(semcuba@ceniai.inf.cu)
Conferencia en el Colegio de San Gerónimo de la Habana por el 100 Aniversario del Feminismo en Cuba
La Habana, julio (SEMlac).- A cien años de la fundación de las principales organizaciones feministas en Cuba, este movimiento constituye aún un tema pendiente en el debate académico cubano.
"El feminismo siempre se ha vinculado a un asunto menor, de poco sustento teórico-metodológico, pues todo discurso que transgreda el canon androcéntrico se califica de irracional y superficial", afirmó el historiador Julio César González Pagés durante una conferencia dedicada al centenario del movimiento feminista en Cuba.
Si bien el investigador reconoce la importancia del pensamiento y accionar de muchas cubanas durante los siglos XVIII y XIX, opina que es desde la actualidad que podemos catalogar de feministas a esas figuras. Por eso registra como el inicio del movimiento en la isla la creación, en 1912, de las primeras organizaciones que asumieron en su programa esta ideología.
Los partidos Nacional Feminista, el Popular Feminista y el de Asociaciones Feministas de Cuba fueron organizaciones que iniciaron las luchas por el derecho al voto, la aprobación de la ley del divorcio y la ley de patria potestad, entre otras reivindicaciones políticas y sociales.
Mujeres vinculadas a la cultura y la educación protagonizaron el nacimiento y desarrollo de estas organizaciones y la militancia feminista en el país. Sin embargo, ante el criterio de algunos de que este fue un movimiento de burguesas, González Pagés recuerda que un gran número de obreras se sumaron a la causa feminista.
Entre ellas sobresale el papel de las despalilladoras de tabaco y el liderazgo de Inocencia Valdés, Niñita, quien impactó por su oratoria durante el Segundo Congreso Nacional de Mujeres, en 1925.
Luego de la aprobación de la Constitución de 1940, que incluyó buena parte de las demandas feministas, el activismo decayó. No obstante, por esos años estuvo activo el Lyceum, una organización que desde la cultura promovió el desarrollo intelectual femenino y visibilizó lo mejor del pensamiento feminista.
Ante la invisibilidad del movimiento tras el triunfo de la Revolución en 1959, Pagés reconoce que los cambios sociales generados por el proyecto socialista, sus significaciones en el desarrollo de las cubanas y la revisión del feminismo liberal fueron mediadores importantes en el rechazo de los preceptos de esa ideología, el posterior distanciamiento de las tendencias más contemporáneas y la ausencia de una historiografía feminista.
"El movimiento feminista radical tuvo su desarrollo en los años 66, 67 y 68 del siglo XX, casi diez años después del triunfo revolucionario. Con lo cual el feminismo que revisó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) fue el feminismo liberal y este tenía un vínculo con el pensamiento burgués. La Revolución significó un movimiento de lucha de clases y de revocación de ideas pasadas. Por eso en el ideario de la mujer socialista no cabían concepciones burguesas", recuenta.
Pese a que la historiografía ocupa un papel fundamental en el rescate de la memoria histórica, el aporte del pensamiento feminista no figuró en documentos y libros editados en el país después de 1959.
Para su visibilización, González Pagés aboga por cambiar el canon historiográfico y configurar nuevas maneras de investigación, lo que implica un cambio en la propia metodología, pues, por ejemplo, el accionar femenino en el espacio público del siglo XX fue documentado por la prensa y publicaciones de las propias organizaciones, una bibliografía que rompe con las fuentes tradicionales.
Otro de los retos que profesores y estudiantes identifican es el desarrollo de una formación profesional acorde a los tiempos y consciente de los silencios y ausencias en la memoria nacional.
"No podemos pensar en un futuro del pensamiento feminista en Cuba si su historia y teoría no figuran en la formación curricular de nuestras universidades. Resulta muy difícil formar a personas con una visión no androcéntrica si, realmente, a lo largo de cinco años -salvo alguna excepción- no encontramos muchos personajes femeninos en la historia", alerta este investigador, con 26 años de experiencia en la materia.
No obstante, algunos cambios comienzan a ser perceptibles. Desde 1992 existe en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana un curso optativo sobre historia de mujeres; también crece cada año el desarrollo de tesis de licenciatura sobre estos temas y la publicación de varias investigaciones.
Entre quienes han dedicado su obra al estudio del tema en Cuba, está la historiadora Raquel Vinat, quien dialogó con González Pagés sobre el sacerdocio y la pasión que implican el estudio del feminismo.
Durante su intervención, Vinat llamó la atención sobre la importancia del conocimiento y el acercamiento desprejuiciado a estos temas, convocó a promover el debate público sobre estas cuestiones y catalogó de poco científicas las investigaciones que anulan a las mujeres y su participación en las distintas épocas históricas.
Para la historiadora, es tiempo de dar a reconocer el aporte de estudios que existen y esperan ser publicados. "Es tiempo de debatir y rescatar esta historia, pues corremos el riesgo de perderla. Tenemos que repensarnos también esas teorías internacionales, que son muy importantes, pero que en ocasiones no nos sirven, pues fueron elaboradas a partir de otro contexto y culturas. Nuestra teoría tiene que tener otro sabor", afirmó.
"El feminismo siempre se ha vinculado a un asunto menor, de poco sustento teórico-metodológico, pues todo discurso que transgreda el canon androcéntrico se califica de irracional y superficial", afirmó el historiador Julio César González Pagés durante una conferencia dedicada al centenario del movimiento feminista en Cuba.
Si bien el investigador reconoce la importancia del pensamiento y accionar de muchas cubanas durante los siglos XVIII y XIX, opina que es desde la actualidad que podemos catalogar de feministas a esas figuras. Por eso registra como el inicio del movimiento en la isla la creación, en 1912, de las primeras organizaciones que asumieron en su programa esta ideología.
Los partidos Nacional Feminista, el Popular Feminista y el de Asociaciones Feministas de Cuba fueron organizaciones que iniciaron las luchas por el derecho al voto, la aprobación de la ley del divorcio y la ley de patria potestad, entre otras reivindicaciones políticas y sociales.
Mujeres vinculadas a la cultura y la educación protagonizaron el nacimiento y desarrollo de estas organizaciones y la militancia feminista en el país. Sin embargo, ante el criterio de algunos de que este fue un movimiento de burguesas, González Pagés recuerda que un gran número de obreras se sumaron a la causa feminista.
Entre ellas sobresale el papel de las despalilladoras de tabaco y el liderazgo de Inocencia Valdés, Niñita, quien impactó por su oratoria durante el Segundo Congreso Nacional de Mujeres, en 1925.
Luego de la aprobación de la Constitución de 1940, que incluyó buena parte de las demandas feministas, el activismo decayó. No obstante, por esos años estuvo activo el Lyceum, una organización que desde la cultura promovió el desarrollo intelectual femenino y visibilizó lo mejor del pensamiento feminista.
Ante la invisibilidad del movimiento tras el triunfo de la Revolución en 1959, Pagés reconoce que los cambios sociales generados por el proyecto socialista, sus significaciones en el desarrollo de las cubanas y la revisión del feminismo liberal fueron mediadores importantes en el rechazo de los preceptos de esa ideología, el posterior distanciamiento de las tendencias más contemporáneas y la ausencia de una historiografía feminista.
"El movimiento feminista radical tuvo su desarrollo en los años 66, 67 y 68 del siglo XX, casi diez años después del triunfo revolucionario. Con lo cual el feminismo que revisó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) fue el feminismo liberal y este tenía un vínculo con el pensamiento burgués. La Revolución significó un movimiento de lucha de clases y de revocación de ideas pasadas. Por eso en el ideario de la mujer socialista no cabían concepciones burguesas", recuenta.
Pese a que la historiografía ocupa un papel fundamental en el rescate de la memoria histórica, el aporte del pensamiento feminista no figuró en documentos y libros editados en el país después de 1959.
Para su visibilización, González Pagés aboga por cambiar el canon historiográfico y configurar nuevas maneras de investigación, lo que implica un cambio en la propia metodología, pues, por ejemplo, el accionar femenino en el espacio público del siglo XX fue documentado por la prensa y publicaciones de las propias organizaciones, una bibliografía que rompe con las fuentes tradicionales.
Otro de los retos que profesores y estudiantes identifican es el desarrollo de una formación profesional acorde a los tiempos y consciente de los silencios y ausencias en la memoria nacional.
"No podemos pensar en un futuro del pensamiento feminista en Cuba si su historia y teoría no figuran en la formación curricular de nuestras universidades. Resulta muy difícil formar a personas con una visión no androcéntrica si, realmente, a lo largo de cinco años -salvo alguna excepción- no encontramos muchos personajes femeninos en la historia", alerta este investigador, con 26 años de experiencia en la materia.
No obstante, algunos cambios comienzan a ser perceptibles. Desde 1992 existe en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana un curso optativo sobre historia de mujeres; también crece cada año el desarrollo de tesis de licenciatura sobre estos temas y la publicación de varias investigaciones.
Entre quienes han dedicado su obra al estudio del tema en Cuba, está la historiadora Raquel Vinat, quien dialogó con González Pagés sobre el sacerdocio y la pasión que implican el estudio del feminismo.
Durante su intervención, Vinat llamó la atención sobre la importancia del conocimiento y el acercamiento desprejuiciado a estos temas, convocó a promover el debate público sobre estas cuestiones y catalogó de poco científicas las investigaciones que anulan a las mujeres y su participación en las distintas épocas históricas.
Para la historiadora, es tiempo de dar a reconocer el aporte de estudios que existen y esperan ser publicados. "Es tiempo de debatir y rescatar esta historia, pues corremos el riesgo de perderla. Tenemos que repensarnos también esas teorías internacionales, que son muy importantes, pero que en ocasiones no nos sirven, pues fueron elaboradas a partir de otro contexto y culturas. Nuestra teoría tiene que tener otro sabor", afirmó.
Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe-SEMlac
Si está interesado en algún artículo solicítelo a: semcuba@ceniai.inf.cu
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