jueves, 30 de junio de 2011

Páginas inéditas con Por andar vestida de hombre


Fragmentos del libro Por andar vestida de hombre, de Julio César González Pagés, serán leídos por su autor, el miércoles 6 de julio, a las cuatro de la tarde, en el espacio Páginas inéditas, que conduce el periodista y crítico Fernando Rodríguez Sosa, en la Librería Fayad Jamís (Obispo 261, entre Cuba y Aguiar, La Habana Vieja).

Por andar vestida de hombre, que será publicada próximamente por la Editorial de la Mujer, es una documentada y acuciosa investigación, que analiza el caso de Enriqueta Favez, primera mujer que, en el siglo XIX, ejerció la medicina en Cuba, bajo la identidad masculina.

El propósito de esta obra, en palabras de Julio César González Pagés, es “llamar la atención sobre las discriminaciones que han sufrido las mujeres durante la historia para desempeñar empleos donde fueron excluidas por ser emigrantes o por una libre elección de su opción sexual. El caso de Enriqueta Favez sirve en la actualidad para demostrar que la lucha que ella libró por estos derechos aún continua”.

Doctor en Ciencias Históricas, profesor de la Universidad de La Habana, Julio César González Pagés (La Habana, 1965) es coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades y ha impartido cursos y conferencias en universidades de México (UNAM), Estados Unidos (Harvad, Princenton, Yale), España (Autónoma de Barcelona, La Salle y Complutense de Madrid) y Puerto Rico (UPR), entre otros países.

González Pagés es autor, entre otros libros, de En busca de un espacio: historia de mujeres en Cuba, Emigración de mujeres gallegas a Cuba: Las Hijas de Galicia, El feminismo cubano en el siglo XIX, ¿tendencia o movimiento? y Macho, varón, masculino. Estudios de masculinidades en Cuba, título este último que podrá ser adquirido en Páginas inéditas. .

El propósito de este espacio mensual de la Librería Fayad Jamís es dar a conocer, en voz de sus propios creadores, textos inéditos, además de establecer un diálogo en que los escritores invitados cuentan de sus intereses literarios y anécdotas relacionadas con su vida y obra.

Páginas inéditas, con Por andar vestida de hombre, de Julio César González Pagés, en la Librería Fayad Jamís, es con entrada libre del público.


La Habana, julio 2011
Dirección de Promoción
Instituto Cubano del Libro

jueves, 21 de abril de 2011

CUBA: LA HISTORIA DE LAS MUJERES NO ESTÁ EN LOS LIBROS DE HISTORIA


En la foto la historiadora Raquel Vinat junto a la periodista Helen Hernández y el investigador Julio César González Pagés durante el debate en la UNEAC.


Por Sara Más


Los nombres de Cecilia Aristi, Luisa Martínez Casado, Dominga González o María Josefa Agüero no se conocen popularmente en Cuba. Tampoco abundan los libros donde aparezcan sus historias u otras similares de cubanas del pasado que todavía la memoria no ha podido rescatar del olvido para las nuevas generaciones.

Aristi fue una de las grandiosas pianistas de la isla, comparada para la música con "lo que fue Gertrudis Gómez de Avellaneda para la literatura", apunta la historiadora Raquel Vinat, autora de varios libros y acuciosa investigadora de las figuras femeninas de la Historia de Cuba.

Entre ellas Luisa Martínez Casado, "tronco fundamental del teatro cubano"; Dominga González, "obrera de la que solo conocemos, por un periódico, que fundó uno de los primeros gremios feministas de las despalilladoras" (parte del proceso de fabricar tabaco), o María Josefa de Agüero, "la primera que hizo un club patriótico, anterior a los de 1868", explicó la profesora.

Menos todavía se sabe a fondo de Edelmira Guerra. Ella propuso, tras la guerra de 1895 a 1898, el derecho al voto, al divorcio, al trabajo, la separación de la Iglesia del Estado y, además, pidió reivindicación para las prostitutas.

Transgresoras todas en su momento, "ellas y muchas otras le dieron a Cuba una gloria extraordinaria, aunque apenas las conocemos", aseguró Vinat, ponente en un panel sobre la presencia femenina en la historia, realizado el 14 de abril, bajo el título Épica y mujeres, en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).

Como parte del espacio mensual "Mirar desde la sospecha", sobre género y cultura, el encuentro estuvo auspiciado por el Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR) y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude).

Convencida de que "la historia verdadera de las mujeres no la vamos a encontrar nunca en los libros de Historia", Vinat instó a buscarla en las llamadas "fuentes secundarias", en bibliotecas, archivos y periódicos, en la música y el discurso poético de siglos pasados.

"Tenemos cerca de 400 fuentes vivas y no vivas que hablan de ellas y pocas veces vamos a buscarlas. Hay muchas imágenes de las mujeres, no solo una", alertó.

Si bien ha existido históricamente poco aprecio de la historiografía acerca de las figuras femeninas, también influye una ideología patriarcal que ha calado hondo en mujeres y hombres, a lo largo de las épocas hasta la actualidad, asegura la historiadora.

Para el doctor Julio César González Pagés, el modelo de mujeres elegibles para ser visibilizadas en la historia nacional se sigue repitiendo de la enseñanza primaria a la universitaria.

Autor del libro En busca de un espacio: historia de mujeres en Cuba, la obra fundamental de Pagés ha estado dirigida a destacar la trayectoria de las feministas y sufragistas en la isla.

"A veces es tan dogmática la enseñanza, que para ver a una persona en la Historia tiene que estar relacionada con la vida política", reflexionó. "Y si tenemos en cuenta que la política la han desarrollado de forma categórica los hombres, en los siglos XIX y XX, difícil será encontrar a las mujeres. La Historia reproduce estos cánones", señaló.

En el relato histórico, a ellas se les perpetúa muchas veces en el papel de esposas o madres, y no se profundiza en lo que hicieron, pensaron o escribieron. "No es un problema de la historiografía cubana, sino mundial", precisa el también coordinador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Masculinidades.

Hay numerosas evidencias de silencios y olvidos. Con más de 500 documentos valiosos, el libro de Documentos de la Historia de Cuba apenas refiere a tres relativos a las mujeres. "Una ausencia que los contemporáneos debemos de suplir", opina González Pagés.

Como también "debiera estudiarse el feminismo en las carreras de Historia y Filosofía, como materia curricular, y tener en cuenta el pensamiento filosófico de esas mujeres, en lugar de seguir desarrollando solo el canon filosófico de los hombres", sostiene.

Otro tanto sucede con los congresos nacionales de mujeres de 1923 y 1925, que son "solo dos párrafos en el libro que hizo el Instituto de Historia de Cuba", agregó.

El cambio es difícil, a juicio de la profesora de Historia de la Universidad de La Habana Yamilé Hernández Galano. "El gremio es muy cerrado y conservador todavía, y quienes hacemos historias de mujeres somos, en mayoría, personas jóvenes y muy pocas", comentó a SEMlac la joven graduada en 2003.

En su opinión, falta divulgar más las investigaciones y tesis "que duermen el sueño eterno en las bibliotecas". Se trata de estudios que suelen quedar en el círculo cerrado de la academia y pocas veces trascienden a la enseñanza.

La perspectiva de género llegó al ámbito académico en Cuba tardíamente, en la década de los noventa, y su influencia transitó primero por las escritoras, los ámbitos de la Filosofía, la Sociología y la Psicología, antes de llegar a la Historia.

La historiadora María del Carmen Barcia, Premio Nacional de Literatura, fue de las primeras que, en la vida académica reciente, al rescatar los sujetos marginados de la Historia, sacó a la luz aspectos pocos estudiados y valorados de personajes femeninos transgresores en las familias esclavas o entre las prostitutas, entre otros.

Igual se inscriben en esta corriente novedosa los trabajos de Raquel Vinat sobre las mujeres despalilladoras de tabaco o las que hicieron un valioso recorrido por el siglo XIX.

Sin embargo, Hernández Galano no cree que todo esté perdido y reconoce que empieza a abrirse el interés por la historiografía de las mujeres entre el alumnado de ese alto centro de estudios, bajo el impulso de cursos "que todavía son opcionales, no materia obligada", promovidos en la Facultad de Filosofía e Historia por el profesor Julio César González Pagés.

El rescate necesario debe alcanzar a las mujeres protestantes, opinó Daylíns Rufín Pardo, teóloga del Seminario Evangélico del Instituto de Ciencias Bíblicas de La Habana. "Que se recuerde a la primera mujer que presidió el Consejo de Iglesias de Cuba, a las primeras que fueron ordenadas pastoras; a Nerva Cot, la primera obispa", detalló.

"El enfoque de género nos cambió la vida. Es un arma valiosa que, una vez que la utilizamos, no podemos apartarla en el análisis de los fenómenos", precisó la profesora Vinat, quien inició su contacto y formación con la teoría de género en Magín.

Magín fue una agrupación de mujeres comunicadoras, nacida en 1993 en Cuba y que buscó profundizar en el estudio de los temas de género.

Aunque tuvo corta vida, de apenas tres años, aglutinó a reconocidas periodistas, artistas e investigadoras y evidenció la necesidad de reflexionar sobre la posición desigual que ocupan mujeres y hombres a partir de la construcción social que se erige sobre el hecho biológico de ser de uno y otro sexo.

"La de Magin es otra historia que también debemos recuperar y escribir", opinó Danae Diéguez, profesora del Instituto Superior de Arte y una de las coordinadoras del espacio "Mirar desde la sospecha", que acoge estos debates.

"En estos empeños de recuperación histórica, los medios de comunicación tienen un papel fundamental", insistió la investigadora y comunicadora Irene Esther. "A veces un dramatizado, un corto o una novela tienen más alcance y más fuerza que un libro o una clase de Historia", comentó.

Los medios pueden ser aliados o convertirse en obstáculos, como mediadores en la información. "Está en manos de realizadores, creadores y guionistas, en sus perspectivas y referentes", dijo la periodista Soledad Cruz.

Todas y todos "tenemos responsabilidad, pues hay una mentalidad que lamentablemente atraviesa a toda la sociedad y nos puede hacer involucionar", agregó. "La batalla es compleja, pero espacios como estos nos permiten empujar para dinamizar estas aspiraciones", señaló Cruz.

Fuente: SEMlac- Revista Mujeres Digital

viernes, 8 de abril de 2011

Debate sobre la presencia femenina en la historia de Cuba


Épica y mujeres es el tema propuesto para la próxima edición del espacio mensual Mirar desde la sospecha de la UNEAC, que intenta establecer un diálogo sobre los procesos de representación de género en la cultura y el arte cubanos y latinoamericanos contemporáneos.

La cita, convocada para las 3: 30 pm. del jueves 14 de abril en la Sala Caracol de la UNEAC (17 esq. D, Vedado), contará con un panel integrado por profesionales de reconocimiento en la historiografía cubana como Raquel Vinat de la Mata, Julio César González Pagés y Gladys Marel. Tanto la participación femenina en los procesos históricos en Cuba como la imagen de las mujeres cubanas que prevalece en los relatos e investigaciones historiográficos, serán aristas a discutir.

Mirar desde la sospecha ha tenido dos encuentros anteriores, en los que se ha profundizado en las Representaciones de género en el video clip cubano y las Políticas de la igualdad.El espacio tiene lugar los segundos jueves de cada mes en la UNEAC, con la participación de artistas e investigadoras/es que fomentan la reflexión sobre temas de la creación audiovisual, la literatura, la historia, la música, entre otros. Con iniciativas como esta se apuesta por un arte y cultura provocadores, que puedan movilizar el pensamiento y la sensibilidad, al tiempo que contribuyen a fomentar un canon artístico más inclusivo.

El encuentro es coordinado por la académica Danae C. Diéguez y las periodistas Helen Hernández Hormilla y Lirians Gordillo Piña, y cuenta con el auspicio de la UNEAC, el Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR) y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación(COSUDE).

lunes, 20 de diciembre de 2010

HISTORIA DE LA MUJER EN CUBA: DEL FEMINISMO LIBERAL


Por Julio César González Pagés

En la foto l@s escritor@s Sonia Rivera-Valdés, Nancy Morejon, Tomas Fernández Robaina y Julio César González Pagés con el equipo de la Red Iberoamericana de Masculinidades despues de la presentación del libro de Sonia:"Historia de mujeres grandes y chiquitas"






Introducción: Estudios de género, ¿moda o necesidad?

La historia de las mujeres tiene un recorrido menor que el de la historia general, pero ya empieza a ganar un espacio en el debate académico cubano en sus más de seis años de presencia. La historiografía internacional ha tenido un ascendente desarrollo en esta modalidad que ha permitido teorizar con mayor énfasis a partir de la incorporación del análisis de género.

En los años 70 el feminismo internacional vive una transformación medular cuando recibe un segundo aire después de finalizada la II Guerra Mundial y la promoción de las ideas de “vuelta a casa para la mujer”. Este nuevo feminismo radical superó los planteamientos de las liberales en la lucha por el sufragio, divorcio, patria potestad y legislaciones obreras, amplió sus objetivos e incluyó los problemas raciales de orientación sexual, étnicos, variantes políticas, además de constatar que el poder de los hombres se fortalecía en una sociedad estructurada en “esferas sexuales”.

La incorporación de un análisis marxista y de la teoría de género ha facilitado la comprensión de la unidad indeleble que existe entre la opresión sexual, la división sexual del trabajo y la estructura económica de clase.
La deconstrucción o reelaboración de la Historia de Cuba para incorporarle nuevos estudios sobre sexo, raza y estudio de las mentalidades, significa un reto para los viejos y nuevos historiadores que ven con asombro cómo algunos mitos y paradigmas pierden su lugar protagónico.

La historia de las mujeres ha sido calificada de exagerada por algunos estudiosos de otras temáticas, manejándose la proposición de por qué no existe “historia de los hombres”. Este planteamiento tiene una probable respuesta: lo escrito hasta ahora puede ser historia masculina con honrosas excepciones.

La historia más divulgada de la nación cubana hace hincapié a partir de los siglos XIX y XX, ignorando los siglos XVI, XVII y XVIII que son abordados de forma general a pesar del esfuerzo de un grupo de historiadores que han dedicado su obra a esta época. Encontrar datos empíricos y de orden simbólico ayudará a recuperar la memoria femenina de estos siglos, los cuales no pueden ser obviados al valorarse el sentido del pasado para la mujer cubana.

Una reconsideración de las formas de clasificar las fuentes históricas, permitirá acabar con el mito de “sobre las mujeres no se ha escrito nada”, argumento frecuentemente utilizado para echar a un lado cualquier posible cuestionamiento a los anales de la historia. ¿Realmente no existe información o tenemos que dar otro tipo de lectura a los protocolos notariales?. [1]

Los estudios del siglo XIX cubano y la conformación del idealismo nacionalista han subestimado casi en su totalidad el discurso femenino presente en más de una veintena de publicaciones periódicas a partir de 1860.[2] Buscar información sobre las mujeres para construir una historia particular no significa reproducir lo que puede ser más importante teniendo en cuenta los acontecimientos masculinos, sino indagar la subjetividad femenina según el período histórico que se investiga.

Un ejemplo fehaciente es el inicio de las guerras de independencia de 1868, importante acontecimiento en donde se sustenta el criterio de poca participación femenina en la historia. Algunas nuevas lecturas se pudieran añadir a las tres guerras: ¿Sólo madres, hijas y esposas de los líderes independentistas tienen cierto protagonismo?. La imagen de la madre o esposa no ha permitido conocer casi nada sobre el pensamiento que de forma evolutiva se produce en mujeres como Mariana Grajales o Amalia Simoni. Si no existieran estos vínculos familiares, ¿estarían en la Historia de Cuba?.

La historia más reciente del siglo XX no escapa a la visión falseada que existe sobre la mujer. Sin embargo, la inclusión de la variable clase social ayudó a no tener que hablar de mujer de forma abstracta, sino de mujeres específicas; pertenecientes a un grupo social determinado.

Pero en muchos estudios la rigidez de las variables sólo permitió clasificaciones de burguesas y proletarias, trayendo un nuevo problema sobre todo en sectores importantes del sufragismo y feminismo liberal el cual no puede ser definido exactamente en una u otra variable.[3]

El feminismo ha sido un término muy cuestionado, interpretándose en muchos casos como un símil del machismo. Esta comparación es errónea porque independiente de cualquier tendencia extremista en otras latitudes, en Cuba cumplió un papel revolucionario, permitiendo la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, como la Ley de la Patria Potestad (1917), la Ley del Divorcio (1918) y del Sufragio Femenino (1934).

Sobre el feminismo cubano existe una amplia bibliografía que pudiera estudiarse con mayor profundidad. Personalidades de la cultura nacional como Vicentina Antuña, Mirtha Aguirre, Camila Enríquez Ureña y Enrique José Varona aportaron ensayos de inestimable valor.

Los investigadores e investigadoras que nos dedicamos a esta materia en Cuba estamos culminando una etapa que recién se comienzan con un nuevo bagaje metodológico que permitirá i introducir categorías analíticas relacionadas con el género. Pienso que los estudios de género, más que moda o necesidad, son una realidad que debemos asumir en los análisis de nuestros trabajos.

Las primeras feministas

Las experiencias vividas en los espacios privados y públicos por las mujeres del siglo XIX en Cuba, pueden acercarnos a una apreciación más certera de cómo y cuándo fue que se tomaron las primeras ideas conocidas como “feminismo” por las mujeres y hombres del país. En esa época se fomentaba el paradigma de mujer-santa que desempeñaría los roles maternales, maritales y domésticos, bien alejados de todo lo que la separase de su condición de “bello sexo” o de “sexo débil”.

El cuestionamiento al “sistema de valores” promulgado por los hombres, convirtió a las féminas en centro de discordia entre la intelectualidad, que se vio de cierta forma precisada a definir criterios sobre educación para la mujer, matrimonio, los derechos de los hijos naturales y alguna protección a la mujer trabajadora. Después de finalizada la primera etapa de la Guerra de Independencia (1868-1878), muchos de los arquetipos construidos para la mujer perdieron sentido [4].

La violencia, el hambre, la emigración, cambiaron la imagen etéreo-romántica de muchas de las poetizas de las décadas del 50 y 60, donde sobresalió Gertrudis Gómez de Avellaneda, iniciadora de la vanguardia liberal femenina.

En la década del 70, las ideas de una educación especial para la mujer permitieron una asimilación mucho más rápida de las nociones feministas. Los colegios para señoritas -como se les denominaron- permitieron que pedagogas como Dora Galárraga y María Luisa Dolz ganaran en prestigio, sobre todo la Dolz, que incluyó la Segunda Enseñanza, requisito obligatorio para la entrada de mujeres cubanas a la Universidad.[5]

Otro aspecto que influyó en la asimilación del feminismo fue la emigración de miles de mujeres cubanas a los Estados Unidos y las repúblicas latinoamericanas, donde tuvieron que asumir la doble jornada laboral, en la factoría y en el hogar. Por eso no fue sorpresivo encontrar obras poéticas como El Burgués de la Casa, de Luz Herrera, donde de forma directa se expone la inconformidad ante el androcentrismo imperante:

Despierta de tu sueño
investiga y repara
que es solo, solo el hombre
quien tus cadenas labra
usurpa tus derechos
te beja (sic), te maltrata,
cohibe tu albedrío
tu inteligencia embarga
y no se cansa nunca
de hacer tu suerte infausta.[6]

El surgimiento de más de 100 clubes femeninos que simpatizaron con las ideas separatistas de los independentistas cubanos, permitió que las mujeres estuvieran presentes en espacios públicos donde se debatió el futuro de la Isla. La preparación de discursos políticos para las veladas y el aporte económico para la guerra fueron experiencias que las ayudaron a fomentar sus ideas liberales.

La participación social, económica y política de las emigradas, resultó un factor de primer orden en el cambio de mentalidad en un amplio sector de la emigración femenina y masculina. El hecho de que las cubanas pudieran presidir un club conformado por sus congéneres y realizar actividades en apoyo a la futura república independiente, creó en ellas una nueva visión de su género.

El siglo XIX marcó el surgimiento de las primeras ideas feministas en Cuba, que se reflejaron sobre todo en la década del 90 en mujeres como Elvira Martínez, Angela Landa, Martina Piedra Po, Fany Galárraga, Aurelia Castillo y María Luisa Dolz, autora esta última del discurso femenino más polémico de la década, Feminismo injusticia de los códigos[7], el cual se reflejó en una veintena de publicaciones que incluía los rotativos de mayor difusión del país.[8]

En una artículo de mayo de 1894 aparecido en El Fígaro con el título de “El movimiento feminista en Cuba”, el pensador cubano Enrique José Varona admitió su asombro al escribir este artículo y ponerlo “al lado de cosas muy serias y respetables, la Constitución, por ejemplo; y los derechos individuales que garantiza o que debiera garantizar” [9].

Los movimientos políticos de Cuba en el siglo XIX plantearon de forma general principios de libertad y democracia utilizando la imagen del cuerpo femenino como símbolo de los derechos individuales, pero esto sólo se hizo en lo concerniente a la forma estética, porque una vez culminada la guerra y la intervención norteamericana, el 21 de febrero de 1901, se aprobó la Constitución, que dejó a las mujeres sin derecho al voto.[10]

Este fue el comienzo de una república por la cual también habían luchado las mujeres, quienes no conformes con la visión androcentrista de sus primeros mandatarios, hicieron reclamos de puestos públicos, sufragio, indemnizaciones y otros tipos de demandas en cientos de misivas que trajeron un aumento de expectativas sobre la temática femenina, haciendo crecer considerablemente la bibliografía escrita sobre temas relacionados con el feminismo, legislación y sufragio.[11]

La construcción de un ideario nacionalista cubano al estilo norteamericano a través de la instrucción pública, utilizó a la fuerza femenina como futura portadora de la pedagogía de su ideal. Esta cuestión se fomentó durante la primera intervención norteamericana en la Isla (1898) y la promoción de “ideas modernas para la mujer”, que incluyó cursos de superación de miles de maestras en la Universidad de Harvard y contactos con el Woman Club de Boston. Esos encuentros de seguro influyeron en el ulterior surgimiento de organizaciones feministas al estilo norteamericano en el país.[12]

Existen algunas estadísticas sobre la progresiva incorporación de las mujeres a los recintos universitarios en los primeros 15 años de este siglo. En esta etapa 75 de ellas aprobaron los exámenes de oposición a la Universidad y 189 se graduaron de doctoras en diferentes especialidades. De igual forma el magisterio aumentó al número de 4 244, siendo las mujeres el 82% del total de maestros(as) de Cuba.[13] Las primeras organizaciones del sufragio se fundaron en este mismo período, con un por ciento elevado de maestras y la figura de Amalia Mallén de Oztolaza en la presidencia de las tres primeras: Partido Nacional Feminista (1912), Partido Sufragista (1913), y Partido Nacional Sufragista (1913) [14], agrupaciones que tuvieron el voto como reclamo fundamental y estuvieron integradas por sectores medios urbanos de la ciudad de La Habana.[15]


La década del 10 fue decisiva en los cambios de los arquetipos para la mujer. Por un lado la I Guerra Mundial y su cuestionada “promoción del sector femenino”, y por otro la influencia norteamericana en costumbres (bailes, modas, literatura), crearon un diapasón más amplio para las cubanas de la pequeña y media burguesía, donde los roles domésticos y maritales pudieron empezar a ser variados.

¿Mujeres al espacio público?

La obtención de dos importantes reclamos, la Ley de la Patria Potestad (1917) y la Ley del Divorcio (1918) [16], definieron una etapa de auge del feminismo liberal en Cuba que se hará más notorio con la creación del Club Femenino (1918), asociación que núcleo a una parte de las protagonistas del debate feminista de la década del 20. Figuras como Pilar Morlon de Menéndez, Pilar Jorge Tella, Mari Blanca Sabas Alomá, Ofelia Domínguez y Hortensia Lamar, ayudaron a cambiar la dinámica del periodismo de corte femenino y propusieron temas candentes que preocupaban a las trabajadoras, las reclusas y otros sectores marginales de mujeres. No obstante, la raíz del Club estuvo integrada por mujeres de las élites intelectuales que tuvieron como labor educativa este contacto con sectores de menos recursos y preparación educacional.[17]

El activismo del Club Femenino lo animó a crear una Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba [18] en 1921. Las asociaciones integrantes convocaron al Primer Congreso Nacional de Mujeres (1923), que tuvo la particularidad de ser el primero en Hispanoamérica, con un temario que incluyó desde la jardinería femenina hasta aspectos tan polémicos como la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos, la necesidad de lograr una igualdad entre el hombre y la mujer en la legislación sobre el adulterio y el inevitable tema del sufragio femenino.

Este tipo de evento es convocado por segunda ocasión en abril de 1925, pero si bien el primero propició la unidad de las fuerzas femeninas, el último fue todo lo contrario; la iglesia católica tomó las riendas haciéndose representar por varias organizaciones “fantasmas” que boicotearon los temas más polémicos y propiciaron la salida del Club Femenino del evento. Las contradicciones se agudizaron en el período de gobierno de Gerardo Machado (1925-1933), con la utilización del sufragio femenino como uno de los puntos populistas de su campaña.

Así quedaron divididas las fuerzas entre feministas y sufragistas, con posiciones bien divergentes. Conflictos entre las líderes de ambos bandos, Pilar Morlon y María Collado, fueron utilizados por la prensa conservadora para demostrar que las mujeres aún no estaban aptas para ser ciudadanas y emitir sufragio.

Al margen de estos acontecimientos surgieron otros tipos de organizaciones femeninas, como el Lyceum de La Habana, con fines culturales y de instrucción; de trabajo como la Unión Laborista de Mujeres, y políticas, con posiciones opuestas, como la Unión Radical de Mujeres y la tristemente célebre Porra Femenina. Para 1930 el país tenía la cifra de 320 asociaciones femeninas registradas de forma legal.[19] A la caída del gobierno de Machado, durante el período de transición del presidente Ramón Grau San Martín, en enero de 1934, fue aprobado el artículo 39 sobre el sufragio femenino.[20] Paradójicamente, después de tantos años de bregar por el reconocimiento constitucional de sus derechos, muchas de las feministas y sufragistas que se habían involucrado en este proceso estaban en el exilio, otras murieron casi inmediatamente y las que vivieron el momento, sabían que era sólo el inicio de la integración legal a la Nación.

Paso a la izquierda y la igualdad legal

El cambio de la correlación de fuerzas a favor de la izquierda, después del movimiento revolucionario de 1933 en Cuba, se ve reflejado en la celebración en abril de 1939 del Tercer Congreso Nacional de Mujeres, donde por primera vez tendrán una amplia representación.

El congreso fue una ruptura con el anterior feminismo liberal de los años 20, pues la mayoría de los requerimientos que se habían exigido ya eran realidad: el divorcio, la patria potestad, el sufragio, legislaciones obreras y de maternidad. ¿Qué faltaba?. Que estas leyes se cumplieran y que se integraran a otros temas, como la mujer joven y sus problemas específicos, la mujer y las leyes sociales, la mujer y la paz, la mujer y los códigos, la mujer y el niño.

Otras realidades que ocurrieron a nivel mundial, como los conflictos que desataron la II Guerra Mundial, la desprotección de la niñez y el sindicalismo para la mujer; ocuparon un lugar importante en la agenda. La presencia de delegadas negras, presididas por Inocencia Valdés, fue otro de los acontecimientos del último congreso que se celebró en la etapa republicana.

Este evento femenino tuvo repercusión en muchos de los derechos que obtuvo la mujer en la avanzada Constitución de 1940. Las mujeres cubanas vieron cumplidos así muchos de sus pedidos, como el reflejado en el título cuarto, donde se establece la igualdad independiente de la raza, clase o sexo, y en el título quinto, referente a la familia. En el artículo 43 se otorgó el derecho de la mujer casada a la vida civil sin que necesitase la licencia o autorización marital para regir sus bienes, ejercer libremente el comercio, la industria, profesión o arte y disponer del producto de su trabajo.

En el título sexto, sobre trabajo y propiedad, se planteó que la ley regulaba la protección de la maternidad obrera, extendiéndola a las empleadas y además no se establecieron diferencias entre casadas y solteras a los efectos del trabajo.[21] El reconocimiento ante la ley fue un triunfo convertido en arma de doble filo, que le dio el derecho a muchos sectores conservadores a expresar “¿y qué más quieren las mujeres?, ¿quieren gobernar?”.

En efecto, las mujeres en Cuba desde 1936 participaban en su doble condición de electoras y elegibles. Entre 1936 y 1944, habían alcanzado los siguientes cargos:

- Alcaldesas 3
- Representantes 15
- Concejales 2
- Senadoras 2

Figuras como María Gómez Carbonell, María Teresa Arrieta, María Antonia Quintana y Esperanza Sánchez Mastrapa, hicieron exitosas carreras políticas pero con una visión nada alejada de sus antecesores masculinos, lo cual no demerita este primer paso en busca de una mayor representación social.

Finalizada la década del 40 y comenzando los años 50, el feminismo en Cuba y en muchos lugares del mundo dejó de ser un suceso para convertirse en una realidad inmersa en muchas otras madejas. La II Guerra Mundial había finalizado y con ella la “vuelta a casa para la mujer”. Esta idea se generalizó y comenzó a venderse un modo de vida a la americana: la “ama de casa” se glorifica. Las más de 800 asociaciones feministas y femeninas del país se habían ramificado hacia problemáticas diferentes.[22]

Terminaba así la época gloriosa del feminismo liberal y del Club Femenino de Cuba organizando los dos primeros congresos, y de la Izquierda Femenina, que buscaban su espacio de poder.

Acción política femenina: ¿una nueva variante de lucha?

El golpe de estado del general Fulgencio Batista en 1952, abrió otra etapa de confrontación para la mujer cubana. Esta vez se llamó al sacrificio de la madre, esposa e hija como en las guerras de independencia del siglo XIX. No se trató de una lucha por sus exigencias de género, sino a favor de la “utopía revolucionaria”. Viejas luchadoras de los años 30 y muchas jóvenes de los 50 se integraron a grupos revolucionarios mixtos como el Directorio Revolucionario, la Federación de Estudiantes Universitarios, el Movimiento 26 de Julio y el Movimiento Nacional Revolucionario. No obstante, la mujer en estos grupos se hizo muchas veces anónima al no ocupar cargos dirigentes. Sólo fuertes individualidades como Haydee Santamaría, Melba Hernández, Vilma Espín, Celia Sánchez, Elvira Díaz Vallina y Zaida Trimiño, entre otras, se salvaron de una posterior invisibilidad.

Existieron pocas organizaciones revolucionarias femeninas surgidas en el período de 1952 a 1958. Las dos con mayor trayectoria reconocida fueron el Frente Cívico de Mujeres Martianas [23] y Mujeres Oposicionistas Unidas [24]. Ambas organizaciones no tuvieron en su programa ninguna petición específica para la mujer pues su prioridad fundamental era el derrocamiento de la dictadura batistiana.

El Frente Cívico, de heterogénea conformación, estuvo liderado por conocidas figuras femeninas como Carmen Castro Porta, Aida Pelayo, Olga Román, Rosita Mier, Maruja Iglesias y Naty Revuelta; quienes utilizaron el ideario martiano como parlamento político y se hicieron presentes en gran parte de las acciones revolucionarias de la década, cuestión por la cual Fidel Castro les propuso convertirse en la organización femenina del Movimiento 26 de Julio, en una misiva en septiembre de 1955. [25] Las Mujeres Oposicionistas Unidas aglutinaron en sus filas a conocidas miembras del Partido Socialista Popular como Clementina Serra, Esther Noriega, Zoila Lapique y Nila Ortega y fue presidida por Martha Fraide. La presencia tan evidente de mujeres de izquierda, unido a otras pugnas, trajo consigo el rechazo de algunos sectores femeninos y del propio Frente Cívico.

La participación de las mujeres en la acción política que culminó con la revolución de 1959, incluyó su incorporación al Ejército Rebelde. El 4 de septiembre de 1958 se fundó un pelotón militar femenino en la Sierra Maestra con el nombre de una heroína, “Mariana Grajales”, que incorporó a la oficialidad insurgente a mujeres como Isabel Rielo y Teté Puebla, quienes lideraron a las “marianas” [26] hasta el triunfo revolucionario. Una vez alcanzado dicho triunfo, las mujeres cubanas tenían un movimiento de organizaciones femeninas de más de 920 asociaciones [27].

El proyecto revolucionario necesitó de la unidad de todos los sectores en organizaciones monolíticas y para el sector femenino esto fructificó en la Federación de Mujeres Cubanas, organización que ha representado por más de tres décadas a la masa femenina del país.[28]



CITAS Y NOTAS:



--------------------------------------------------------------------------------



[1] En conversaciones y debates con historiadores que han abordado la investigación de estos primeros siglos de la Historia de Cuba, se nos ha planteado la existencia de documentos que involucran a mujeres en administración de haciendas, demandas judiciales y litigios de herencias. Los estudiosos (as) de la temática en Europa han reevaluado las lecturas de las fuentes medievales y sobre el trabajo femenino en el antiguo régimen de Francia. Más información en “La Historia de las Mujeres en Europa. Revisión teórica y metodológica”, en Arenal. Revista de Historia de las Mujeres. Vol.1. No.1, enero-junio, 1994.

[2] En el período 1860-1899 surgen publicaciones femeninas como el Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello, el Álbum de las Damas, Las Hijas de Eva, La Mulata, Minerva, etc. También existen en esta misma época alrededor de 40 colaboradoras con publicaciones oficiales como el Diario de la Marina, El Fígaro, y con publicaciones independentistas como El Cubano Libre y Patria.

[3] Los libros de texto de la enseñanza de Historia de Cuba le han restado importancia al feminismo cubano. En dos de ellos: La República, de Julio Le Riverend, y Documentos para la Historia de Cuba, de Hortensia Pichardo, podemos constatar la poca relevancia que se le ha brindado al tema. Le Riverend sintetiza todo este accionar en un párrafo: “... el movimiento femenino, que entonces debido a circunstancias históricas, se llamó feminista...”. Véase: Le Riverend, Julio. La República. La Habana: Editorial Ciencias Sociales. 1973, p. 214. De otro lado, Hortensia Pichardo en su abarcadora obra sólo dedica a las feministas tres documentos de un total de 363 recogidos en cuatro tomos. Véase: Pichardo, Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1973. t. II y III.
En uno de los estudios más recientes editados en Cuba del historiador Jorge Ibarra, el problema femenino sigue abordándose sólo desde el punto de vista de la marginación social, excluyendo casi en su totalidad el papel activo de las militantes feministas en la etapa republicana. Véase: Ibarra Cuesta, Jorge. Cuba: 1898-1958. Estructura y procesos sociales. La Habana: Editorial Ciencias Sociales. 1995, pp.158-165.

[4] La investigadora Raquel Vinat de la Mata está desarrollando un proyecto de investigación sobre la etapa de 1868 a 1898 que tiene ya resultados parciales que aportan una nueva visión sobre mujeres que no fueron mambisas (término con el que se denominaba a las insurgentes). Véase: Vinat de La Mata, Raquel. La Mujer Cubana de 1895 – 1898. Discusión de trabajo del año 1996. 18 de febrero de 1997. Instituto de Historia de Cuba. (Inédito).

[5] El colegio de María Luisa Dolz se convirtió en el primer instituto de segunda enseñanza de Cuba en el año 1885, esto repercutió de forma favorable en la posterior entrada de mujeres en la Universidad. El importante diario El País saludó el inicio de una nueva época educacional para la mujer: "Es la era donde se comenzará a abrir las puertas de Academias y Universidades y la mujer dejará de ser víctima de la ignorancia". Siete mujeres cubanas obtuvieron su título universitario en las dos últimas décadas del siglo XIX: Asunción Menéndez, María Pimentel y Mercedes Rivas Pinos en Farmacia; Digna América del Sol en Ciencias Naturales y Farmacia; Francisca Rojas y Sabater en Derecho Civil y Canónico; Laura Mestre y Carvajal en Medicina y Ciencias Naturales; María Luisa Dolz en Ciencias Físico Naturales. Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Donativos y Remisiones. Fuera de Caja 68, folio 96.

[6] Este poema aparece en un análisis general sobre la emigración patriótica femenina cubana. Para una información más ampliada véase Estrade, Paul. "Los clubes femeninos en el Partido Revolucionario Cubano (1892-1898)". En: Anuario del Centro de Estudios Martianos. La Habana. No. 10, 1987, p.191.

[7] El discurso circuló en forma de folleto y fue enviado por la Dolz a figuras interesadas en el tema femenino. Véase: Prólogo de Fernando Portuondo a Maria Luisa Dolz. En: La liberación de la mujer cubana por la educación. Municipio de La Habana: Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, 1955, p.15.
Agradezco a la Lic. Dania de la Cruz, investigadora del Archivo Nacional de Cuba, por llamar mi atención sobre la personalidad de María Luisa Dolz, además de obsequiarme una compilación bibliográfica de esta figura. Véase: Cruz Martínez, Dania de la y Marcos D. Arriaga. María Luisa Dolz. Documentos para el estudio de su labor pedagógica y social. La Habana: Editorial Academia, 1990.

[8] El discurso fue reseñado por el Diario de la Marina, El País, El Fígaro, El Eco de Galicia, La Gimnástica, Las Avispas, La Lucha, Revista Blanca, La Discusión, Diario de la Familia, Crónica Habanera y otras nueve publicaciones. Véase: Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Donativos y Remisiones. Leg. 428, exp 3a.

[9] Las reflexiones sobre feminismo formaron parte de una extensa bibliografía de Enrique José Varona sobre el tema, centro de muchos de sus debates. Véase: Varona, Enrique José El movimiento feminista en Cuba. Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Donativos y Remisiones. Leg. 428, exp. 3a.

[10] Para un comentario sobre la organización del sufragismo en Cuba, véase: González, Julio César. El voto femenino en Cuba. Presentado en el evento “Mujeres en los umbrales del siglo XXI”, Universidad de La Habana, noviembre de 1995 y de próxima publicación en una monografía.

[11] Una comparación lógica por temáticas, año y sexo de esta bibliografía se puede obtener al analizar las compilaciones que existen sobre mujeres en Cuba. Véase: Cruz Martínez, Dania de la. Movimiento femenino cubano. La Habana: Editora Política, 1980 y Fernández Robaina, Tomás. Bibliografía de la mujer cubana. La Habana: Biblioteca Nacional "José Martí", 1985.

[12] Las observaciones sobre nacionalismo e instrucción pública las he obtenido gracias a la sistemática colaboración de la profesora universitaria Marial Iglesias, autora de un trabajo en curso sobre estas problemáticas. Véase: Iglesias, Marial. El nacionalismo en Cuba. 1895-1908. Presentado en el curso taller “Las ciencias sociales a debate”, Universidad de La Habana, enero 1997. (En prensa).

[13] Para una visión general de la situación educacional de la mujer en Cuba en la primera década del siglo XX, véanse los capítulos VII y VIII de Caraballo Sotolongo, F. Mujeres ¡a las urnas!. La Habana: Librería Cervantes, 1918, pp.173-216.

[14] En la actualidad se trabaja en un ordenamiento de las agrupaciones femeninas del Registro de Asociaciones del Archivo Nacional de Cuba. Véase: Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Registro de Asociaciones. Leg. 346, exp. 11 299; leg.300, exp.8 677; leg. 400, exp. 11 886; leg. 305, exp. 8 882. Agradezco la colaboración de la especialista del Laboratorio de Automatización del Archivo Nacional de Cuba, Enma Rita Gutiérrez, por la ayuda para la revisión automatizada del fondo Registro de Asociaciones.

[15] Estas reflexiones forman parte de la investigación del autor publicada con el titulo de En busca de un espacio: Historia de mujeres en Cuba. La Habana. Editorial Ciencias Sociales.2003.

[16] Pichardo, Hortensia. "Liberación de la mujer." I y II. En: Documentos para la Historia de Cuba. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1973, tomo II, pp. 411-416.

[17] Un amplio estudio sobre esta organización no lo he podido encontrar. A los interesados en dicho Club, recomiendo ver los fondos que existen en el Centro de Información de la Federación de Mujeres Cubanas y en el Archivo Nacional de Cuba, Fondo: Registro de Asociaciones. Leg 299, exp.8 644.

[18] Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Registro de Asociaciones. Leg. 299, exp. 8 644.
[19] Ibid.

[20] Ob. cit (9).

[21] "La Constitución de 1940 es un camino y no una meta". En: Pichardo, Hortensia. Ob. cit, t. IV, segunda parte, pp. 327-418. Acerca del progreso democrático en Cuba en las cuatro primeras décadas, véase: Funes, Reinaldo. Cuba, República y Democracia. 1901-1940. La Habana, 1995. (En prensa).

[22] Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Registro de Asociaciones. Leg. 299, exp. 8 697. Véase el ordenamiento preliminar de agrupaciones de mujeres en el Laboratorio de Automatización del A.N.C.

[23] Como parte del trabajo de tesis de licenciatura, tuve la oportunidad de entrevistar a muchas de las miembras de esta organización, quienes me fueron presentadas por Texidor Savigne, autor de un libro de historia de mujeres con historia (sin editar). Véase: Castro Porta, Carmen, Aída Pelayo y otras. La lección del maestro. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1990. También se puede consultar: González, Julio César. La lucha revolucionaria de la mujer cubana. Tesis de Licenciatura, 1991. Biblioteca de la Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de La Habana.

[24] González, Julio César. “Creación de Mujeres Oposicionistas Unidas”. En: La República Femenina. La Habana: 1993, pp. 47-49. (Aprobada su publicación por la Editorial Abril).

[25] Ibídem. p. 46.

[26] Ibídem. pp.78-89.

[27] Ídem. (22).

[28] La Federación de Mujeres Cubanas (F.M.C), en enero de 1961, en pleno proceso de estructuración, sumó la cifra de 17 000 miembras y aumentó de forma considerable en 1962 hasta 239 342 "federadas", término con el que se empezó a denominar a las integrantes de la única organización de mujeres del país. Esta agrupación quiso romper con el anterior feminismo "capitalista" tratando de "forjar una mujer nueva, la mujer de la sociedad socialista". Véase: Espín Guillois, Vilma. "Informe Central del Primer Congreso de La Federación de Mujeres Cubanas". En: Informes Centrales de los Congresos de la F.M.C. La Habana: Imprenta Central de las F.A.R., 1990, pp.11. Desde la década del 60, ser feminista se asoció al sistema capitalista, lo que trajo un menosprecio por el término que ha llegado hasta la actualidad.

Cuba: Feminismo sin etiqueta




Por Dixie Edith .-


En la foto la feminista cubana Norma Guillaume y Julio César González Pagés apoyando la campaña de lucha contra el VIH-SIDA

"Soy feminista siempre y cuando eso signifique estar en contra de la discriminación de la mujer. Lucho contra los prejuicios y desigualdades que afectan a nuestro sexo, pero no suscribo la variante del feminismo ultrarradical, que aspira a desplazar por completo al hombre”, ha confesado la conocida escritora Aida Bahr.

Aunque sus obras suelen reflejar las problemáticas de las mujeres, la actual directora de la Editorial Oriente, radicada en Santiago de Cuba, en la zona oriental de la isla, tampoco se siente totalmente conforme con el término.

“Me parece absurdo sustituir una forma de discriminación por otra. No se trata de ocupar el lugar del hombre, sino de compartir, de acuerdo a las posibilidades y capacidades de cada quien”, agrega.

La socióloga Marta Núñez Sarmiento refiere que las corrientes feministas fueron estigmatizadas en Cuba durante muchos años, y aún persisten prejuicios hacia ellas.

El movimiento feminista en Cuba, nacido en las primeras décadas del siglo pasado, cumplió un papel revolucionario al permitir la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, tales como la Ley de la Patria Potestad (1917), La ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio Femenino (1934).

Intelectuales reconocidas en la isla y estudiadas en las escuelas como Vicentina Antuña, Mirtha Aguirre y Camila Enríquez Ureña, fueron abiertamente feministas y aportaron análisis esenciales a su estudio.

“Los primeros trabajos que leí sobre feminismo, fueron los textos de Camila (Henríquez Ureña) de finales de los años 30”, ha reconocido la doctora Luisa Campuzano, directora del Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas.

¿Por qué, entonces, la palabra genera inconformidad y rechazo?

“En enero de 1959, el feminismo que existía en Cuba era el feminismo liberal burgués La Revolución Cubana desmontó la estructura de clases existentes entonces y era lógico que dentro de ella, también se criticara a este feminismo”, explica el historiador Julio César González Pagés.

Para el profesor de la Universidad de La Habana y coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, se cometió un error histórico al relacionar todo el movimiento feminista con una etapa de feminismo burgués.

“Eso, de cierta forma, hizo que la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) optara por distanciarse de ese feminismo. Esa organización representaba campesinas, obreras, amas de casa, lo cual traía un evidente choque clasista”, agrega Julio César.

“Lo increíble, pero cierto, era que Cuba, donde por obra de la Revolución se había producido la incorporación plena de las mujeres al espacio público, sin embargo, seguía siendo un país culturalmente patriarcal y, como se dice en el lenguaje político del feminismo, un país machista”, reflexiona la doctora Campuzano.

Para la investigadora Iliana Benítez Jiménez, del Departamento de Sociología de la Universidad de Oriente, “por cuestiones tanto históricas, como puramente culturales, en nuestro país se ha rechazado el término feminismo a pesar de existir correspondencia entre los principios humanistas de este movimiento y los de nuestro proyecto social”.

La historia se remonta a los primeros años del siglo XX. Entonces las primeras feministas cubanas fueron muy criticadas por la sociedad, y sobre todo por la prensa, porque sus objetivos atacaban el poder de los hombres y ubicaban a las mujeres en un papel lejano al tradicional, como objeto de belleza y sumisión.

Hasta en libros de historia más recientes como el conocido tratado La República, de Julio Le Riverend; o Cuba: 1898-1958. Estructuras y procesos sociales, publicado en 1995 por el historiador Jorge Ibarra, el tema del feminismo es tratado de manera bastante ortodoxa.

Aún sucede en la isla que suele tratarse identificarse este movimiento como “el machismo de las mujeres”, lo cual hace muy complicado poder asumir la masculinidad desde la perspectiva de género, según especialistas.

Tan evidente se ha hecho el rechazo al término que Ileana, también Master en Técnicas de Avanzada para el Desarrollo Integral Comunitario, ha propuesto una revisión del término.

Evidentemente, no es reconocido en su auténtica esencia y el resultado es “que mujeres y hombres lo rechazan y con ello, el desarrollo e implementación de ideas muy justas que provienen de esta teoría”.

En opinión de la experta, ayudaría pensar en nuevas propuestas conceptuales menos rechazadas.

Julio César, sin embargo, ve el asunto de otra manera: “Si tú no replanteas los términos desde las ciencia sociales y los reivindicas, los políticos no tienen cómo”, asevera.

Este estudioso, que se autodefine como un hombre feminista, insiste en que la FMC nunca dejó de ser una organización feminista:

“Si yo estoy pidiendo que las mujeres tengan derecho sobre su cuerpo, que tengan derecho y acceso a la salud sexual y reproductiva, que tengan los mismos derechos que los hombres en cuanto al trabajo, eso es feminismo”, concluye.

A su juicio, el feminismo, más allá de una etiqueta, es una filosofía que no ha dejado de estar presente en Cuba.

“¿Qué no se ha logrado todo? No se ha logrado en ningún lugar del mundo, pero yo creo que en Cuba ha existido en el período revolucionario un feminismo al que le podemos poner el apellido que quieras: de izquierda, revolucionario, socialista, pero ha sido feminismo. Nos toca a nosotros ponerle la etiqueta.

FEMINISMO, SUFRAGISMO Y MACHISMO EN CUBA: TRES CONCEPTOS Y DOS MUJERES



Por Julio César González Pagés

En la foto Julio César González Pagés y Isabel Moya Directora de la Revista Mujeres


MOVIMIENTO FEMINISTA

Movimiento para luchar por los derechos de que carecían las mujeres cubanas. Su primera etapa puede enmarcarse entre 1880 y 1912, con el surgimiento de las ideas en torno al Feminismo Social, cuya pretensión era ayudar a la mujer sin alejarla de sus roles tradicionales. La segunda comienza en 1912 con la aparición de la variante de las sufragistas-feministas, con el objetivo fundamental de obtener el derecho al voto por encima de cualquier otro tipo de cuestionamiento. La tercera etapa surge en 1918 con el auge del Feminismo Liberal y la difusión de organizaciones femeninas de diferente índole, en la que el sufragio es objeto de un cuestionamiento más abarcador al añadir las variantes de clase social, nivel educacional y raza, además de pronunciarse por extender este derecho a las analfabetas. A partir de 1934 que se aprueba la ley que permite a las mujeres ser electoras y elegibles, este movimiento se dispersa, siendo la izquierda en esa década la nueva protagonista de este movimiento con nuevos planteamientos. El sufragio femenino fue un elemento fundamental en la conformación del Movimiento Feminista en Cuba, uno de los más importantes del Continente por su proyección universal. Con la firma de la Constitución de 1940 que garantizó el derecho al voto para los ciudadanos de ambos sexos, este movimiento se atomiza, ganando en pluralidad pero perdiendo la unidad en este objetivo común.



MOVIMIENTO SUFRAGISTA DE MUJERES

Surge en la primera década del siglo XX para luchar, fundamentalmente, por la obtención del voto femenino. Las organizaciones que se crearon para desarrollar este programa, no solo abordaron los problemas de la igualdad política sino también otros de carácter social y laboral, tales como el divorcio y la patria potestad, lucha que culminó con la aprobación de la Ley de la Patria Potestad en 1917 y la Ley del Divorcio en 1918, que tuvieron la primacía en Cuba antes que en el resto de los países de Hispanoamérica. La concesión del derecho al sufragio en 1919 por muchos países participantes en la Primera Guerra Mundial, incidió también en la ampliación del programa de lucha de este movimiento. Estas nuevas ideas se manifestaron con el surgimiento del “Club Femenino de Cuba”, vanguardia del discurso de la emancipación y promotor del surgimiento de la “Federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba”, la que convocó a los dos congresos de mujeres que se celebraron en La Habana en 1923 y 1925, eventos de gran pluralidad de ideas y difusores principales del debate sobre el sufragio femenino en el ámbito nacional.



MACHISMO:

Término con el que se acuña la hiperbolización de la masculinidad y coloca al macho, entiéndase al hombre, como centro del universo. Utilizado muchas veces en contraposición al Feminismo, este conjunto de ideas socio-ideológico-cultural se ha encargado de preservar la hegemonía masculina como centro del poder. El Machismo ha sido validado en Cuba como una forma de la cultura y a pesar de ser muy criticado en las dos últimas décadas, parece gozar de gran arraigo en los diferentes grupos sociales tanto de la Isla como de la diáspora cubana. Desde el siglo XIX este término aparece como un cuño que acompaña a los niños convirtiéndolos en machos desde su nacimiento, los cuales se ven condenados a marcar diferencias durante la mayor parte de sus vidas. El macho, portador de la ideología del Machismo, se construye desde la infancia con la exigencia de demostrar constantemente la virilidad, la cual es impulsada con la frase: “demuestra que eres un hombre”. Machismo, hombría, masculinidad y virilidad, son términos con muchos puntos en común en la nacionalidad cubana, implacables con las mujeres que han tratado de transgredirlos hasta el punto de denominarlas con el término peyorativo de “marimacho”, es decir la usurpadora ridícula de algo que solo debe pertenecer al hombre. El Machismo es una corriente universal que ha tenido en el continente latinoamericano un marcado arraigo. Los estudios de género que se realizan en la actualidad promueven la reflexión en diversos eventos y foros, lo que permitirá un cambio en tan absurdas concepciones.



MARIBLANCA SABAS ALOMÁ. (1901-1983).

Periodista de estilo directo y preciso, contribuyó con su obra a defender los derechos de las mujeres cubanas. Fue delegada de los dos Congresos Nacionales de Mujeres celebrados en La Habana en los años 1923 y 1925. Sus libros y artículos gozaron de mucha fama en la década del 20 entre las feministas cubanas, grupo del que ella formó parte. Alcanzó gran popularidad, como ninguna otra mujer en Cuba, hasta el punto que su rostro fue utilizado por una Compañía fosforera en las cajillas de cerillas. Fue muy criticada por sectores radicales revolucionarios por aceptar un alto puesto de información y prensa en las oficinas del Palacio Presidencial durante la dictadura de Gerardo Machado. Fundó varias organizaciones progresistas y fue integrante de otras, entre las cuales se destacan el “Grupo Minorista” y “El Club Femenino de Cuba”. Fue redactora de las revistas Bohemia (1927-1930), Carteles (1928-1933) y de los periódicos Avance (1940-1946) y El Mundo (1961-1968).



OFELIA DOMÍNGUEZ NAVARRO. (1894-1976).

Periodista, abogada y maestra de profesión, dedicó su vida a la defensa de los ideales del Feminismo. Fue fundadora de importantes organizaciones de mujeres como la Alianza Nacional Feminista y la Unión Radical de Mujeres; así como participó como delegada en varios eventos femeninos celebrados en las décadas del 20 y el 30. Obtiene en 1922, en Santa Clara, la plaza de Notaria por oposición, siendo la primera mujer que en Cuba desempeñó dicho oficio. Por su abierta oposición al régimen del dictador Gerardo Machado, fue encarcelada y desterrada. Vivió en México donde ganó prestigio como abogada, por lo que fue llamada a defender a Jacques Monnard, asesino de León Trotski. Domínguez desarrolló una activa militancia en los grupos pacifistas cubanos durante la Segunda Guerra Mundial. Fue nombrada en 1946 vicepresidenta de la Federación Internacional de Abogados y en 1947 secretaria general de la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU).

miércoles, 15 de diciembre de 2010

“Feminismo, sexualidad y género"

Por: Dayron Oliva Hernández.
Red Iberoamericana de Masculinidades

Con el auspicio de la Red Iberoamericana de Masculinidades y la Cátedra de Género y Comunicación “Mirta Aguirre” del Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”, estudiantes de tercer y cuarto años de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, realizaron un amplio debate a partir de la historia republicana cubana (1902-1958), en saludo a la Jornada y al Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer.

Como parte del cierre del curso optativo Género y sexualidad en la República del profesor Julio César González Pagés, coordinador general además de la Red Iberoamericana de Masculinidades, los/as estudiantes reflexionaron a través de destacadas figuras entre ellas Ofelia Domínguez, Pilar J. de Tella, Hortensia Lamar, Rosario Guillaume, Miguel de Carrión, acerca de cómo el importante movimiento feminista cubano abordó el cambio social para la mujer, no solo desde el sufragio sino teniendo en cuenta su desfavorecida situación social ante los hombres, los estereotipos sexistas y los temas para la obtención de derechos como la educación, el divorcio, el trabajo, la protección a la mujer inmigrante, etc. También se trataron temas sensibles como la prostitución femenina, la homosexualidad y se tuvo en consideración obras significativas de la producción literaria de esa época que, en sentido general, nos pone en perspectiva histórica cuánto se ha avanzado en nuestra sociedad en relación a la equidad de género.

El blog FEMINISMO EN CUBA pone hoy estos trabajos a su consideración