El
entrenador de lucha libre femenina Yosvani Linares Martínez se sobrepone a los
prejuicios sociales y otros inconvenientes para desarrollar ese deporte en la
provincia de Pinar del Río ...
¿Por qué yo? ¿Será un castigo?”, se
preguntó el licenciado en Cultura Física Yosvani Linares Martínez, cuando le
anunciaron que entrenaría un equipo de lucha libre femenina en la
provincia occidental de Pinar del Río, aproximadamente a 180 kilómetros de La
Habana.Le explicaron que no se trataba de
una “medida correctiva”, sino de un reconocimiento a sus resultados como atleta
y profesor. “Hace falta gente buena”, le dijeron. No obstante, “cuando en
septiembre de 2011 el comisionado de lucha me pidió que trabajara con la lucha
libre femenina de la categoría once-doce, años no estaba del todo conforme”,
confesó.
Sin planes de entrenamiento, ni
ideas claras comenzó Yosvani, apodado “El Chino”, su peregrinar por las
escuelas primarias del territorio. Cuenta este pinareño de 27 años que al
inicio se desalentó, pues “en las primeras captaciones quince muchachas se
anotaron para iniciar los entrenamientos y después que hablaron con la familia,
ninguna pudo incorporarse al deporte”. Según refieren él y otros entrenadores,
en múltiples ocasiones sucede así: las muchachas desean practicar lucha, pero
se lo impiden en casa, sobre todo las madres.
Debido a prejuicios machistas, anclados
en estereotipos patriarcales de belleza, proliferan criterios negativos acerca
de la supuesta “masculinización” de las mujeres en deportes como la lucha. “Nos
dicen que se ponen feas y se les deforma el cuerpo, pero no siempre es así”,
comenta Yosvani.
También abundan quienes
“menosprecian las capacidades de las niñas”. El joven entrenador asegura que si
bien existen diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres, estas no siempre
determinan los resultados. “Incluso —resalta con orgullo— ellas les han ganado
a equipos de varones en varias competencias provinciales”.
ENTRE CARIÑO E INDIFERENCIA, BUENOS
RESULTADOS
Para suerte de este joven de andar
pausado y parco en palabras, en el reparto Cuba Libre, conocido como El Rancho,
encontró a sus “alumnas más fieles”, y apoyo y comprensión de las personas.
Hasta allí trasladó el área especial de lucha femenina, que inicialmente debía
ubicarse en el Combinado Deportivo San Vicente, situado en el pueblo de igual
nombre, en las afueras de la ciudad pinareña.
Según nos relata Linares, el apoyo
de las personas de la comunidad ha sido imprescindible para mitigar la escasez
de recursos y motivar a las atletas. Sin embargo, las entidades deportivas de
la provincia no le han brindado el respaldo necesario, especialmente el
Instituto Nacional de Educación Física y Recreación (INDER).
Yosvani reprocha la poca divulgación
de esta modalidad atlética. “La lucha femenina apenas se conoce en la
provincia, porque se priorizan las competencias de los varones. Por eso algunos
entrenadores no quieren trabajar con las categorías de mujeres”.
Sucede igual en el resto del país y
en otras naciones, en las cuales la lucha femenina encuentra múltiples
obstáculos para su desarrollo. Una mirada histórica permite apreciar que mientras
los hombres comenzaron la modalidad libre en la cita olímpica de San Luis,
Estados Unidos, en 1904, las mujeres tuvieron que esperar hasta Atenas 2004.
¡Un siglo!
Pese al “conflictivo” panorama, las
muchachas de la mayor de las Antillas han conquistado buenos dividendos. El
pasado año debutaron bajo los cinco aros por intermedio de Katerine Vidiaux (63
kilogramos), quien ocupó el octavo lugar en la capital británica y ostenta
otros lauros como el título panamericano en Guadalajara 2011 y el quinto puesto
en la justa del orbe efectuada en Moscú-2010. Otra cubana, Lisset Echevarría
(72 Kg), se coronó también en la lid continental azteca.
Los resultados en tierras pinareñas
también son alentadores, particularmente en el Combinado Cuba Libre. “Hemos alcanzado
medallas en varios torneos escolares, tanto en zonales occidentales como a
nivel nacional. Tenemos una atleta que, a pesar de pertenecer a una categoría
escolar, está captada para la preselección nacional.
Los logros impulsan a Yosvani a
seguir trabajando a pesar de los contratiempos. Por ello todas las tardes, de
lunes a viernes, pedalea en su bicicleta hasta el reparto Cuba Libre. Cuando se
adentra en sus bulliciosas calles, son muchas las personas que lo saludan. “Ahí
va el profe de lucha de las niñas”, dicen. Él simplemente sonríe orgulloso
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