les podían hacer una seña o mandar al cantinero que les sirviera una cerveza, o el recado para que la prostituta se le acercara. Otros no eran tan decididos, y ellas tenían que recurrir a las mejores sonrisas y decirles: “¿Me invitas a un trago? ¿Quieres pasar un rato bueno?”.
No era raro echar una partida de cubilete antes del encuentro. En las casas, sobre todo en la época en que había tela metálica en las ventanas y apenas se reconocían a las que estaban detrás, solían llamar la atención diciéndoles a los hombres toda clase de frases provocativas y sugerentes. Las “fleteras” (que andaban por las calles) también usaban frases parecidas; a veces atraían a los clientes mediante señas.

Este sistema se empleaba, de modo particular, cuando ellas se aventuraban por calles que no eran habituales para el negocio, o sea, que no estaban incluidas en zonas de tolerancia. Entonces guiñaban un ojo, o hacían un leve gesto con la cabeza, el puño cerrado o la lengua. También se insinuaban con preguntas o palabras de doble sentido. Otras, desde media cuadra de distancia, venían diciendo lo que eran, no sólo por el vestir descuidado y apretado en forma excesiva, sino porque llamaban en alta voz.

La entrada de franceses al país se incrementó en la época, convirtiéndose éstos en los chulos de más poder. Se les conocía como souteneurs o apaches, y con ellos trajeron a muchas francesas como mercancía para sus negocios. Eran estas francesas muy gustadas y preferidas por muchos, no solo por la palidez característica de su piel, ni por estar mejor vestidas y perfumadas, sino también por prácticas y técnicas más atrevidas que empleaban que a la mayoría de las cubanas les aborrecía.
En aquellas “sórdidas covachas” ocurría lo inconcebible en lo que a sexo se refiere, incluyendo perritos amaestrados utilizados por las fogueadas prostitutas francesas. Llegaba el hombre, y la mujer inquiría, a veces con palabras (“con perrito o sin perrito”), otras con habilidades conocidas de sobra, lo deseado: la forma habitual de cohabitación era la menos disfrutada, pues la mayoría de los asiduos preferían la novedad del sexo oral, que no se aventuraban a solicitar a las esposas. Así las francesas incorporaron además el sexo anal, desdeñado en las parejas matrimoniales por inmoral, pero que como innovación significaba un atractivo extraordinario para sus clientes. Las cubanas, durante un buen tiempo, no se ocupaban de esos juegos sexuales y se escandalizaban y escandalizaban a más no poder, agredían al hombre palangana en mano, mientras le gritaban que esa gimnasia podían irla a disfrutar con sus progenitoras.

Era en esa época la barriada de San Isidro la más popular zona de tolerancia. Era una trama de “inmundicias” y delincuencias, eran esas las “calles del vicio”, de todos los vicios. Por las calles Paula, San Isidro, Cuba, Habana, Compostela, Desamparados, etc.; las meretrices esperaban a sus clientes dentro de las accesorias y los hombres caminaban por la acera en busca de la preferida . La fama del barrio trascendían las fronteras del país, llegando a ser conocido en España, Francia y Estados Unidos.

Pero cuando se dice San Isidro, hay que hablar de Alberto Yarini. Con sombrero de castor carmelita oscuro y saco de dril blanco, pantalón a rayas, manejando con cuidados de orfebre el nuevo lazo en la corbata. Seleccionaba el color del chaleco, la leotina de oro, el pasador, el cinto, los zapatos, los mejores zapatos de glasé, los franceses de color avellana. Estudiaba con cuidado, a veces durante horas, su melena recortada, partida exquisitamente a la izquierda y con un mechón de pelo encrespado sobre la frente. Atrevido y soez como las caras esencias con que se perfumaba, hacía alarde de un arte especial para rendir a las mujeres y una mano muy dura para controlarles el dinero.

Hijo de Cirilo José Aniceto Yarini Ponce de León y de Juana Emilia Ponce de León, vio la luz Alberto Yarini Ponce de León, en 1882, quien, a pesar de su corta vida, se convertiría en una leyenda . Cuentan de él, quienes lo conocieron que fue un gran hombre, de los buenos, y muy buen amigo, de los que ayudan cuando más se les necesite, sin condición de ninguna clase, sin nada a cambio, a pesar de que era político, conservador. Él lo mismo hablaba con un negro, que con un chino, con cualquiera. Él era un rey. Y fue su reino de meretrices, de jugadores, chulos, ladrones; de criminales, estafadores, aduladores, vagos, matones. Fue su imperio de gente pobre: de carpinteros y estibadores, de albañiles y bodegueros, de marineros y panaderos, de lavanderas, cocineras y policías.

Este guayabito de apellidos célebres, el de palabra fácil, persuasiva, se convirtió de un solo paso en Presidente del Comité Conservador de San Isidro, con fuerza política en toda la zona de Belén. En su reino, Yarini se regodeaba por las calles saludando con gestos de caballero intachable, regalando monedas a los chiquillos y dando palmadas a los que lo adulaban y exaltaban, como a él degustaba. Era un hombre que debía cuidarse, porque sus rivales, los apaches foráneos, sabían ser implacables. El traficante de mujeres Louis Letot, Jean Petitjean, Ernest Laviere Paris, Quoerrier, Benedetti, Finet, entre otros, quienes andaban por el barrio con trajes de casimir, eran adversarios suspicaces y celosos del negocio, pero Yarini no tenía guardaespaldas.

Hacía tiempo que los problemas entre los chulos cubanos y los franceses se iban complicando cada vez más. No era que entre las prostitutas cubanas se estuviera despertando un sentimiento de nacionalismo, ni en especial un gusto por los cubanos en las francesas. Ya habían ocurrido broncas y navajazos entre ambos bandos. Era una guerra no muy silenciosa, que marchaba hacia líos mayores. Los franceses habían mantenido el control total de la trata de blancas. Cada cierto tiempo un francés viajaba a Francia en busca de mercancía fresca. Todo esto se hacía con la aprobación de las autoridades.

Sobre la muerte de Yarini se ha hablado más de lo que en verdad se ha escrito. Cada cual da su interpretación; se hace eco de los rumores que han llegado hasta nosotros. Se dice que se ha querido ver más de dos cosas en el asesinato, cuando en realidad todo se reduce a una fórmula muy simple: a Yarini lo mataron porque le quitó una mujer a un chulo francés. Pero, probablemente, ahí debió de haber otras razones. Cuando Letot (principal enemigo y rival del “guayabito”) regresó de Francia y se enteró de que Bertha Fontaine (conocida como la “Petit Bertha”, se dice que fue la más hermosa mujer de San Isidro) se le había ido con Yarini, declaró que había venido a Cuba a explotar mujeres, no a morir por ellas.

Letot era un hombre hábil, no se le podía pasar por alto que Yarini era el presidente de de los conservadores en el barrio. Pero los demás chulos franceses hicieron mucha presión para que Letot se enfrentara con Yarini. El 21 de noviembre de 1910, Alberto Yarini se levantó más temprano que de costumbre y fue al velorio de la madre de Domingo J. Valladares, Presidente del Comité Conservador del Barrio de Marte. Al regresar almorzó con sus mujeres, Celia, Elena y la Petit Bertha y durmió una pequeña siesta. Más tarde se dirigía hacia sus accesorias, ubicadas en Compostela y Habana. Al pasar Compostela se le une José Basterrechea (más conocido como Pepito, su más fiel e íntimo amigo ) y ambos cruzaron la calle y fueron a la accesoria número 59. Luego entraron en la 60, donde se encontraba Elena Morales, ambos entraron con ella y conversaron un momento. Ella se dirigió a la puerta, para ver qué pasaba en la calle, ya que se escuchaba un revuelo. Yarini salió detrás de ella, cuando vieron que Letot estaba de pie frente al acceso principal de la casa, por lo que la meretriz volvió a entrar rápidamente. Al ver a Yarini, y sin pronunciar ni una palabra ni darle tiempo a nada, el francés comenzó a disparar, a la vez que una lluvia de balas caía desde la acera de enfrente y de los tejados y azoteas, en los que se habían apostado otros ocho extranjeros. Yarini sacó su revólver, pero no le dio tiempo a usarlo. Detrás de él venía Pepito Basterrechea, con un revólver en la mano. Basterrechea, al darse cuenta de que agredían al amigo, hizo varios disparos sobre Letot, uno de los cuales hirió mortalmente al francés en el centro de la frente. Letot murió al instante, Yarini el día 22 a las diez y media de la noche en el hospital, no sin antes firmar una nota en la que se declaraba culpable de la muerte de Letot, y defendía la inocencia de Basterrechea. Fue ese uno de los entierros más concurridos de nuestra historia, en la que participaron, según se dice, decenas de miles de personas, de todas las clases, razas y posiciones .
Contra la prostitución se pronunciaron los medios de comunicación en innumerables ocasiones, de vez en vez un periodista la emprendía con las prostitutas, rehacían denuncias públicas, e incluso se decía por unos días que se iban a cerrar los barrios de tolerancia.

Pero una de las más reconocidas personalidades que se pronunciaron contra la prostitución fue Hortensia Lamar. Fue ella una de las más destacadas oradoras durante el Primer Congreso Nacional de Mujeres realizado en La Habana en 1923, quien fue como presidenta y representante del Club Femenino. A continuación citaré unos fragmentos de su discurso:

“(…) Sería prolijo un estudio o relación detallada de las causas determinantes y mantenedoras de la prostitución universal, hechos ya por distinguidos sociólogos. Solo mencionaré a grandes rasgos las más poderosas constantes; ellas son: la sórdida miseria de los parias de la sociedad que viven hacinados en horribles tugurios en los barrios bajos de las ciudades populosas, contaminándose unos a otros, y legando con la inconsciencia de bruto, en la bestialidad del instinto sin freno y sin alma, la modesta predisposición al vicio. Esa infancia con lacras hereditarias, crece y se desarrolla en un medio en que la bajeza, la grosería y la obscenidad son las normas de la vida. (…)
(…) Las mujeres que nos interesamos en la defensa del hogar, de la institución de la familia y en la salud y normal desarrollo de la raza, pedimos: como medida de profilaxis social, la clausura de todos los burdeles; pena de prisión de todo el que ejerza la prostitución, mujer u hombre, que tanta culpa tiene la que vende su cuerpo como el que lo compra; prisión correccional, que tenga tanto de clínica, como de escuela, en el campo, en contacto con la Naturaleza, tanto la de hombres como la de mujeres. Pedimos la clausura de las llamadas Academias o escuelitas de baile, que no son otra cosa que escuelas de corrupción de menores. Pedimos pena de prisión correccional para los padres que permitan a sus hijos frecuentar esas escuelas de vicio. Legislación penal para los traficantes de drogas heroicas y para los traficantes y explotadores de mujeres, en el asqueroso comercio. Estos son dos comercios que van íntimamente ligados. (…)
(…) Aquí también existe ese tráfico horrible, esa compra-venta de seres humanos, la criminal, repugnante trata de blancas con infelices e indefensas extranjeras traídas como mercancía, por lo cual se ha pagado en el lugar de origen el precio convenido al agente, y que luego aquí va subiendo de valor, según la calidad y la demanda que haya, y a veces sacada a subasta, después de la cual queda en poder del traficante que ha de explotarla, obteniendo todas las ganancias que su asqueroso comercio traiga del vicio. (…) El Club Femenino de Cuba, integrado por mujeres que han sentido una dulce e infinita compasión por esas pobres hermanas víctimas de la última y más abyecta de las esclavitudes; mujeres que tienen el firme propósito de continuar trabajando por el mejoramiento de la humanidad, empezando por la propia patria, han acordado fundar bajo los auspicios de la Institución referida una Liga contra la trata de blancas, de la prostitución y corrupción de menores. Con este fin haremos en breve un llamamiento a todas las clases sociales. (…)” (MEMORIAS, 1924)

Era esta, a grandes rasgos, la intervención de Hortensia Lamar. Fue este un discurso valiente y bastante osado para la época, pero que representa unas ideas bien claras.
Sin más, espero haber cubierto las expectativas. La prostitución es un oficio que, en mi opinión no dejará de existir, quizá desaparezca cuando el ser humano deje de mostrar interés por el sexo, lo cual imagino que estará ligado con el fin de la humanidad.

Bibliografía

CAÑIZARES, Dulcila. San Isidro 1910: Alberto Yarini y su época. La Habana: Ed. Letras Cubanas, 2000
ELIZALDE, Rosa M. Flores desechables: ¿prostitución en Cuba? La Habana: Ed. Abril, 1996
Facetas de la vida de Cuba Republicana. La Habana: Oficina del Historiador de la Ciudad, 1954
FERNÁNDEZ R., Tomás. Historias de mujeres públicas. La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1998
Memoria del Primer Congreso Nacional de Mujeres. La Habana: Imprenta La Universal, 1924
ROIG de L., Emilio. Males y vicios de Cuba Republicana. La Habana: Ed. Oficina del Historiador, 1961

Tina Modotti

Por David Novo Curiel.
Estudiante de 4to. Año
de Lic. en Historia, Universidad de La Habana


Assunta Adelaida Luigia Modotti, nació en Italia en 1896 en Udine, una pequeña ciudad de fábricas textiles en el norte de Italia, cercana a Trieste, el puerto del Mar Adriático. Su padre, Giuseppe Modotti, era de profesión mecánico y socialista radical con ideas revolucionarias, perteneciente, claro está, al Partido Socialista. y su madre, Assunta Mondini, estaba dedicada a las tareas del hogar.

De niña es llevada a Austria, con la intención de vivir en un ambiente político más libre; pero al no conseguirlo, tuvieron que regresar a Italia. Se educó en escuelas italianas y austriacas, pero debido a los escasos recursos económicos de su familia, a los 12 años se vio obligada a trabajar en una de las fábricas textiles de su ciudad natal.

Luego de un tiempo el padre y la hermana mayor de Tina emigran a Estados Unidos, atraídos por el ideal del "sueño americano". Mientras el padre trabajaba de obrero y la hermana en un taller de costura en California, como costurera en Italia, Tina se hacía cargo de la manutención de su madre y sus hermanos pequeños, viviendo en condiciones muy extremas, pero con un gran sentido de justicia e igualdad derivado de la postura política familiar.

Alrededor de los 17 años parte a Norteamérica, comienza a trabajar de costurera en Magnin's, pero gracias a su destacada belleza, pronto se transforma en modelo, incluso de sus propias confecciones. De sus características lo que más llamaba la atención era su frágil figura, el delicado rostro y la mirada triste. Pronto incursiona como actriz en el cine mudo. Por ese tiempo conoce a Roubaix de L'Abrie Richey, mejor conocido como Robo, quien al cabo de un tiempo, sería su esposo. Robo se desenvolvía en un gran ambiente bohemio, pues era pintor y poeta; constantemente organizaba reuniones en el patio de su casa, donde se tocaban temas como la revolución rusa, el amor libre, los convencionalismos, la moralidad y las aventuras de Pancho Villa.

Robo, al igual que muchos extranjeros alrededor de 1922, queda atrapado por la magia de los sitios exóticos y su cultura, por lo que decide viajar a México, donde desgraciadamente cae enfermo y muere de fiebre amarilla. Tina, quien se había quedado en Estados Unidos, no lo alcanza con vida.

Tina, con su atrayente tipo de femme fatale, se enamora de Edward Weston su marido los había presentado- mientras Robo permanecía en México. Tina, quien posaba tanto para su marido como para Weston, decide viajar a México acompañada de este último. Una vez establecidos, y envueltos por la multiplicidad de colores y ambientes, Tina descubre otra faceta de sí misma y abandona la melancolía y suavidad de Robo, por la explosión sensual y artística del fotógrafo.

Logra convencer a Weston para que la tome como discípula, y poco a poco va logrando una obra de gran calidad. El fotógrafo tenía ideas abstraccionistas muy avanzadas para su época y esta influencia es notoria en la obra de Tina. Weston regresa a Norteamérica y Tina, que ya se había codeado con el mundo cultural de la época, decide quedarse, sintiendo un gran compromiso con los indígenas, pues desde la primera vez que realizó un viaje al Istmo de Tehuantepec -junto a Diego Rivera, Frida y otros intelectuales de la época-, quedó maravillada.

Tina estaba en plenitud de su sexualidad, no se inhibía por su desnudez, a ella le gustaba juguetear desnuda; le molestaban las ataduras, los botones, los cinturones o cualquier prenda que le estorbara para moverse. Tenía una forma muy especial de caminar, de hablar, todo en ella era llamativo, y más para los mexicanos poco acostumbrados a una mujer con esas características. La mayoría de las mujeres del país ni pensarlo, ellas no podrían ser como Tina.

Tina se impresionó tanto con México que quiso plasmarlo en imágenes fotográficas como un homenaje, aunque no sólo captaba sus formas estéticas, sino que retrataba la visión de un país lleno de miseria e injusticia.

Conmovida por la explotación en la que vivía la clase trabajadora de la posrevolución mexicana, Tina se convierte en revolucionaria activista desde principios de los años veinte, desarrollando fuertes lazos con miembros del grupo de la Unión Mexicana de Artistas, entre los que se encuentran Manuel Álvarez Bravo, Diego Rivera, Charlot, Orozco y Siqueiros.

En 1927 se afilió al Partido Comunista Mexicano y desde ese año hasta 1940 trabajó como editora colaboradora y fotógrafa de la revista Folklor Mexicano. Durante su estancia en México escandalizó a la mojigata sociedad de aquella época por ser una mujer que vivía bajo el mismo techo con un hombre que no era su marido ni su hermano, que salía a la calle después de las ocho de la noche y compartía la mesa en lugares públicos con varios varones; además de tener la costumbre de bañarse desnuda en la azotea de su casa cuando llovía.

En 1928 conoció a Julio Antonio Mella, dirigente estudiantil cubano, en una manifestación en protesta por la ejecución de Sacco y Vanzetti, con el cual comienza un romance y es considerado el amor de su vida, este joven estudiante cubano de fuertes ideales de izquierda, era el encargado de ayudar a sus compatriotas que huían de la isla.

Desafortunadamente Mella es asesinado en 1929. Para ese entonces, Tina ya había publicado en algunas revistas y periódicos de izquierda como la Revista de los Estridentistas, que a pesar de especializarse en literatura, coincidía con algunos principios de este movimiento artístico-, lo cual la vinculaba a esta postura política, indicio que llevó a culparla del asesinato del joven cubano.


Sin embargo, se le declara inocente poco después del crimen. Al año siguiente la acusan de haber tomado parte en el intento de asesinato de Pascual Ortiz Rubio, presidente de México, por lo que es expulsada del país. De allí salió acompañada del líder comunista Vittorio Vidali, rumbo a Alemania.


Continúa su trabajo en el exilio en Berlín, donde se hace miembro de la Unión de Fotógrafos de Prensa y publica sus imágenes en Der Arbeiter-Fotograf. Abandona la fotografía por el activismo político mientras se encuentra en Moscú entre 1931 y 1934 trabajando para la Cruz Roja Internacional de la URSS.


Al comenzar la Guerra Civil se trasladó a España para formar parte del Quinto Regimiento. Cuando llegó, renunció a realizar una sola fotografía. Para ella no era compatible el arte con la violencia de los acontecimientos. Se sentía incapaz de retratar lo que veía y optó por la lucha armada. No obstante, Vidali, como dirigente de las Brigadas Internacionales, le ordenó cambiar las armas por el espionaje, ya que sus conocimientos de italiano eran muy beneficiosos dada la nacionalidad de las fuerzas que apoyaban a los franquistas. También colaboró en los hospitales con el Socorro Rojo. Tuvo que coincidir con Gerda Taro en Almería, pues a Modotti se le encargó el seguimiento de la tragedia en esa ciudad. Sus reportajes se publicaban en Ayuda, órgano de prensa del Socorro Rojo Internacional, y los firmaba con alguno de los pseudónimos que utilizó en España: María, Carmen Ruiz o Vera Martini.


Regresa a México en 1939, donde continúa su actividad política mediante la Alianza Antifascista Giuseppe Garibaldi con un nombre falso; fotografió, trabajó y continuó su labor política hasta su muerte en 1942, debida a un ataque cardiaco.

En su lápida, ubicada en el panteón Dolores de la Ciudad de México se lee un verso de Pablo Neruda:
“Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes;
Tal vez tu corazón oye crecer la rosa
De ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa”.

UNA MIRADA FEMENINA AL CUIDADO DE LA NATURALEZA

Por: Celia H. Martínez Prado.
Estudiante de 4to. Año de Lic.
en Historia, Universidad de La Habana.


El papel de la mujer cubana en la historia de nuestro país ha sido tratado en numerosos trabajos, sin embargo, la mayor parte de ellos recurren a las mismas figuras femeninas. De esta manera, observamos que en el siglo XIX el nombre por excelencia es el de la poetiza Gertrudis Gómez de Avellaneda; en las guerras de independencia lo son Ana Betancourt y Mariana Grajales; el período republicano presenta una escasez en este tema, salvo algunas excepciones donde se hace referencia a los Congresos Nacionales de Mujeres.

Igualmente recurrentes son los nombres de Celia Sánchez, Haydee Santamaría y Melba Hernández, esta vez en el periodo que comprende la lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista.

Evidentemente, el papel de la mujer no ha sido lo suficientemente analizado y divulgado, por lo que se hace necesario realizar un análisis partiendo de la perspectiva de género y para ello resulta imprescindible el estudio de la década del veinte del siglo pasado, en la que se produce el ascenso de movimientos sociales y políticos, dentro de los que se encuentra el feminismo. En este contexto, las mujeres cubanas comenzaron a organizarse para reclamar sus derechos, aunque en sus demandas estuvieron incluidos también muchos de los problemas de la sociedad cubana de la época. Tienen lugar entonces, los Congresos Nacionales de Mujeres, como expresión de la lucha de este sector por alcanzar iguales derechos civiles que los hombres.

El presente trabajo pretende realizar un recorrido por los Congresos de Mujeres celebrados en La Habana en las primeras décadas del siglo XX, prestando especial interés al tratamiento dado al tema de la conservación de la naturaleza. Pretende además, establecer un primer acercamiento al movimiento ecofeminista a partir de sus principales postulados; así como demostrar que el interés femenino en el tema de la conservación durante los Congresos no puede incluirse dentro de este movimiento.

Las primeras conexiones entre el feminismo y la ecología que dieron origen al ecofeminismo se encuentran en las utopías literarias de las feministas de los años setenta. En ellas se define una sociedad en la que las mujeres viven sin opresión, con democracia interna y en la que prevalece el uso de tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Fue Françoise d'Eaubonne (1) , en 1974, quien adoptó por primera vez el término de ecofeminismo para representar el potencial de las mujeres para encabezar una revolución ecológica que significara nuevas relaciones de género entre hombres y mujeres y una relación distinta entre los seres humanos y la naturaleza. Este ecofeminismo inicial ha evolucionado dando lugar a tendencias distintas, todas preocupadas e interesadas por el cambio de las relaciones entre las personas y el medio ambiente.

Ahora bien, de manera general el ecofeminismo plantea la existencia de una conexión entre la dominación y explotación de las mujeres y de la naturaleza, argumentando que la capacidad de gestación de la mujer permite una mayor identificación con la naturaleza y por ello propone objetivos comunes para el movimiento feminista y ecologista, planteando la necesidad de trabajar conjuntamente en la construcción de alternativas que reviertan tal situación.


El Primer Congreso Nacional de Mujeres sesionó en La Habana del primero al siete de abril de 1923, de esta forma, se abría un espacio para trazar las líneas a seguir por el movimiento femenino cubano, así como para propiciar la unidad entre las diferentes organizaciones que habían sido creadas con anterioridad. La participación en él quedó establecida a partir del cumplimiento de determinadas condiciones, así como con el compromiso de no emitir criterios desfavorables contra el feminismo. En sus palabras de apertura, la presidenta Pilar Morlón de Menéndez dio a conocer las aspiraciones generales del Congreso:

“Así, pues, el objeto de nuestro Congreso es doble: en primer término es un exponente del grado cultural de la cubana demostrando que, con haberla hecho copartícipe de los beneficios de la enseñanza, le han otorgado el derecho de aspirar a todas las sanas posibilidades y en segundo lugar servirá de exposición del pensamiento femenino respecto a los problemas que afectan al individuo, a la familia, al hogar y a la Patria.” (MEMORIAS, FMC)

En relación a la temática conservacionista, en este primer Congreso dos ponencias abordan el tema: una titulada “Amor y protección a los animales”, a cargo de Jeannette Ryder y la otra “Amor a las plantas y flores”, a cargo de Pilar Houston, ambas estadounidenses.(2) La presencia de dos trabajos que abordaran relativamente la misma temática me resultó muy interesante, si tenemos en cuenta el contenido del resto de los trabajos, orientados sobre todo a la lucha por el sufragio femenino y la reivindicación de una serie de derechos sociales que se hacían indispensables para la equiparación de la mujer con el hombre en la vida civil y política. Los trabajos hablan de la necesidad de fomentar en los niños el cuidado de los animales y el entorno que lo rodea; propiciar la siembra de árboles y exigir la limpieza en las plazas y parques públicos.

Finalizado el Congreso y dados a conocer sus principales acuerdos, los que abordan el tema de la protección al trabajo de la mujer, la equiparación de sus salarios con respecto a los hombres, la reforma penitenciaria y la legislación sobre el adulterio; en especial, el número seis está dedicado a “intensificar el amor a las plantas y los animales”. De esta manera quedaba suscrito el interés de las mujeres cubanas en el cuidado de la naturaleza.


Este Congreso Nacional de Mujeres fue el primero de su tipo en Cuba y América Latina, logrando movilizar a determinados sectores femeninos del país; puso de manifiesto el proceso de radicalización de la mujer frente a las leyes y las costumbres reaccionarias que la discriminaban y sirvió de reflejo a algunos de los males que afectaban al pueblo. Sin embargo, no puede pasarse por alto el hecho de que exigía reivindicaciones para la mujer al margen de la lucha contra el régimen que igualmente explotaba y discriminaba al país y que su carácter burgués le impedía abarcar las necesidades de la mujer cubana en general -dígase campesina, obrera.

El Segundo Congreso de Nacional de Mujeres se celebró en La Habana en el año 1925. Una de las peculiaridades que presentó fue la presencia de la mujer obrera trabajadora, ausente en la primera cita. Motivó el interés de los intelectuales y de la opinión pública en general. La prensa de la época concedió diariamente un espacio al comentario de las sesiones y temas que allí se debatían. Esta vez se prestó atención a algunos problemas sociales que no fueron discutidos en el Primer Congreso y que si bien no se les dio una solución definitiva, al menos fueron señalados y criticados. Aquí se incluyen, por ejemplo, la creación de gremios de las mujeres obreras para la defensa de sus intereses y la prohibición de anuncios que denigraran a la mujer. Se acordó además erigir un monumento a la mujer cubana participante en las guerras de independencia. En esta ocasión, no hubo ninguna ponencia que abordara el tema medioambiental.

Este Congreso culminó con una fuerte división al interior del movimiento femenino cubano, provocado por las diferencias de criterios en aspectos como el reconocimiento de iguales derechos entre los hijos legítimos e ilegítimos y la concesión del sufragio a partir de la asociación con algún partido político. Como consecuencia, las mujeres cubanas no volvieron a reunirse en Congreso hasta el año 1939.

El Tercer Congreso Nacional de Mujeres sesionó igualmente en La Habana. Su objetivo fundamental era agrupar a todas las mujeres de Cuba, sin exclusión de índole política, religiosa o racial, en la defensa de “los derechos de la mujer y el niño, la paz y el progreso de Cuba.” La labor del Congreso resultó amplia, profunda y sostenida. En las conclusiones, se exigieron, entre otros aspectos una reforma a la Carta Magna de la República; el respeto al derecho civil de la mujer; la realización de un Código de la Familia; la lucha contra la delincuencia femenina, encaminada hacia la solución del problema económico de la mujer joven; hacer que desaparecieran en los centros de reclusión el aspecto de sitios de castigo, convirtiéndolos en centros de readaptación de la mujer; luchar contra el proxenetismo y, finalmente, el rechazo a la pena de muerte. Una vez más, el tema de la conservación de la naturaleza no estuvo incluido.

Partiendo del análisis anterior, podemos concluir que la mayoría de los Congresos Nacionales de Mujeres adolecen del tratamiento al tema ecológico. Sólo en el primer encuentro de este tipo se hace referencia a esta temática, a partir de las ponencias de Pilar Houston y Jeannette Ryder. Esto responde, en mi opinión, al carácter clasista de los Congresos. Desde su perspectiva burguesa, la cuestión de la naturaleza y su cuidado no se torna fundamental para estas mujeres, ocupando el centro de sus debates el tema del sufragio femenino, el acceso a la vida política y la igualdad de derechos civiles con respecto a los hombres. Faltarían muchos años para que la mujer, en su lucha reivindicadora incluyera la cuestión ecológica como un intento más de cambio social y de denuncia.

NOTAS:

1-Escritora y profesora francesa pionera del movimiento feminista de los años setenta del siglo pasado.

2- Al congreso estuvieron invitadas asociaciones femeninas de otros países.


BIBLIOGRAFÍA

DOMÍNGUEZ, Ofelia. 50 años de una vida. La Habana: Instituto Cubano del Libro, 1971
EVANS, Sara. Nacidas para la libertad: historia de mujeres en Estados Unidos. Buenos Aires: Ed. Sudamericana, 1993
GÓMEZ-PASTRANA, Teresa María. El ecofeminismo: una opción real de Transformación social. Disponible en: http://www.rebelión.com. Acceso en: 5 de dic. 2004
GONZÁLEZ, Jorge F. Las luchas por el sufragio femenino bajo el régimen de Machado. 2007. Trabajo de Diploma-Facultad de Filosofía e Historia-Departamento de Historia, Universidad de La Habana, La Habana
GONZÁLEZ PAGÉS, Julio César. En Busca de un espacio: Historia de las mujeres en Cuba. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2003
SUÁREZ F., Liane. La mujer cubana entre 1940-1952. 1996-1997. Trabajo de Diploma-Facultad de Filosofía e Historia-Departamento de Historia, Universidad de La Habana, La Habana

jueves, 10 de diciembre de 2009

¿MODERNAS O TRANSGRESORAS? LAS MUJERES CUBANAS EN LOS ESPACIOS PÚBLICOS 1895- 1902

Por Julio César González Pagés


Resumen:

Uno de los aspectos más interesantes que trajo el enfoque de género en los estudios de historia de mujeres fue el cuestionamiento hacia los espacios donde se desarrolló la vida de la población femenina.

Definir los ámbitos privados y públicos ha permitido sistematizar la doble dimensión de ambos en un contexto donde se pone énfasis en las relaciones sociales determinantes en la construcción de los géneros femenino y masculino.

El espacio público cubano recibe severas transformaciones con el fin de la querra de independencia y el inicio de la intervención norteamericana, el presente trabajo aborda estos aspectos desde un tema poco común el del ciclismo femenino.


Tintina una mujer gallega monta una bicicleta en la Habana.


La gallega Antonia Martínez, más conocida por Titina, probablemente haya sido la primera en hacer uso de una bicicleta en esta Isla. El suceso como tal narrado por la misma protagonista a la líder sufragista María Collado, fue descrito de la siguiente forma:

"Todos quedaron sorprendidos al ver una mujer usando una bicicleta en La Habana en la temprana fecha del 12 de noviembre de 1894, esta acción me convertía en la precursora de algo que causó un gran malestar sobre todo en los hombres, pero no pudo ser detenido". (1)

La acción de Titina al irrumpir en un espacio público, le ganó burlas y agresiones y hasta una canción que le vaticinaba un accidente, la cual ha sido cantada por más de cien años

El texto de esta canción ha variado según las épocas y regiones del país con un texto que advierte un límite para las mujeres: “Titina, Titina montando bicicleta al doblar la esquina se le poncho una teta”. (2)

La advertencia de que los senos de las mujeres pueden ser como los neumáticos de la bicicleta, no existe de igual forma para los hombres. Esto se traduce en un claro llamado para no dejar que las mujeres montaran bicicleta de forma abierta como los hombres sin límites y restricciones

La entrada de mujeres en ciclo al espacio público fue asociada a una serie de acontecimientos que comenzaban a involucrar a la población femenina en cuestiones no diseñadas por el androcentrismo social. El 29 de diciembre de 1894 apareció en "La Carta del Sábado" una advertencia ante tanto libertinaje:

“Empecemos por afirmar que para nosotros desaparece la mujer si la encontramos comentando las instituciones de Justiniano o haciendo la disección de un cadáver. Esa no es su verdadera misión en la tierra su misión esta dentro del hogar doméstico, y para el hogar, en el cual ha de ser el ángel custodio de todas las felicidades, debe ser educada...No podéis creer ilustre señorita, que la emancipación de la mujer exija que sepa manejar el florete, que domine la bicicleta, que expuesta a las intemperancias y a las groserías arriesgue su tranquilidad y su pudor en la mesa de un café o vocifere en un club. Esa no sería una mujer, sería un fenómeno”. (3)

Con textos como estos se advierte una declaración beligerante contra las mujeres-fenómenos que rompieron paradigmas de convivencia social. Esto no fue escuchado por un grupo de cubanas pragmáticas que hicieron proclamas y actos de toda índole que iban desde el estudio en universidades, formaciones de asociaciones "semi-ilícitas", hasta la incorporación a la subversiva corriente feminista (4)

Cambiando el espacio de la política: ¿patriarcal, maternal o infernal?

La participación de mujeres cubanas dentro de las filas independentista no trajo el cambio esperado por ellas dentro de las concepciones patriarcales de los lideres patriotas .De igual modo el diseño de la política colonial excluía una participación de las mujeres en las actividades de las organizaciones que influían en la determinación de normas y leyes (5)

La última etapa de la querra permitió el asociacionismo político con la formación de clubes femeninos independentistas pertenecientes al Partido Revolucionario Cubano de José Martí. Aunque la mayoría de estos clubes siguió patrones conservadores por parte de sus lideres de ambos sexos, sobresalieron algunas integrantes que no quisieron seguir siendo evaluadas como "flores o niñas", arquetipo frecuentemente utilizado para calificarlas, como fue el caso de Quirina Martínez, perteneciente al Club "Mercedes Varona" de Nueva York, quien también montó bicicleta, además de cortarse el pelo y fumar cigarrillos en público y como Edelmira Guerra quien quiso que se cambiara la capital de La Habana para Cienfuegos(6).

Tanto delirio de renovación preocupó a los emigrados revolucionarios quienes se encargaron de escribir en el periódico independentista Patria un llamado de alerta que vaticinaba que tanta novedad de ideas sobre la mujer, podía resquebrajar la moral religiosa, sobre todo si estas iban en ciclo:

"Ya se ha dicho que la bicicleta ocasiona tales degeneraciones que los aficionados a ese sport, poco a poco van acercándose al mono de Darwing y de Littre. No es menor la decadencia que produce a las mujeres, y he aquí lo que les predice un sabio inglés: la mirada se vuelve fija, los labios se deprimen, las manos se agrandan y enrojecen, los brazos se tornan musculosos y pierden sus curvas encantadoras, por último, los pies se abullan y se hacen deformes. Con tantos inconvenientes ¿Habrá aún muchachas que sueñen con las bicicletas? (7).

La posibilidad de replica con posiciones feminista ,condicionadas por las formas de expresión cultural y política subalternas de las mujeres cubanas ,en el contexto colonial fue llevado principalmente por escritoras e intelectuales capaces de convocar a un numero completo del influyente periódico El Fígaro del 24 de febrero de 1895, el editorial resumía el espíritu de sus autoras de esperar el momento propicio de derrumbar: “la muralla donde las leyes tiraron una línea entre el hombre y la mujer ,y sobre esa línea alzaron las costumbres... ” (8)

La escritora Aurelia Castillo, autora del mencionado editorial, argumenta en su texto que la división de la sociedad en espacios donde la mujer no participa y en las que solo el querrero hombre tiene participación “quien no paga su contribución de sangre, no puede tener voz ni voto en los destinos de la nación” (9)


Las new woman no son pretty

La ya legendaria canción “Pretty woman” del músico ingles Roy Orbison comteporaniza un viejo dilema sobre los paradigmas a seguir por una mujer que pretenda asumir el calificativo de bonita

El asumir las costumbres del modelo feminista norteamericano también tenia la nueva de asumir los estereotipos de belleza femenina, que se anteponían a la belleza criolla donde la mujer era aceptada como un “objeto de lujo y ostentación” (10)

Las criticas a los nuevos arquetipos norteños estaba muchas veces ligados con criticas nacionalista, lo que muchas hacia imposible deslindar los comentarios de carácter androcentristas,un ejemplo de ello es el comentario del columnista Luis Carbo titulado “Latas Pedagologicas”,donde se habla de la situación de inseguridad de los maestros cubanos ante el nuevo sistema de educación yanqui ,al final de su critica añade haciendo alusión a un maestro cubano ”¿Y si se enfada ?,que deje el puesto ,que vendrán a ocuparlo profesoras yanquis ,marimachos(new women) que americanizaran el país ,preparándolo suavemente para la anexión...” (11)

Los sueños en ruedas también estuvieron presentes pese a todas las críticas y lograron imponer una moda fomentada a partir de 1898 con la intervención norteamericana donde el estilo e imagen de la mujer yanqui fue utilizada como antimodelo femenino. La prensa habanera fue implacable con las new-women norteñas y uno de sus más importantes rotativos El Fígaro, de forma peyorativa, aseveraba: “... ¿Qué como se traduce libremente en idioma castellano el término de new-woman...? La traducción exacta en mi sentir es esta MARIMACHO" (12)

Algunas mujeres, sobre todo en La Habana, no hicieron caso al desenfreno conservador y practicaron sus ejercicios que en más de una ocasión causaban molestias y accidentes. Por este motivo se aprobó el 26 de enero de 1900 un decreto de la Alcaldía Municipal, autorizando a "señoras y señoritas a que transiten en bicicleta en la Avenida de Paula" (13)

No todo fue critica hacia el ciclismo, también hubo quien semióticamente lo interpretó como un rasgo de la modernidad, al añadir que "...con los automóviles y las bicicletas que lo cruzan, no parece que la Habana perteneciera por espacio de cuatrocientos años a la caduca España" (14)

La modernidad del nuevo siglo debía incluir que se borraran los arquetipos diseñados por la colonia española donde el ejercicio femenino no era muy bien asimilado. La irrupción significativa en 1900 de mujeres a los espacios públicos de la ciudad fue tomado como algo muy novedoso y seductor, pero la inmensa mayoría de la prensa se oponía a que fuera en bicicleta.

Otro artículo del rotativo El Fígaro del 1 de julio de 1900 clamaba porque las mujeres habaneras fueran a pie "prefiriéndolo a todas las comodidades" (15) o excentricidades de manera que al ir caminando por las calles de Obispo, San Rafael o El Prado el flirteo, que vivía momentos de gran apogeo, permitiría "el encuentro de dos miradas, en el choque de dos sonrisas" (16), en la que las habaneras encontrarían su galán.

Las reminiscencias para nuevos paradigmas de la mujer cubana, encontraron fuerte oposición en la inmensa población masculina y parte de la femenina que si bien admiraban algunos síntomas de prosperidad y modernidad con la cruzada norteamericana, no admitían otros valores que atentaran contra el poder hegemónico masculino.


Citas y notas

1-La carta de Antonia Martínez fue escrita en La Habana el 15 de noviembre de 1908 a María Collado.
Ver Archivo Nacional de Cuba (ANC), Fondo Donativos y Remisiones, Fuera de Caja No.68.

2-La que comentamos en este artículo es la que el autor ha oído desde su niñez, pero según se ha podido comprobar con otras personas que fueran encuestada para el trabajo como Ofelia Machado, mujer cubana de la generación nacida en los años cuarenta, este canto ha tenido algunas transformaciones.

3-Este artículo puede verse en “La Carta del Sábado" La Habana 29 de diciembre de 1894 en A.N.C, Fondo Donativos y Remisiones, Caja 428, Exp.3-a.

4-En la década del 90 en Cuba, se comenzó a nuclear alrededor de algunas intelectuales como Aurelia Castillo y María Luisa Dolz un grupo de mujeres iniciadoras del feminismo social.
Ver: González, Julio Cesar "Historia de la mujer en Cuba: del feminismo liberal a la acción política femenina" en Boletín del Archivo Nacional de Cuba, La Habana, Editora Política, 1998, pp.3-15.

5-En conversaciones con la socióloga Judith Astelarra de la Universidad Autónoma de Barcelona hemos podido debatir sobre algunos de estos aspectos. Ver: Astelarra, Judith. Participación Política del las mujeres, Madrid, Siglo Veintiuno, 1990.


6.- Esta proclama tenía otra serie de reivindicaciones que incluía el divorcio y el sufragio.
Véase "Club Esperanza del Valle" en ANC: Fondo Donativos y Remisiones Caja 279, exp.15.

7.-El periódico Patria pese a haber pertenecido a un partido democrático y renovador, no tuvo una posición de avanzada en la temática de la emancipación femenina.
Ver Patria, Nueva York, 8 de octubre de 1897.

8-Ver Castillo, Aurelia “Esperemos “en El Fígaro, La Habana, 24 de febrero de 1895 p.66

9- ídem

10-idem

11- Ver Carbo, Luis “Latas Pedagologicas” en El Fígaro, La Habana, 21 de enero de 1900

12- Este artículo fue escrito por Luis Carbó para una sesión del periódico denominado Intermezzo Cómico.
Ver El Fígaro, La Habana, 25 de junio de 1899.

13-Este decreto no fue el único que acordaría la Alcaldía Municipal para limitar el espacio público de las ciclistas.

Ver en A.N.C. La Gaceta, La Habana, 7 y 27 de junio de 1899 y 26 y 28 de enero de 1900.

14-Galvez, Wen. "Fe de vida" en El Fígaro, La Habana, 1 de julio de 1900.

15-"Las habaneras a pie" en El Fígaro, La Habana, 1 de julio de 1900.

16-Idem.