sábado, 3 de marzo de 2012

“Que Cuba se tiña de violeta”



Magdalena Peñaredonda una de las voces más respetadas en el inicio del Movimiento Feminista en Cuba.


Por Ana María Domínguez Cruz


Que la mujer hoy pueda ejercer su derecho al voto, que pueda divorciarse, que sea ella quien haga uso de la Patria Potestad para el cuidado de sus hijos, que pueda ejercer cargos de dirección o políticos como parte de su jornada laboral....hoy son derechos que asumimos como algo “normal”, adscritos a nuestra vida cotidiana, gracias a aquellas mujeres que alzaron su voz en el mundo para eliminar la desigualdad y superar los cánones hegemónicos de la masculinidad.

Iguales motivos de lucha tuvieron las que en Cuba, desde 1912, abogaron por la unión intersectorial -y con los hombres- para lograr sus anhelos y que hoy son merecedoras de la trascendencia que de la historia se deriva.

Feministas por ideología, incomprendidas en su mayoría y hasta tildadas de lesbianas en aquel entonces, ellas protagonizaron un movimiento que marca su inicio cien años atrás, cuando se crearon en la capital cubana tres organizaciones de ese corte: el Partido Nacional Femenino, el Partido de Sufragistas Cubanas y el Partido Popular Feminista, a través de las cuales llevaron adelante su empeño por hacer valer sus derechos en una sociedad que por herencia histórica era-y es- patriarcal y machista.

La importancia del movimiento del feminismo en Cuba fue tal que hoy se le considera, además, precursor del que más tarde se gestó en América Latina.

Sin embargo, justo cuando su centenario debiera ser considerado una fecha seria, de celebración y de motivaciones para alabar y promover más acciones, la realidad demuestra que continúa siendo vilipendiado. Así lo lamenta el doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés, coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades, para quien el feminismo, erróneamente catalogado como el machismo de la mujer, es una carta de triunfo para el logro de una sociedad más justa, más equitativa y menos traumática.

“Desde 1912 la lucha no ha cesado. La aprobación de la Ley de la Patria Potestad, de la Ley del Divorcio-primer país en Hispanoamérica-, de normativas para regir el trabajo del sector obrero, entre otras, fue la concreción de los anhelos defendidos en la primera mitad del siglo pasado en nuestro país, a los que se suman aquellos que tras la celebración de los dos congresos de la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas, en 1923 y 1925, tomaron cuerpo. Todos tuvieron después, en la Constitución de 1940, el reflejo legal anhelado.

“Una lucha feminista que siempre se ejecutó desde la unión, sin exclusión, en la que participaban obreras, maestras, abogadas, enfermeras y hombres como Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Miguel de Carrión y Carlos Lobería (catalogados como miembros adictos), propició que, al triunfo de la Revolución, en 1959, muchas de las demandas que clamaban las féminas ya hubieran sido saldadas. No obstante, la Federación de Mujeres Cubanas, sin declararse una organización feminista, fue el motor impulsor de otros cambios necesarios en la sociedad que igualmente han dado sus frutos y aún así...no ha sido suficiente”, afirmó Pagés.

No se trata de que no se reconozca, desde el punto de vista histórico-aunque a veces sí sucede-el mérito de estas valientes feministas y sus resultados, agrega el investigador, sino de que en la Cuba de hoy persista, desde el punto de vista social, cultural y psicológico, tanto en hombres como en mujeres, la ideología contraria al feminismo, esa que se reproduce desde los clásicos patrones familiares y que genera violencia, inequidad, injusticia.

“El rosado para las niñas, el azul para los niños; las cazuelitas para que ellas jueguen a las casitas y las pistolas y los soldados para ellos; la delicadeza extrema exigida en las muchachas y la rudeza aprehendida en los muchachos...siguen siendo de los resultados más comunes que emanan de la enseñanza familiar, escolar y comunitaria. A partir de esos resultados es que se esboza la imagen que luego, frente al espejo de la realidad cotidiana, nos devolverá la misma del siglo pasado.

“Hoy los anhelos de lucha son otros. Existen leyes, sí, progresistas y viables, pero no son ellas las que borrarán los prejuicios. Continuamos reproduciendo fobias y conceptos ambiguos desde la educación y la cultura, y de ello somos responsables todos, en todos los espacios en los que es posible revertir el machismo, desde los medios de comunicación, que continúan “vendiendo” la imagen de una mujer estilizada y erotizada, como trofeo, en los videos clips hasta en nuestra relación de pareja.”, añadió el autor del reciente libro Macho, Varón, Masculino.

-¿Cree usted que el feminismo asusta?

-Sí, asusta. Es difícil que alguien no sea machista o, por lo contrario, que sea feminista, teniendo en cuenta que el mundo es patriarcal y la ideología es machista. En Cuba, además, hace falta feminismo por una tubería, porque hay un desconocimiento bastante generalizado sobre el término, la ideología, sus propuestas. Trabajo estos temas desde 1987 y aún como profesional estoy acostumbrado al “sabotaje”, sobre todo por ser hombre.

“Desde que Aurelia Castillo publicara en El Fígaro su artículo “La muralla”, refiriéndose a esa muralla de la inequidad que promueve el machismo, y Mariblanca Sabas Alomá se manifestara contra la asociación conceptual de feminismo y lesbianismo que le impusieran en su época hasta hoy, la sociedad ha cambiado poco, desde el punto de vista sociocultural. La mujer tiene oportunidades en el mundo laboral, político, público, cultural, pero sigue estando comprometida con sus roles en la vida doméstica, intransferibles al parecer y limitantes del resto.

“El debate sobre los derechos, más que sobre los roles, es imprescindible, en nombre de las mujeres que iniciaron esta lucha décadas atrás, y ahora que el país se piensa diferente, para bien, es un buen momento. Que Cuba se tiña de violeta es mi deseo*.”, precisó.

-¿Se considera usted, Julio César, feminista?

-Sí, lo soy; en el año del centenario me declaro cien veces feminista, si es necesario. Comparto una ideología que otorga iguales derechos y deberes a los hombres y a las mujeres y, por ello, todo el que así piense es feminista también, sin que el término asuste.

Breves:


Julio César González Pagés: Doctor en Ciencias Históricas, Máster en Estudios de género y coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades.
Movimiento Feminista: Movimiento para luchar por los derechos de que carecían las mujeres cubanas. Su primera etapa puede enmarcarse entre 1880 y 1912, con el surgimiento de las ideas en torno al Feminismo Social, cuya pretensión era ayudar a la mujer sin alejarla de sus roles tradicionales.
Movimiento Sufragista de Mujeres: Surge en la primera década del siglo XX para luchar, fundamentalmente, por la obtención del voto femenino.


Ver: http://cubahora.cu/sociedad/que-cuba-se-tina-de-violeta-video

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